París, 8 de marzo de 2022.- «El periodismo en Rusia ha muerto esta semana» con la invasión de Ucrania, señala el secretario general de Reporteros sin Fronteras (RSF), Christophe Deloire, parafraseando el mensaje que ha recibido de un famoso periodista ruso para explicar la situación con la invasión de Ucrania.
Vladímir Putin solo permitía hasta ahora «algunas bolsas de resistencia» de periodismo independiente, explica Deloire en una entrevista con Efe. Pero con la guerra la situación «está empeorando gravemente», de forma que se vive una situación de «represión casi total», inédita «al menos para el periodo postsoviético».
En la práctica, «no es posible hacer periodismo independiente» y el único medio independiente ruso que queda es Novaya Gazeta, añade.
También afecta a los extranjeros, varios de los cuales -como Efe- han decidido suspender el trabajo de sus corresponsales por la nueva ley que castiga con hasta 15 años de cárcel la publicación de informaciones sobre la invasión de Ucrania que el poder considere falsas.
Una suspensión que el responsable de RSF considera «legítima» porque a su parecer el riesgo no es únicamente que Moscú expulse a periodistas del país sino que, como se ha visto en el caso de regímenes como el turco o el chino, «existe la posibilidad de que sean tomados como rehenes institucionales».
POSIBILIDAD DE CHANTAJE A MEDIOS EXTRANJEROS
Su encarcelamiento podría ser utilizado por el Kremlin como medio de presión sobre las redacciones e incluso sobre los países de origen.
Deloire se niega a relacionar esta nueva vuelta de tuerca de la represión mediática en Rusia con la prohibición por la UE en su territorio, desde la semana pasada, de las emisiones de Russia Today (RT) y de Sputnik, por considerar que se trata de dos medios de propaganda.
Primero porque no hay que caer en la «ingenuidad» de poner al mismo nivel RT y Sputnik, «creados por un Estado censor, represivo y propagandista para tratar de desestabilizar las democracias», y porque a Putin no le hacía falta buscar la excusa de las represalias.
Pero si bien la suspensión le parece «legítima por el fondo», critica que se haya tomado con urgencia y sin un sustento jurídico. RSF había hecho, precisamente, una propuesta de un «sistema de espacios informativos democráticos» con el que las instituciones europeas deberían construir un marco legal.
Su argumento es que como el espacio de la comunicación está globalizado, se necesitan reglas para «evitar que los medios propagandísticos puedan trabajar sin trabas en las democracias».
Deloire hace hincapié en que en Ucrania, aunque la situación «no ha sido perfecta» en términos de libertad de prensa en los últimos años, «en comparación con lo que ocurre en Rusia, no hay color», porque tanto los periodistas ucranianos como los extranjeros «pueden trabajar fácilmente».
Con la guerra -puntualiza- a corto plazo hay «un muy gran riesgo» para unos y otros en términos de seguridad, sobre todo para los ucranianos que no están acostumbrados a cubrir la guerra, no tienen material ni formación, a diferencia de ciertos reporteros venidos de fuera y curtidos en conflictos bélicos.
«Algunos de ellos se están convirtiendo en reporteros de guerra, que no han ido a la guerra porque es la guerra la que ha ido hasta ellos», reconoce.
Por eso RSF ha creado un «centro para la libertad de prensa» en la ciudad de Leópolis, al oeste de Ucrania, que abrirá en los próximos días para dar asistencia a periodistas ucranianos y extranjeros con formación y material, ya que cada día reciben «decenas y decenas de demandas», por ejemplo de cascos o de chalecos antibalas.
DENUNCIA POR CRÍMENES DE GUERRA
La organización tiene constancia de que diferentes equipos de periodistas han sido tiroteados. Un cámara ucraniano murió al ser destruida la torre de la televisión de Kiev, una de las cuatro que las fuerzas rusas han hecho saltar por los aires en otras tantas ciudades.
«Hay una política clara de Moscú de atacar a los medios» -destaca Deloire- y por eso Reporteros ha presentado una denuncia ante la Fiscalía de la Corte Internacional de Justicia (CPI) por crímenes de guerra.
Y aunque sabe que la justicia internacional es lenta, espera «una condena de Vladímir Putin y de sus cómplices por crímenes de guerra contra los periodistas, que son civiles, o contra las infraestructuras civiles».
La demanda ante la CPI «es una forma de luchar contra la impunidad de los que perpetran esos crímenes de guerra», concluye.
Ángel Calvo
EFE