Desde calabozos y hospitales hasta postulantados franciscanos ha tenido que desinfectar Diego Alonso Pérez, un ingeniero colombiano que optó por conformar una especie de escuadrón de limpieza para combatir la propagación del COVID-19 e impulsar su empresa, afectada por la cuarentena.
«Son momentos críticos, pero hay que mirar el lado positivo de esta pandemia para beneficiar a los clientes y ayudar a minimizar un poco la propagación», expresó a Efe Pérez, gerente de Hydrobombas, una compañía que usualmente se dedica al mantenimiento de sistemas de bombeo.
Con la llegada del coronavirus a Colombia, su empresa dejó de funcionar como una «sala de emergencias» que, además de lavar y desinfectar tanques de agua potable en un centenar de edificios de Medellín, reparaba daños en unidades residenciales, hospitales o centros carcelarios, entre otros.
Aunque esos servicios siguen vigentes en la dinámica de «velar porque la gente tenga agua durante este encierro», su creatividad lo llevó a diversificar la oferta cuando las ventas «flaquearan un poco» durante el periodo de aislamiento obligatorio.
«Nosotros podíamos llegar a atender a unos 15 clientes al día», contó el ingeniero, responsable de 23 empleos directos y 10 indirectos.
Pérez aprovechó su experiencia en el sector y sumó conocimiento para empezar a implementar procesos de desinfección para reducir la carga viral en algunas superficies.
RELIGIOSOS BUSCAN PROTEGERSE
Entre los clientes que ha encontrado con servicio de desinfección de zonas comunes y de interiores, está el postulantado franciscano Casa de San Pablo en Itagüí, municipio aledaño a Medellín y donde cerca de 20 jóvenes permanecen junto a cuatro formadores, que los acompañan en su preparación para la vida religiosa.
El Fray Dayron Hinestroza detalló a Efe que optaron por mejorar las condiciones de desinfección, que incluye la instalación de una cabina con aspersores en la entrada para minimizar riesgos porque «entre los formadores hay personas mayores de 70 años».
Hasta esta comunidad franciscana, que extremó los cuidados y celebra misas en su cancha de fútbol, llegó el equipo de Hydrobombas con su nuevo desarrollo para que tanto los postulados como los sacerdotes probaran el proceso de desinfección realizado con productos que «son los homologados y efectivos para el virus», dijo Pérez.
Esta empresa, que ha fabricado cerca de 10 cabinas, ha realizado procedimientos similares en unidades residenciales en Medellín y en municipios aledaños para mejorar las «condiciones de salubridad para ingresar» de sus habitantes.
REINVENCIÓN Y SOLIDARIDAD
Tras complementar los servicios mecánicos de equipos de bombeo y de lavado de tanques, el emprendedor quiso hacer su aporte para contribuir con la mitigación del COVID-19 con la donación de una cabina a un hospital y de la intervención en un comando policial, donde hay continua circulación de personas.
Para ese tipo de intervenciones, el gerente contó que el grupo de trabajo utiliza un traje que los cubre de pies a cabeza, además de careta, gafas y guantes.
La Corporación Interactuar, que apoya a las microempresas colombianas y que capacitó a Pérez con programas como Alístate y Método Base de Aceleración, ha acompañado este tipo de transiciones que han permitido a emprendedores mantenerse a flote en medio de la crisis.
«Yo tuve que mandar a la parte administrativa para su casa y las ventas han flaqueado un poco, pero seguimos evolucionando y eso ha servido para que el trabajo no haya desfallecido», sostuvo el ingeniero.
EFE