Redacción Análisis Urbano
Hace menos de una semana, el 24 de julio, Análisis Urbano denunció la situación que se vive en el sector La Capilla, barrio El Rincón en la comuna 16, el artículo titulado: La Capilla pone en jaque a la administración municipal, presentó la situación de violencia y criminalidad que vive esa zona de la ciudad. Nadie desde la institucionalidad se pronunció frente a esa denuncia y, como siempre, quedamos en espera de la respuesta oficial.
Desde el 6 de marzo, la zozobra y la violencia son el pan de cada día en este barrio. Los habitantes son los que pagan los platos rotos de la desidia oficial y el enfrentamiento interno en la banda Las Mulas, entre los allegados al Mico y los que siguen a Cuadrado, aliado a Yoa —de los Joaquinillos— y a Pablo Raya, uno de los hombres de confianza de alias Tuto, cuya disputa armada se centra en el control de los territorios y las rentas ilegales. Aunque se debe reconocer que la presencia de la Policía ha ayudado a que no se aumenten los niveles de violencia, la actuación de la institucionalidad en forma conjunta no se ve, y solo están en los medios negando la gravedad de la situación.
En el citado artículo hablábamos de que el miedo, la zozobra y el desalojo eran hechos cotidianos. Ayer el periódico Q´Hubo, de la ciudad de Medellín, confirmó estas premisas, informando que entre quince y veinte familias habrían abandonado el sector, lo que llevaría a un evidente caso de desplazamiento forzado intrwpbano, pero como al parecer ninguno los desplazados ha interpuesto denuncia, se da pie a que se niegue tal hecho.
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Lo que queda claro es que en el sector La Capilla hay una guerra que no solo se desarrolla a bala, en ella se infunde terror, se amenaza, se constriñe a sus habitantes y se obliga a que se desplacen forzadamente. Y para terminar de dañar la vida de la gente, hay restricción del ingreso de víveres y vehículos, lo que obliga a los habitantes a caminar para poder entrar o salir del barrio.
La presencia de la fuerza pública es necesaria en el sector, pero no solo de forma disuasiva, es urgente que la inteligencia recopile los datos suficientes para iniciar el desmantelamiento de la banda Las Mulas, Los Joaquinillos y, por qué no, golpear de forma más contundente a Pablo Raya, quien hoy funge como uno de los hombres de confianza de Tuto, amo y señor de la comuna 15 y una parte de la comuna 16.
Análisis Urbano y la ONG Corpades, reiteran el llamado a la institucionalidad para que asuma con seriedad esta problemática. No es posible que un sector tan pequeño como La Capilla no tenga control del Estado. Para qué se sigue con la estrategia errada de solo capturar y decomisar; es perentorio que se desmantelen las bandas del sector, si eso no ocurre, seguirán apareciendo nuevos Micos, Yoas y Guasones, que continuarán teniendo el control territorial y, más grave aún, sometiendo con el terror a la comunidad.
Si un problema como el de La Capilla no se ha podido solucionar, ¿qué pasaría si hipotéticamente en la ciudad de Medellín, se rompiera el Pacto del Fusil? ¿Estaría la ciudad y la institucionalidad preparada para responder? Lo que ocurre en La Capilla, muestra que no se está preparado para responder ante un recrudecimiento de la violencia y la criminalidad generalizada en Medellín.
Señores de la Alcaldía de Medellín, ¿para qué 975 cámaras, 300 mil millones de pesos invertidos en los tres últimos años, cuadrantes y estaciones de la Policía? Hechos como los acaecidos en La Capilla muestran lo errada de la estrategia de seguridad.
La comunidad del sector no solo espera ver caminar al alcalde Aníbal Gaviria por sus calles, necesita urgentemente que la legitimidad recobre el terreno perdido. ¿Será muy difícil atender ese llamado ciudadano, señor alcalde?