El Cairo, 27 agosto de 2021.- La egipcia Rasha Mekki intentó durante años tener un hijo aunque problemas de salud se lo impidieron, a lo que se añadió la «prohibición» de adoptar según el islam. Sin embargo, descubrió una alternativa, la «kafala» o acogida, que ofrece un hilo de esperanza a muchas familias a pesar del tabú y las dificultades.
«Crecí en Egipto convencida de que la adopción está prohibida en la religión sin saber que hay una forma alternativa permitida para criar a un huérfano», dice Mekki a Efe desde la pequeña sede de su ONG Yala Kafala (Vamos a acoger), que se dedica a facilitar la acogida y cuidados de niños sin hogar en familias egipcias.
Admite que «existe aún una ignorancia y un gran tabú» en la sociedad egipcia, a pesar de que en junio de 2020 el Gobierno enmendó una ley para permitir a un niño o niña de acogida llevar el primer nombre del padre o madre, o apellido familiar, como un paso para facilitar la difícil integración de estos pequeños.
FACILIDADES LEGALES
La nueva ley también permite a las mujeres solteras, viudas o divorciadas, de 30 años o más, acoger a niños, un cambio muy significativo en esta conservadora sociedad.
Es el caso de Safaa Mohamed, soltera y de 42 años, que empezó los trámites para la acogida hace poco ya que anteriormente la ley no se lo permitía y su madre tampoco la apoyaba.
«Al principio mi madre rechazó la idea pero los funcionarios del Ministerio de Desarrollo Social intentaron convencerla. Al final me dio un plazo de un año para encontrar un marido y, si no lo encontraba, podía hacer la acogida. Mi madre murió por la covid-19 hace un año y justo después terminé los trámites para la acogida», relata.
UNA PALABRA QUE CAMBIÓ TODO
Mekki chocó, cuando lanzó su primera iniciativa «Adoptar en Egipto» hace cuatro años, con el rechazo de muchos, que consideran esta práctica «prohibida por el islam», explica desde la sede de su ONG en el barrio cairota de Maadi, donde hasta el letrero ha sido retirado por la hostilidad de los vecinos.
Pero se dio cuenta de que al cambiar la palabra adopción por «kafala» o acogida, evitando así «la malinterpretación», logró que se le abrieran «muchas puertas y canales oficiales», a través de los que empezó a trabajar.
«En general, la adopción y kafala son similares, ya que el niño vive conmigo como mi hijo», indica, pero la diferencia es que el menor no lleva los nombres y apellidos completos de la familia que lo acoge, porque está prohibido por el islam.
Según Dar al Ifta, la institución encargada de emitir edictos religiosos en base a la interpretación de la ley islámica, el islam «insta a acoger a huérfanos» para criarlos y educarlos, aunque prohíbe la adopción.
«La responsabilidad de acoger a un huérfano en el islam incluye todas las responsabilidades y deberes de la adopción, excepto el cambio de descendencia, que el islam prohíbe, y sus consiguientes consecuencias», reza uno de esos edictos.
Mekki lamenta que «hay muchas mujeres que les da vergüenza decir que tienen un hijo que no es biológico porque todavía la sociedad no acepta ni integra estos niños», a pesar de los cambios legales.
UN HILO DE ESPERANZA
Desde las enmiendas de junio de 2020, las solicitudes de acogida por parte de familias alcanzaron un récord de 2.500 en menos de un año, tal y como anunció la ministra egipcia de Solidaridad Social, Niven al Kabah, el pasado abril.
Aparte de las facilidades legales, la telenovela «Leh Laa» (Por qué no), estrenada este año, junto a las campañas de concienciación de organizaciones como Yala Kafala, han hecho que muchas familias se animen a solicitar la custodia de un niño sin hogar.
Según un informe de Unicef y de la agencia oficial de estadísticas egipcia CAPMAS, en 2016 más de 12.000 niños estaban acogidos en orfanatos en Egipto, aparte de los miles que vivían en las calles.
Esta semana se reavivó el debate en torno a estos pequeños y a las familias que los acogen después de que Yomna Dhroug, directora de la ONG Kafala in Egypt, compartiera un vídeo en su Facebook que se hizo viral.
La mujer instó a que los nuevos solicitantes acojan «con responsabilidad» a los niños y no como «una moda» pasajera, después de que denunciara el caso de una niña devuelta después de que la madre de acogida se quedara embarazada y otro niño que corrió una suerte similar por tener una enfermedad.
Shady Roshdy e Isaac J. Martín