Columna de opinión publicada en EL FICHERO.
Por: Fernando Quijano
2 de Mayo, 2016
Este santuario en Medellín se niega a reconocer la mafia que lo agobia .Desde hace años se viene hablando de la compleja situación de violencia y criminalidad que vive Medellín y una gran parte del debate gira en torno a quiénes representan el crimen urbano y ejercen la violencia: dónde se ubican, cómo actúan, cuántos son. Pero ahora, después de mucho tiempo, por fin se reconoce que el crimen urbano va más allá de la actuación de simples combos de ‘muchachos díscolos’, ahora se sabe que hay estructuras ilegales, que unos denominan Odin (Organización Delincuencial Integrada al Narcotráfico) y otros llaman Bacrim (Bandas Criminales), términos que buscan acabar de tajo la existencia del paramilitarismo porque en una ciudad pujante es mejor hablar de delincuencia común y organizada, eso limita el número de víctimas que arroja diariamente el conflicto urbano.
En mi caso, prefiero llamarlas estructuras paramafiosas, porque eso es lo que son. Una mezcla de mafia, paramilitarismo e institucionalidad (aunque sea sólo un sector de esta). Hoy en Medellín, son dos estructuras las que dominan a la mayoría de bandas que operan en el 70% del territorio, y esta columna buscará incluir un porcentaje más a ese control territorial ilegal, un pedazo de la ciudad que siempre se ha creído aislada y blindada de la presencia del crimen: El Poblado.
La comuna 14 –Poblado-, la más encopetada, una isla artificial en medio del cogobierno criminal, se ha negado a reconocer su realidad y a seguir el ejemplo de la comuna 11, Laureles, que ya se sacudió del letargo y reconoció que la inseguridad es alta, y no sólo por el robo de motos, carros, celulares o el fleteo, también sabe que la vacuna y el tráfico de drogas comenzaron a instalársele.
Ahora, el crimen organizado, a través de la Oficina, dejó claro que puso sus ojos sobre el Poblado y que ya no será utilizada sólo como lugar de confort o refugio. Sí, respetada comuna 14, aunque tantas veces han ignorado la realidad y muchos de sus comerciantes han cuestionado a quienes la evidencia alegando que son intereses mezquinos y políticos, ahora toca sus puertas. La situación desbordó y ya no pueden esconderla bajo la alfombra.
Comunidad del Poblado, a ustedes que instruyen a sus seres queridos para que se mimeticen cuando salen a estudiar, a trabajar o a divertirse a esa otra Medellín, a ustedes les informo que su territorio es objetivo de los criminales, ustedes ya no son los importantes,ahora sólo importa el nicho económico que deja la romería de extranjeros y “nuevos ricos” que se pasean por sus calles, parques, bares, hoteles y hostales.
Hoy, el Parque Lleras, uno de sus lugares predilectos, símbolo de ostentación, la zona rosa, se ha venido convirtiendo en un centro para el tráfico de drogas, y aunque no es el único sitio del poblado, allí va en aumento y se ha diversificado con la llegada de la cocaína rosada o 2 CB, las metanfetaminas, el tradicional perico y la cripy, sólo por nombrar algunas. Su distribución ya no es estacionaria, y ahora han innovado: la envían a domicilio para evadir los controles policiales que a veces se realizan y para que los habitantes no la sientan tan cerca aunque lo esté.
Ustedes solo se conmocionan cuando hay homicidios, especialmente si son de extranjeros, en su comuna o cuando aparecen informes periodísticos que dan cuenta de su problemática de seguridad. Pero la inseguridad va más allá de lo anotado hasta el momento, la vacuna también les llegó, al igual que el turismo sexual que trae consigo otro tipo de actividades ilegales.
Una parte del turismo no viaja a Medellín para visitar la plaza Botero, montar en Metrocable o hacer los tours Pablo Escobar; el turismo sexual viene buscando el combo completo: droga, sexo, alcohol, rumba, seguridad y clandestinidad, y ese turismo suele instalarse en el Poblado, donde consigue hosterías, hoteles, apartamentos y sitios de diversión que satisfacen su búsqueda, búsqueda que implica explotación sexual de niños, niñas y adolescentes y prostitución de hombres y mujeres.
Ese turismo sexual no es manejado por individuos independientes, es el crimen organizado quien lo dirige y lo extiende sobre toda esa comuna. Y no estoy inventando nada, esta columna no pretende causar pánico ni ganar réditos políticos o económicos; es la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito la que lo dice, sus investigaciones han demostrado que el Poblado está en el ojo de la criminalidad por la llegada masiva de turistas, muchos de los cuales vienen buscando sexo, drogas y alcohol.
Finalmente, debo decir: es hora de reventar la burbuja en la que pretenden vivir, la realidad del Poblado es inocultable, seguirla evadiendo solo la volverá incontenible. Soluciones hay, y no es irse a vivir a las afueras de la ciudad o a Miami. Hay que empezar a crear y generar políticas reales de seguridad. Hay que luchar por la tranquilidad, así que los invito a que no piensen en su comuna como una isla artificial, piensen en la ciudad integral, exijan seguridad, tranquilidad, convivencia y equidad para todos. Si ustedes se pronuncian la institucionalidad los escuchará, porque en últimas son ustedes quienes ponen la plata, los votos y dan el poder a quienes gobiernan la ciudad cada cuatro años. Pero no lo hagan solos, trabajemos juntos, creo que nuestra ciudad se merece al menos eso.
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