El encontronazo del Gobierno y ELN, un «horror político» pero no una «crisis»

FECHA:

Bogotá, 21 ene – El encontronazo que protagonizaron en los primeros días de 2023 el Gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), inmersos en una negociación de paz, fue un «horror político» pero no una «crisis» que ponga en peligro el proceso, aseguran analistas colombianos.

Fotografía de archivo de una pareja caminando frente a una pared pintada con mensajes alusivos al grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN), el 2 de mayo de 2022, en una calle del sector de La Parada, en Villa del Rosario (Colombia). EFE/ Mario Caicedo

Minutos antes de la medianoche del 31 de diciembre el presidente colombiano, Gustavo Petro, anunció en Twitter un cese al fuego bilateral con cinco grupos armados, entre ellos el ELN, que esta guerrilla se apresuró a desmentir dejando claro que no habían aceptado esta propuesta y levantando suspicacias por un rifirrafe en el camino hacia la paz.

El analista de la Fundación Paz y Reconciliación (Pares) Luis Eduardo Celis cree que Petro «tiene la idea de que el proceso hay que acelerarlo» y eso fue lo que quiso hacer con ese tuit con nocturnidad aunque, en opinión de este experto que conoce bien al ELN, el presidente «se equivocó».

El congresista Ariel Ávila dice a EFE, en la misma línea, que el ELN mandó «un mensaje rápido» al Gobierno no dejándose retar en este desencuentro pero afirma que «no hay crisis» sino «un horror político, una cosa vergonzosa». Sin embargo alerta: «va a haber crisis serias».

Ávila, quien fue asesor en el proceso de paz con las extintas FARC y quien se ha dedicado a investigar la violencia en Colombia, se muestra optimista con el proceso iniciado con el ELN y considera que tras los primeros seis meses, que serán «terribles» con «idas y vueltas», el próximo año el diálogo «va a avanzar sustancialmente» y se logrará «un acuerdo en dos años».

LA ÚLTIMA GUERRILLA POLÍTICA

«El ELN tiene otra lógica de tiempo mientras que el presidente tiene solo tres años y seis meses», explica Celis, que ve posible que en los próximos tres meses haya ya acuerdos que beneficien directamente a las poblaciones de las zonas más ignoradas en términos de construcción de vías, de escuelas o de apoyo al campesinado.

Los verdaderos atolladeros llegarán cuando las negociaciones estén más avanzadas, especialmente con «el modelo de justicia transicional» o con una «violación delicada» cuando haya un cese el fuego consensuado, augura Ávila.

Pero si los cimientos de una casa se construyen, aunque no esté el tejado al menos ya está la estructura, ejemplifica Celis. Es decir, que si hay acuerdos que impacten directamente el bienestar y desarrollo de las zonas más golpeadas por el conflicto -lo que parece estar en el interés de las dos partes- al menos eso quedará.

«¿Si no se desarman? Al menos tenemos eso», justifica el experto. Y no es poco pues la esencia del levantamiento en armas del ELN reside en lo que llaman la lucha por el pueblo, y los intereses de ese pueblo estarán defendidos si hay infraestructuras y desarrollo, por lo que perdería su sentido de lucha.

Por el momento el proceso, aunque con tiranteces, sigue adelante después de una reunión de emergencia en Caracas, que se dedicó exclusivamente a limar las asperezas del desencuentro y proseguirá con una segunda ronda de conversaciones en México.

UNA COMPARACIÓN INEVITABLE

La puerta de la paz se volvió a abrir con la llegada al Gobierno de Petro después de cuatro años de parálisis, aunque Colombia ya tenía un ejemplo de éxito: la paz con las FARC de 2016. Y pese a que las comparaciones son odiosas, ha sido inevitable poner frente a frente ambos procesos.

Sobre el ELN se ha dicho «que es una guerrilla descentralizada, que no es como las FARC, no es unitaria, es muy horizontal y tiene muchos frentes regionales que no se articulan. Eso es falso», asegura Ávila, quien está convencido de que «con el ELN va haber menos disidencias que con las FARC», y que el 90 % de los miembros de esta guerrilla se sumarán a la paz.

«Son metodologías diferentes», añade Ávila. La que está siguiendo el Gobierno de Petro con el ELN, a diferencia de la escogida por el de Juan Manuel Santos, donde «todo estaba tan abierto (…) es una metodología que tiene el riesgo de que sea manoseado el proceso; pero tiene la ventaja de que la gente está más enterada, se está haciendo pedagogía desde ya».

El ELN se plantea en este recorrido, según el representante de Pares, que haya una bilateralidad, es decir, que las dos partes se ciñan al protocolo y a lo acordado, que se integre la participación de la sociedad, que haya transformaciones reales en el país y que haya garantías de cumplimiento en lo acordado.

Y Ávila alerta: «la regla número 1 es que todo sale de la Mesa (de negociación) y la regla 2 no se comunica ni en un trino (tuit) ni en un editorial». (EFE).

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