Don y Mera Rubell, una pareja que durante 50 años ha recorrido el mundo en busca de talentos artísticos por descubrir, como lo eran Cindy Sherman, Jeff Koons y Keith Haring cuando les compraron sus primeras obras, presentó este lunes en Miami el Museo Rubell, la nueva casa de su enorme colección de arte.
«La gente entiende lo que es un museo. Una colección es privada y un museo es para el público», dijo Mera para explicar por qué le han dado a su colección una categoría distinta a la que tuvo durante los 26 años en que estuvo en un edificio del barrio miamense de Wynwood.
Acompañada de su esposo Don, su hijo Jason y su nuera Michelle, expuso con gran sentido del humor los requisitos para que una colección como la de su familia, que tiene más de 7.200 piezas, perdure en el tiempo: «tienes que mantenerte vivo, seguir casado y comprometer a tus hijos y nietos en el proyecto».
Don Rubell, igual de sonriente, dijo a Efe que este museo es «el sueño de toda una vida» pero no significa que la colección familiar vaya a dejar de crecer por eso.
Si se le pregunta cuándo compró una obra de arte por última vez, mira su reloj queriendo decir que no es cuestión de días sino de horas, pero acaba señalando una enorme obra del artista floridano Vaughn Spann, «Big Black Rainbow», adquirida hace una semana.
El museo, situado en Allapattah, un barrio industrial y de servicios que empieza a despuntar como zona artística, se inaugurará el 4 de diciembre, pero este lunes se abrió para la prensa, incluyendo periodistas llegados para la Semana del Arte de Miami y especialmente la feria Art Basel, que arranca el jueves 5.
La exposición inaugural, compuesta por más de 300 obras de un centenar de artistas, permite al visitante seguir el incansable recorrido de los Rubell tanto por mercados de arte consolidados como emergentes en busca «de arte nuevo o arte pasado por alto».
Desde el East Village a Pekín, desde Los Ángeles a Leipzig, y desde São Paulo a Tokio, las paradas tienen nombres como Keith Hearing, Cindy Sherman, Jeff Koons, George Condo, Ai Weiwei, Yayoi Kusama, Robert Longo, Nina Chanel Abney, Isa Genzken, Anselm Kiefer, Oscar Murillo o Paulo Nazareth, por citar algunos.
Los Rubell forman parte del mundo del arte de Miami desde los años 90, cuando llegaron procedentes de Nueva York.
El museo son seis edificios que antes tenían uso industrial y han sido conectados y transformados por el estudio de arquitectura Selldorf.
En una superficie de 53.000 pies cuadrados (casi 5.000 metros cuadrados) se reparten salas de exposición, espacios para artistas que participan en programas de «residencia», una biblioteca, un restaurante y un jardín.
La exposición inaugural presenta más de 300 obras, entre ellas algunas fundamentales y características de artistas apoyados por los Rubell desde sus principios, como el fallecido Keith Haring, con quien llegaron a tener una especial relación.
Tan es así que una de las salas está dedicada totalmente a su obra, incluyendo una estatua de la Libertad que fue la primera pieza que le compraron a un artista que defendía en sus obras su identidad sexual y se conectaba con la gente muy fácilmente.
Además, para marcar el compromiso de esta familia de amantes del arte con la comunidad y «lo público», con motivo de la inauguración del museo los Rubell han llegado a un acuerdo con la compañía férrea Brightline, que opera una línea interurbana entre Miami y West Palm Beach, para que desde hoy circule uno de los trenes «costumizado» con dibujos de Haring.
«Desde sus dibujos en el metro (de Nueva York), Keith se enfocaba en crear arte en espacios públicos, es por ello que nos emociona reconectar su trabajo con el transporte público, puesto que era su lienzo original», señaló.
Dos de los famosos cuartos infinitos o de espejos de la japonesa Yayoi Kusama, una obra de Cady Noland que es un cuarto lleno de latas de cerveza ordenadas como un almacén y un hiperrealista hombre muerto caído sobre el piso de He Xiangyu son algunas de las obras que más sorprenden al público.
«Adam and Eve», del polaco Pawel Althamer, muestra a una pareja hecha con tela de malla y vestida con ropa interior ajada. Ella toma el sol sobre una cama plegable y escucha una radio de pilas en la que suena «Survive» cantada por Gloria Gaynor.
Cerca de allí brillan una aspiradora con luces de Jeff Koon, que le trae nostalgia de los 80 a Jason Rubell, según confiesa a la prensa, y una fotografía de la también reconocida e influyente Cindy Sherman por la que los Rubell pagaron 25 dólares.
EFE.