Roma, 11 may – Los turistas han vuelto a las calles de Italia gracias a la reducción de las restricciones y la mejora de los datos epidemiológicos, aunque se trata de un retorno progresivo, aún muy lejos de las cifras habituales de una primavera sin pandemia en uno de los países más visitados del mundo.
La presencia todavía de más turistas nacionales que extranjeros, la vuelta de visitantes a los principales museos o las primeras excursiones de cruceros que se dejan ver marcan este regreso «a fuego lento» del turismo.
LOS PRIMEROS TURISTAS EXTRANJEROS
Dominique, un turista suizo de Ginebra que visita por tercera vez el Vaticano y ha llegado a Roma en crucero, se alegra de poder ver la ciudad sin aglomeraciones: «No hay nadie cerca, es genial, podemos hacer fotos sin que salga nadie».
A pesar de la exigencia de una cuarentena de cinco días para los turistas que entran en Italia, pocos la cumplen. «Solo hace falta hacerse una PCR antes de llegar y respetar las restricciones», explica a Efe, convencido.
Nicola, de Luxemburgo, también ha viajado a Italia tras hacerse un test negativo de coronavirus, según asegura a los pies de la escalinata de la plaza de España.
Ha venido dos días para visitar a su hija, que estudia en Roma, aunque piensa volver con más tiempo a partir del 15 de mayo, cuando «la política de entrada en Italia sea más fácil», pues espera que se elimine la cuarentena obligatoria para quienes llegan desde la Unión Europea.
VIAJES DENTRO DE ITALIA
La mayor afluencia de visitantes se ha notado en la Galería de los Uffizi de Florencia, que la pasada semana recibió a 21.000 personas, de las cuales un 10 % eran extranjeras, «franceses, ingleses, rusos, alemanes y algún estadounidense», informa a Efe su director, Eike Schmidt, quien hace hincapié en que muchos han viajado desde otros puntos de Italia.
Es el caso de Alona y Veronika, dos estudiantes rusas que viven en Bérgamo y han aprovechado que ya se permite la movilidad entre las regiones con menores restricciones para visitar la capital italiana.
«Siempre nos gusta viajar y descubrir las bellezas de Italia», expresan.
Laura y Mario, Erasmus españoles en Roma, han hecho las maletas dos veces en las dos primeras semanas de desescalada: el fin de semana pasado estuvieron en Nápoles y Sorrento, y ahora pasean por Venecia.
«Tardaremos en volver a Roma porque iremos haciendo paradas por el camino, aprovechando que ahora es más fácil viajar, pues los precios son más bajos, hay menos gente en los museos y no hay que reservar para los restaurantes», cuentan, con la cabeza puesta ya en el destino de su próximo viaje, Florencia.
Para el director de los Uffizi esta vez el regreso del turismo supera «las experiencias de junio del año pasado o febrero de este año», cuando Italia aflojó unas restricciones que enseguida volvió a endurecer por la mala evolución de la pandemia.
«Los datos confirman el optimismo», explica Schmidt, que espera alcanzar las cifras del verano pasado con un 20 % de visitantes extranjeros y también mejorar los datos absolutas, «lo que marcará la diferencia».
OPTIMISMO MODERADO EN LOS NEGOCIOS
Los negocios turísticos también observan la llegada de los nuevos visitantes, aunque la mayoría los consideran insuficientes, como Gabriele Rosetti, que trabaja en una tienda de souvenirs religiosos al lado de la plaza de San Pedro.
«Ahora han vuelto los cruceros y tenemos dos o tres a la semana», comenta Rosetti, para quien la clave para que aumente el número de visitantes será la supresión del toque de queda, actualmente fijado a partir de las 22.00 horas (20.00 GMT).
Gabriela Morosanu, propietaria de una cafetería cercana al Vaticano, explica que hay «un uno o dos por ciento de los turistas que venían antes», pero, a pesar de ello, se muestra optimista y asegura que el pasado fin de semana hubo «un incremento de viajeros: estadounidenses, muchos españoles y algunos franceses».
«Incluso en lunes hemos visto más movimiento», dice, esperanzada.
Al mismo discurso se suma Rory Bruce, propietario de la cafetería Babingtons: «Estar abiertos ya es gran cosa», se contenta, y agradece tener «una gran clientela nacional» que suple la falta de turistas.
El local centenario, que se mantuvo abierto durante las dos guerras mundiales, «por primera vez en su historia, ha tenido que cerrar la puerta por este virus que nos ha golpeado globalmente».
Toni Conde y Mercedes Ortuño