Washington, 6 enero.- Uno de los dos candidatos demócratas al Senado de EE. UU., Raphael Warnock, ganó las elecciones de este martes en Georgia, lo que acerca a ese partido a la posibilidad de arrebatar a los republicanos el control de la Cámara Alta.

Warnock derrotó a la senadora republicana Kelly Loeffler en los comicios de segunda vuelta en el estado, según las proyecciones de los principales medios de comunicación.

«Esta noche, demostramos que con esperanza, trabajo duro y la gente a nuestro lado, todo es posible», dijo Warnock a sus seguidores en un discurso virtual difundido por varios medios. Su oponente aún no ha admitido la derrota.

Según las proyecciones de los diversos medios sobre el escrutinio, cuando ya se ha contado más del 97 % de los sufragios, el demócrata habría superado el 50 % de los votos y llevaría una ventaja de más de 30.000 sobre su oponente.

Si los demócratas conquistan también el otro asiento que está en juego en las elecciones, tomarán las riendas del Senado, que ahora controlan los republicanos, lo que facilitará los dos primeros años de Gobierno al presidente electo de EE. UU., Joe Biden, que llegará al poder el 20 de enero.

Warnock, un reverendo de 51 años, será el primer senador negro que representa a la sureña Georgia en la historia del país, después de haber sido pastor de una iglesia de Atlanta en la cual predicó el líder de los derechos civiles Martin Luther King, asesinado en 1968.

Todavía no hay proyecciones definitivas sobre qué pasará con el otro escaño en juego en las elecciones, el que ahora controla el senador republicano David Perdue, y el escrutinio muestra una contienda muy ajustada contra el otro candidato demócrata, Jon Ossoff.

En caso de que ganen los dos candidatos demócratas, el Senado quedará dividido en 50 escaños de un partido y otros 50 del otro, pero la vicepresidenta electa, Kamala Harris, podría romper cualquier posible empate, dado que su nuevo cargo implica ser también la presidenta de la Cámara Alta.

En ese caso, Biden tendrá mucho más fácil aprobar a los candidatos para su gabinete e impulsar sus prioridades legislativas, dado que en muchos casos basta una mayoría simple de 51 votos para aprobar o impedir un cambio en el Senado, y los demócratas ya controlan la Cámara Baja.

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