El futuro incierto del partido de Hasina y la Policía en el Bangladés posrevolución

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El futuro incierto del partido de Hasina y la Policía en el Bangladés posrevolución

Daca, 12 de agosto de 2024.- La Liga Awami de la ex primera ministra Sheikh Hasina y la Policía están manchados de sangre en el Bangladés posrevolución, dicen los manifestantes detrás de las semanas de protestas que causaron al menos 400 muertos, y que pusieron fin a quince años consecutivos de mandato de la ‘dama de hierro’.

El futuro de ambos es incierto en el país asiático, con un Gobierno interino que por el momento no ha anunciado elecciones y los estudiantes asumiendo desde hace ya una semana el control del tráfico con los policías prácticamente desaparecidos.

Un partido reducido a cenizas

«Ahora estoy muy triste, tengo miedo porque no sé cómo voy a sobrevivir», señaló a EFE un líder de la Liga Awami, Narayan Devnath, de la formación de la exiliada Hasina.

Devnath caminaba con cautela, marchando sobre el mosaico de cristales rotos cubiertos por cenizas mojadas, en la sede destruida de un partido al que siente que ha dedicado toda su vida.

Una turba de manifestantes incendió el céntrico edificio el mismo día en que Hasina se vio obligada a huir del país, el pasado lunes. La jornada estuvo marcada por el multitudinario asalto a la residencia oficial de la primera ministra y por la destrucción de los símbolos del poder asociados a ella, incluyendo la casa histórica del ‘padre de la nación’ Sheikh Mujibur Rehman.

De unos cincuenta años, Devnath se presentó ante las puertas bloqueadas por vallas carbonizadas y deshechos de la Liga Awami durante dos días, sin reunir el valor de cruzar el umbral.

Su pesar contrasta con el estado de ánimo del hijo de Hasina, Sajeeb Wazed, que afirmó a EFE esta semana que la formación todavía cuenta con millones de seguidores en el país y no va a desaparecer.

Muchos en el país prefieren que no lleguen inmediatamente, y no solo por la futura participación de la Liga Awami.

«Sería mejor que el Gobierno (interino) se quede por tres o cuatro años», dijo a EFE un funcionario que pidió el anonimato, preocupado porque los bangladesíes solo cuentan con dos opciones: la formación de Hasina o el Partido Nacionalista de Bangladés (BNP) de la ex primera ministra Khaleda Zía, apoyada por el islamista Jamaat-e-Islami.

Lo que sí tiene claro la fuente es que Hasina perdió el apoyo del Ejército, de la Policía y de «buena parte» de los funcionarios debido a la represión sin precedentes.

Un país sin Policía

La capitalina estación de Policía de Mohammadpur presenta una imagen tan desoladora como el edificio de la Liga Awami: muros ennegrecidos por el humo, vehículos oficiales completamente calcinados y papeles esparcidos por el suelo, repletos de declaraciones y pruebas de casos que se dan ya por perdidos.

«El 5 de agosto, después de que la primera ministra dimitiera, mucha gente vino aquí, incendió el edificio y se llevaron todas las armas y municiones», explicó a EFE el subinspector Shohidul Usman Masood, vestido de paisano al igual que el resto de los oficiales.

Ejecutores de la represión ordenada por Hasina, los policías temen ser objeto de ataques y muchas de los cuarteles presentan una estampa similar en este país de 171 millones de habitantes.

El abultado número de víctimas, durante unas protestas que arrancaron contra un sistema de cuotas al empleo público y acabaron exigiendo la dimisión de Hasina, deprime a Sadekul Islam, otro subinspector de la misma zona.

«También nos hace sentir mal el número de policías muertos», dijo a EFE, 42 según un informe oficial desvelado ayer. En Mohammadpur, una decena de militares armados con metralletas guardaba el recinto, y los policías se encuentran ausentes en las calles.

Muchos de ellos ni siquiera han vuelto a las comisarías, en medio de una huelga para exigir reformas que ha llevado al Gobierno interino a dar un ultimátum para el próximo jueves: o se presentan en sus puestos o los despiden.

Tras los esqueletos calcinados de los coches policiales y la barrera formada por los militares emergió un grupito de jóvenes estudiantes, identificados con sus carnets de identidad universitarios colgados del cuello y por unas sonrisas completamente fuera de lugar en el ambiente sombrío de la comisaría.

«Hemos venido a limpiar», explicó a EFE el estudiante Mohammad Al Mobin, «queremos que la Policía vuelva al trabajo lo más rápido posible».

Quizá haya esperanza para una Policía reformada en el nuevo Bangladés, parecen decir los jóvenes, pero la situación en la sede de la Liga Awami arroja una luz bien diferente.

Devnath, espantado por la llegada de una decena de estudiantes, prefiere detener la conversación no sea que descubran que pertenece a la odiada Liga Awami. Los jóvenes, por su parte, no han venido a pintar o reparar nada: solo buscan echar a los curiosos. EFE

David Asta Alares

EFE