Homenaje al líder social que fue asesinado por la subestructura paramafiosa Jorge Iván Arboleda Garcés, de las AGC, ocurrió en Segovia, Antioquia.
Antioquia, Colombia, 20 agosto de 2022.- Como un grito retumban en nuestros oídos, sus últimas palabras, plagadas de esperanza, de sueños y ganas de no ser más los olvidados, los nadie, los desaparecidos, los de la Colombia profunda.
Los que nadie recuerda o que se convierten en esa fotografía en el paredón de los que ya no tienen voz y que un país herido con ojos estoicos mira pero que no ve.
Había fuerza y deseo, esa que hace que todos los días los valientes se levanten a forjar una mejor vida para su comunidad, a pesar de la tormenta que trae los vientos del no se puede, en su mirada ardía la pasión por darle oportunidades a los hijos de la tierra, una educación que los sacara de los círculos malévolos que por años han sido el único saber que le toca hacer a los que viven en esa otra Colombia que solo ellos conocen.
EN CONTEXTO
Era de esos sabios que saben que el agua no se puede comprar con todo el oro del mundo, pero que es el mayor valor que poseen los humildes como él. En su pensamiento rondaban los esfuerzos y los planes para llevarle servicios dignos a su gente, a sus vecinos, a ese territorio que se hace uno a pesar de las necesidades y que el estado no contempla en sus prioridades.
Hace tan solo trece días, la sonrisa se pintaba de ilusión, por fin las vueltas de este loco mundo parecían tomar un camino diferente, uno que por fin les diera una oportunidad a los humildes, a los que luchan por reivindicar la condición humana de todos los que habitamos este hermoso país, sin diferencia, sin rencor, sin guerra, porque viene una paz total.
Sin embargo, hoy, parados al lado de su cuerpo sin vida, como otro más de los que han caído, murió esperando un cambio. Hoy nuestras voces se alzan de nuevo para rechazar la infamia, la perversión y la intransigencia de esos, si esos, los agentes de la muerte que se reúsan a vivir diferente.
Si la gente muere cuando la olvidamos, nos resistimos a olvidarte porque personas como usted, merecen vivir para siempre. Por eso siempre estarás en nuestra memoria y en nuestros corazones como el gran ser humano que fuiste.
Gracias, mil gracias por tu legado y por enseñarnos que cuando se defienden causas justas ofrendar la vida siempre será una posibilidad o mejor un riesgo que solo la asumen almas valientes que han comprendido que la sangre de los mártires es semilla de esperanza. Feliz viaje.
A.U.