Buenos Aires, 7 enero.- El uso de plasma sanguíneo de pacientes recuperados es efectivo en mayores de 65 años con covid-19, ya que reduce en un 60 % la posibilidad de que necesiten oxígeno y convierte la enfermedad en «un mal catarro», según un estudio de la argentina Fundación Infant.
La investigación, realizada sobre una muestra de 160 adultos mayores de 65 años con al menos una comorbilidad y mayores de 75 en general, destaca que el plasma «es eficaz para evitar que la covid-19 se transforme en una enfermedad respiratoria grave, siempre que se administre dentro de las primeras 72 horas de la aparición de síntomas».
«El plasma es sólo un vehículo que lleva anticuerpos. El 28 % de las personas tiene, según nuestro estudio, la cantidad de anticuerpos necesarios para donar plasma para este tratamiento. Restringiendo los donantes a los de mayores concentraciones de anticuerpos, es posible mejorar el rendimiento del plasma aún más», destacó el director de la fundación, el doctor Fernando Polack, en declaraciones que recoge el informe.
El diseño de este estudio fue aleatorio, de doble ciego y controlado con placebo, lo que significa que la mitad de los pacientes recibió al azar plasma de alto nivel de anticuerpos y la mitad restante placebo, sin que médicos ni participantes supieran qué sustancia se administró a cada persona.
De los pacientes tratados con plasma, sólo nueve necesitaron oxígeno frente a veintitrés a las que se les suministró placebo.
Conforme a esta investigación, una de cada seis personas tratadas con plasma que habría tenido un grado severo de la enfermedad de no haberlo recibido no llegó a desarrollarla.
«Este es el único estudio en el mundo contra el SARS-CoV-2 que se hizo con esta metodología rigurosa de comparación temprana de un grupo ante otro y, por lo tanto, otorga evidencia de que la enfermedad no avanzó debido a la administración del plasma y no por otras razones”, explicó la doctora Romina Libster, una de las autoras principales de la investigación.
Las autoridades sanitarias de Argentina iniciaron el pasado 6 de mayo los ensayos clínicos sobre el uso de plasma de pacientes ya recuperados y, si bien se había demostrado su seguridad en varias partes del mundo, no se había podido hacer lo mismo con su efectividad.
La recogida de plasma se hace a través de una máquina de aféresis, que permite la separación de los diferentes componentes de la sangre, en la cual se extraen unos 600 mililitros de material que luego se divide en tres dosis de 200 mililitros cada una.
A cada paciente se le hace la transfusión de dos dosis provenientes de donantes diferentes.