Estambul, 1 febrero.- El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha pedido este lunes a la juventud de su país rechazar la homosexualidad, al tiempo que arrecia una polémica por el arresto de cuatro estudiantes acusados de insultar el islam con símbolos LGBT en la universidad Bogazici de Estambul.
«Nuestra juventud no es una juventud LGBT», exclamó Erdogan durante un encuentro virtual con la rama juvenil de su partido, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), que gobierna Turquía desde 2002.
«Sois una juventud con ordenadores y teclados, nos sois LGBT. No sois una juventud que expanda la peste; al contrario, sois una juventud que levanta los corazones rotos o caídos; confío en vosotros», agregó el presidente.
Los comentarios de Erdogan inciden en una polémica desatada la semana pasada, cuando la policía detuvo a cinco estudiantes en la Universidad de Bogaziçi en Estambul, acusándolos de insultos al islam por haber colocado en el suelo una imagen de la Caaba durante una exposición artística en los jardines de la institución.
La polémica obra mostraba el complejo sagrado de La Meca, con una imagen de un popular ser de la mitología anatolia, mitad mujer y mitad serpiente, en el lugar de la Caaba, y añadiendo una bandera arcoiris en una esquina.
El ministro del Interior turco, Süleyman Soylu, anunció las detenciones el sábado, tildando a los estudiantes como «pervertidos LGBT», y el mismo día, dos ingresaron en prisión preventiva acusados de «incitación al odio», mientras que otros dos están en arresto domiciliario, informa el diario Diken.
La homosexualidad es legal en Turquía desde 1858, pero rechazada por gran parte de la sociedad, si bien en Estambul, Ankara y otras ciudades existe una vibrante comunidad gay y se realizaban anuales marchas del orgullo hasta que fueran prohibidas en 2015.
El político Devlet Bahçeli, jefe del partido ultranacionalista MHP, que es socio de coalición del AKP en el Parlamento, denunció hoy en un discurso que a la intelectualidad turca no le haya molestado la imagen de la Caaba y comparó la exhibición de la obra con la rebelión islamista armada de La Meca de 1979, que se saldó con más de 300 muertos.