El 7 de marzo de 2014, fue publicada en la revista PROCESO, una entrevista que el periodista Rafael Croda, le realizó al padre Juan Carlos Velásquez, titulada “Colombia: El sacerdote de los mafiosos” en ella él sacerdote explica la labor social y clerical que realiza y la cual incluye personas del mundo criminal, especialmente su trabajo según él, encaminado a los jóvenes de 12 a 16 años de edad, algunos de los cuales han sido reclutados forzadamente por las bandas armadas que están al servicio de las estructuras paramafiosas de los ‘Urabeños’ y Oficina del Valle de Aburrá.
Uno de los puntos que llama la atención es el que hace referencia al pacto criminal, la definición que el sacerdote presenta y la forma como al parecer lo siente y vive la gente en las calles de la ciudad metropolitana, “Al referirse al Pacto del fusil que protagonizan la Oficina y Los Urabeños desde julio pasado, el sacerdote prefiere no conceptualizarlo. “Esta tregua –indica– se da en lo cotidiano de la vida, no es un concepto que esté en los libros, la tregua está en la calle, está en la gente, está en los barrios. ¿Qué significaba para nosotros? Algo muy sencillo como el poder salir a la calle”.
–¿Significa tranquilidad?
–Sí, tranquilidad. Significa poder dormir en la cama, porque cuando el ambiente en los barrios populares está muy tenso, uno no puede dormir en la cama, uno tiene que dormir en el suelo o en el baño porque las balas de las bandas atraviesan paredes. Aquí la guerra se hace con armas que atraviesan cuatro o cinco paredes».
Lo anterior demuestra que la única que no reconocen el pacto del fusil acordado entre los criminales el 13 de julio de 2013, es la institucionalidad, la cual en la actualidad sigue cosechando réditos en materia de seguridad a partir del cese temporal de la guerra urbana.
Análisisurbano.com reconoce la importante labor social que realiza el padre Juan Carlos, conocido como ‘El Mechudo’, ojalá el Estado local, departamental y nacional acompañaran este tipo de iniciativas, máxime ahora que se podría dar inicio al posconflicto. Cabe recordar que la paz no solo es rural también tiene que ser urbana.