Cali (Colombia), 8 sep – El Gobierno colombiano busca cambiar el programa de sustitución de cultivos ilícitos, que según considera ha tenido incumplimientos por seis años, ampliando el foco a un cambio de economías que vayan hacia lo lícito.
«Tenemos la obligación de culminar el programa que recibimos que tiene todos los problemas porque hay un incumplimiento de 6 años y creamos un programa nuevo que ya no se llama sustitución de cultivos, sino que se llama sustitución de economías», destacó a EFE el director del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos Ilícitos (PNIS), Felipe Tascón.
La apuesta del Gobierno del presidente colombiano, Gustavo Petro, pasa por dejar de perseguir a los campesinos que cultivan coca y reforzar el apoyo para que dejen estos cultivos, ya que las políticas de sustitución que llevan años impulsándose en el país han fallado.
El director del PNIS, que participa en Cali en la Conferencia Latinoamericana y del Caribe de Drogas, asegura que hay un «cambio sustancial» que radica en que ahora reconocen «que esta situación tiene un origen económico», es decir, que el cultivo de coca se da por «una situación económica que es el abandono».
«Podemos hablar de una suerte de colonialismo interno. En las capitales desechan de alguna manera a las periferias, en el sentido de que se traen sus recursos, pero no reinvierten», explica el funcionario.Esa falta de inversión se llena con coca.
La solución pasa, según Tascón, por lo económico, no solo con sustituir un cultivo con otro, sino cambiar toda la economía, a base de financiar cooperativas que formen las propias comunidades para llevar servicios como internet o incluso construir ellos mismos las carreteras que les ayuden a sacar los productos.
El problema de la sustitución de cultivos radica en la alta rentabilidad de la coca que da hasta cuatro cosechas al año y se puede transportar fácilmente si es transformada en el territorio en pasta de coca. Aunque el funcionario asegura que es una narrativa errada.
«Cuando se habla de la rentabilidad de la coca, se asume lo que vale el gramo de cocaína en Madrid o en Nueva York, y no», dice a EFE Tascón, quien desmiente que se lleven tanto: «quítate de la cabeza de que es un gran precio al campesino».
«En este momento se paga por pasta base del orden de 2.500.000 de pesos (650 dólares o 580 euros) el kilo -llegó a estar hasta 4.000.000 (995 dólares o 930 euros) hace un par de años-, que es bueno comparado con otros productos, pero no es que los vuelva millonarios», explica el funcionario.
Además, la bajada de la demanda detectada desde hace más de un año en muchos territorios de Colombia abre una ventana de posibilidad, aunque Tascón advierte que «no hay certeza de que (la bajada en la demanda) sea estructural, que sea permanente».
Ante las críticas de que se esté desaprovechando esta coyuntura, en la que algunos campesinos están impulsando una sustitución voluntaria de cultivos pues no les compran la coca, Tascón asegura que es difícil «mover un Estado que estaba diseñado para que hiciéramos contratos, que ganaran unos contratistas y no para beneficio de los campesinos».EFE.
Irene Escudero