En Medellín entrenan al Esmad con yoga para el manejo de emociones

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Al verlos enfundados en sus uniformes negros antidisturbios con equipo protector corporal, un bastón tonfa, escudo antimotín de policarbonato o metálico y, en ocasiones, con armamento de gas lacrimógeno, bolas marcadoras y bombas aturdidoras, más el apoyo de tanquetas que disparan agua a presión, podría pensarse que se trata de hombres indestructibles como máquinas, tal y como suelen aparecer en las manifestaciones ciudadanas que se han vivido durante los últimos días en Medellín y otras ciudades del país.

Sin embargo, no es así. Como cualquier otro mortal, cada uno de los integrantes del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) siente miedo. También sufre rabia y estrés.

Carlos Mario Manco es uno de ellos. En el Esmad está desde hace ocho años.

En sus palabras, en ese trabajo se siente miedo, pero este ha cambiado. Fue entrenado, como sus demás compañeros, para no ceder ni desesperarse ante los insultos, golpes u objetos que les arrojan los manifestantes, pero ahora la tensión se centra en no equivocarse.

«Llegar a cometer algún error, ese es el miedo. Y uno tiene que canalizar esos miedos para no llegar a hacer algo peor. Uno como padre de familia tiene muchas responsabilidades, si hace algo mal, todo ese mal cae sobre mí y sobre mi familia», dice.

Destacó que el ejercicio le ayudó a entender que no debe llevar sentimientos ni problemas de la casa al trabajo y viceversa, de modo que no se afecte ninguno de los dos roles que tiene, en tiempos en los que en el país solo se habla del actuar del escuadrón y sus límites.

«Más de uno de nosotros no tiene el secreto de cómo tener autocontrol. Cada uno está aprendiendo cómo entrar en esa tranquilidad, cómo canalizar esa rabia o ese estrés», manifiesta el uniformado.

Ahora está en ropa deportiva, preparado para la sesión de yoga y meditación que busca darle herramientas en el manejo de las emociones. Esta es una estrategia pedagógica de la Gestora Social de Medellín, Diana Osorio, para intervenir grupos poblacionales que manejan público.

«Cuando yo reconozco mi propia violencia, antes que la ajena, puedo contribuir a la disminución de esta. Muchas veces justificamos nuestra violencia creyendo que el otro es el malo, el que tiene toda la culpa. Todos tenemos que estar en armonía y si se descompensa una parte, la otra también. Al final, todos somos un sistema», explica Osorio.

El objetivo es llegar a los 300 integrantes del Esmad, en el valle de Aburrá, que hacen parte de un grupo de 7.000 policías con los que cuenta Medellín y su área metropolitana.

En el piso de un salón de Plaza Mayor hay cuadros amarillos dibujados con cinta, lo que indica el espacio en el que debe permanecer cada uno de los 30 asistentes a la sesión de este viernes soleado. La primera parte, antes de extender la colchoneta (o yoga mat) para la sesión de yoga, es una charla sobre las emociones.

Entonces, les hablan del miedo, de la rabia, del dolor y de la tristeza entre otros sentimientos que, en momentos de tensión, pueden salir a flote de la peor manera.

«Cuando una emoción se reprime, toma fuerza al doble», les dice Felipe Zapata, mentor de una técnica del manejo de emociones que ha llamado ‘La ingeniería de la invisible’.

Foto de El Tiempo

Aunque en su discurso les habla de tú a tú, les reitera que como ellos todas las personas deben saber manejar sus estados de ánimo y emociones, es decir, que sentir ira hacia el otro no es lo natural porque «lo normal es permanecer imperturbable».

«El otro huele tu miedo. Al enfrentarte a tu labor, o cuando ustedes ven a los manifestantes, ellos huelen tu miedo», les dice.

Zapata les explica cómo las emociones no se tramitan desde la parte consciente de la mente, sino del inconsciente. De allí, su término de la ingeniería de lo invisible. «Todos queremos hacer cambios en nuestra vida, y muchos están relacionados con las emociones. La ingeniería de lo invisible son prácticas modernas (porque ya existen muchas ancestrales) de cómo desarrollar tu conciencia, para tramitar esas emociones», agrega.

Después de esta parte introductoria, Manco y sus compañeros despliegan sus mat y están listos para una clase de yoga que los prepara para la meditación, que es un estado superior en el que solo importa el presente.

Al frente de ellos hay un altar, que es una Mesa Andina de la tradición de los quechuas. Una parte es una combinación de telas que hace referencia a universo y a la representación del cosmos, para «conectarse con el todo».

También hay fuego que, en la creencia, ayuda a trasmutar, a traer luz y consciencia. Igualmente, instrumentos de vibración. Todos los elementos toman relevancia para el momento de la meditación y mientras se escuchan algunas instrucciones del mentor, de fondo suena un tambor y en el aire hay un delgado humo blanco, huele a incienso.

Es Copal, una planta del Putumayo que se utiliza en rituales chamánicos, en ceremonias o momentos sagrados.

El momento es crucial para llegar al estado de imperturbabilidad. Y aunque, cuando los patrulleros deciden ser miembros del Esmad, les enseñan a manejar la tranquilidad y la calma para no exceder la fuerza o extralimitarse, el objetivo con este ejercicio es que cada uno de los presentes despierte alguna afinidad por la técnica de meditación e imperturbabilidad.

«Más de uno de nosotros no tiene el secreto de cómo tener autocontrol. Cada uno está aprendiendo cómo entrar en esa tranquilidad, cómo canalizar esa rabia o ese estrés», expresa Manco, al finalizar manifestó el uniformado después de cuatro horas de reflexión y recogimiento.

Destaca, asimismo, que el ejercicio le ayudó a entender que no debe llevar sentimientos ni problemas de la casa al trabajo y viceversa, de modo que no se afecte ninguno de sus dos roles que tiene, mucho más en tiempos en los que en el país solo se habla del actuar del escuadrón y sus límites.

Buscan llegar a varios públicos en la ciudad

Por lo pronto, las clases de yoga y meditación se expandirán a otros públicos, pues según la gestora social esta va a ser una apuesta pedagógica de ciudad para intervenir grupos poblacionales que manejan público, por lo que planean hacerlo con transportadores de servicio público, comunicadores, padres de familia de los niños de Buen Comienzo, comunicadores sociales y otros. De la fuerza pública, también esperan llegar al Ejército.

“La comprensión, la tolerancia hacia el otro parte del reconocimiento emocional propio, entonces por eso nos toca empezar a trabajar es en las personas antes que en la sociedad”, manifestó Diana Osorio al diario El Tiempo.

Aunque en su momento la idea de dar clases de yoga al Esmad creó algunas críticas en la ciudad, algunos opinan que puede ser interesante.

Tal es el caso del concejal Daniel Carvalho, quien opinó: “Este tipo de iniciativas creo que tienen valor. Obviamente no va a ser suficiente y unas clases de yoga no van a cambiar una mentalidad tan arraigada en la Policía Nacional”, dijo.

Tomado de El Tiempo

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