París, 9 de febrero de 2022.- En una jornada clave del juicio sobre los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, que mataron a 130 personas, el principal acusado y único superviviente de los comandos yihadistas, Salah Abdeslam, defendió este miércoles con igual vehemencia tanto su inocencia como su adhesión al Estado Islámico.
«No he matado ni herido a nadie, ni siquiera un rasguño», proclamó ante el Tribunal de lo Criminal de París, que hoy y mañana lo interroga por primera vez sobre su radicalización y el periodo anterior a septiembre de 2015.
Con camisa blanca y mascarilla, locuaz y a veces irónico, Abdeslam, de nacionalidad francesa y origen marroquí pero criado en Bélgica, empezó la sesión con una declaración voluntaria para criticar el proceso en su contra.
«En los casos de terrorismo a veces las penas pronunciadas son extremadamente duras contra gente que no ha herido ni matado a nadie», destacó el acusado, el único de la célula yihadista que esa noche no activó su chaleco explosivo o murió abatido por disparos de la policía.
En un futuro, añadió, «cuando haya alguien que se encuentre en un metro, en un autobús o en otra parte con una maleta con 50 kilos de explosivos y que en el último momento se diga que quiera dar marcha atrás, sabrá que no tiene derecho a pensar eso porque no se le va a perdonar».
POSIBLE ARREPENTIMIENTO
De forma indirecta dio pistas así sobre uno de los grandes interrogantes que pesan sobre lo sucedido tanto en la investigación como en este juicio, previsto de septiembre pasado a mayo próximo: si no detonó su chaleco porque se arrepintió o porque el dispositivo no funcionó.
En un primer momento Abdeslam, de 32 años, precisó que prestó lealtad al Estado Islámico apenas 48 horas antes de los ataques en la sala de conciertos Bataclan, en bares y restaurantes de París y en el Estadio de Francia, pero luego se contradijo: «Juré lealtad sin jurarla, sin seguir la regla, sin saberlo».
Ya se había declarado en el juicio como combatiente del EI y aprovechó esta nueva sesión para justificar a esa organización yihadista.
«Combate para restablecer el orden islámico. El mundo occidental impone su ideología al resto. En muchos países los valores occidentales pasan por encima de los valores islámicos. Para nosotros los musulmanes es una humillación», apuntó.
En su opinión, los atentados y operaciones militares del EI sobre suelo europeo responden a las «agresiones» de Francia y de Occidente: «Es una transgresión de la religión por otra, pero estoy explicando solo su punto de vista, ya he dicho que no he matado ni herido y que no tengo intención de hacerlo».
«Lo que puedo decir es que no soy un peligro para la sociedad», recalcó en un testimonio calculadamente ambiguo, en el que intentó parecer colaborador pero eludió entrar en ciertos detalles. «Mi hermano me pide hacer ciertas cosas y yo las hago», dijo.
Su hermano Brahim, cinco años mayor que él, fue uno de los terroristas suicidas de París, pero Abdeslam huyó aquella noche de la capital francesa y logró llegar a Bruselas, donde escapó de las fuerzas de seguridad durante más de cien días hasta su arresto el 18 de marzo de 2016.
A Brahim «le gustaba conocer a gente, era alguien carismático, muy abierto», recordó sobre él. «No recibió la misma misión que quienes cometieron los atentados. Me explicó que le dijeron: vas a volver a Bélgica y te llamaremos cuando te necesitemos».
VIAJE A GRECIA
A diferencia de su hermano, Abdeslam nunca fue a Siria. Sí a Grecia con otro acusado, Ahmed Dahmani, pero ese viaje, según destacó, fue por diversión.
«Teníamos dinero y decidimos ir. En esa época Grecia estaba en crisis. Visitamos varias islas y volvimos. No hay más. Sé que es difícil de entender porque para vosotros todo está ligado al Estado Islámico, pero hay vida social más allá de eso».
Abdeslam, que hasta su detención dijo estar seguro de que iba a morir – «estaba fugado y cada día pensaba que iba a ser el último» -, recordó como a un «hermano» al presunto coordinador de los atentados, Abdelhamid Abaaoud, abatido por las fuerzas francesas con otros dos colaboradores cinco días después de los ataques.
«Era mi amigo de infancia y ya no está. Espero volver a estar con él pronto», declaró del supuesto líder de los ataques, con el que aseguró no haber estado en contacto desde que este último se fue a Siria en enero de 2014.
Aunque ni su hermana ni su madre ni su exnovia se personaron en la sala para declarar, en el tribunal se leyó entre otras una carta de Yasmina, su exprometida: «Sus padres los educaron como si pudieran hacer lo que quisieran. No se les enseñó a discernir el bien del mal», menciona la misiva sobre los dos hermanos.
El juicio comenzó en septiembre y proseguirá hasta mayo. En total hay catorce acusados en el Tribunal de lo Criminal de París mientras otros seis son juzgados en rebeldía, cinco de los cuales se cree que están muertos.
Marta Garde
EFE