El líder mapuche Celestino Córdova, condenado por asesinato, alcanzó este martes un histórico acuerdo con el Gobierno de Chile que le permitirá pasar hasta 30 horas en su domicilio, a cambio de terminar la huelga de hambre que sostiene desde hace 107 días como medida de presión.
«Las huelgas de hambre causan deterioro en la salud de las personas (…) Para nosotros es motivo de satisfacción que se haya depuesto», anunció el ministro de Justicia, Hernán Larraín.
El acuerdo, alcanzado tras exhaustas negociaciones en las que participaron instituciones como la ONU y el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), ayuda a destrabar la escalada de tensión registrada en las últimas semanas en el marco del llamado «conflicto mapuche».
El «machi», que se amparaba en el Convenio 169 de la ONU sobre los pueblos indígenas que Chile ratificó hace una década, quería en un principio cumplir al menos seis meses de su condena en arresto domiciliario para renovar su «rewe» (energía espiritual), pero un tribunal rechazó su petición en julio y la Corte Suprema de Chile ratificó el fallo el 13 de agosto.
El Gobierno le ofreció pasar hasta 15 horas en su domicilio, tal y como hizo en julio de 2018, pero Córdova respondió el lunes con una contrapuesta y, tras una negociación contrarreloj, se fijó un permiso de hasta 30 horas.
«Este acuerdo no nos debe hacer olvidar el conjunto de incumplimientos que existen en la relación entre el Estado y los pueblos indígenas relativos a la no discriminación, a la participación política y a los derechos territoriales, lingüísticos y culturales», afirmó el director del INDH, Sergio Micco.
«El proceso marca un antes y un después porque permite a los privados de libertad indígenas ser tratados a acorde a principios de igualdad y no discriminación con criterio de pertenencia cultural», agregó por su parte el representante de ONU Derechos Humanos en América del Sur, Jan Jarab.
Córdova, una autoridad entre el pueblo mapuche, fue condenado por el incendio que en 2013 causó la muerte al matrimonio de ancianos agricultores Luchsinger-Mackay y desde hace un mes estaba ingresado en un hospital de Temuco, capital de La Araucanía, por su debilitado estado de salud.
Además del «machi», que tendrá que recuperarse primero para disfrutar del permiso, hay otra veintena de presos mapuches en huelga de hambre, con los que el Gobierno manifestó su disposición para seguir negociando a fin de que suspendan la protesta.
El «conflicto mapuche», agravado a raíz de las huelgas de hambre, enfrenta desde hace décadas a comunidades indígenas con empresas agrícolas y latifunditas descendientes de colonos que explotan tierras consideradas ancestrales en La Aracuanía y en otras del sur de Chile.
En el marco de este conflicto, son frecuentes los ataques incendiarios a maquinaria agrícola y predios, aunque en las últimas semanas se han registrado además ocupaciones de edificios municipales y marchas racistas.
EFE