Madrid, 3 dic – El año 2024 terminará en España con nuevos récords de llegada irregular de inmigrantes por mar, que parten de las costas del continente africano y se juegan la vida para alcanzar Europa en embarcaciones rudimentarias abarrotadas, mientras los servicios de acogida y atención, especialmente de menores de edad, se ven desbordados.
Es una fuerte presión migratoria que no cesa ni un solo día y que sufren, sobre todo, las islas atlánticas de Canarias, adonde este año arribaron ya cerca de 42.000 personas, más que nunca, por encima ampliamente de las 39.910 de todo 2023, según datos oficiales.
Este mismo martes, los servicios de Salvamento Marítimo rescataron a 121 a cinco millas de la isla canaria de El Hierro a 121, entre ellas siete mujeres y ocho menores, que viajaban en una barcaza que había salido de Mauritania.
El otro punto ‘caliente’ está en las islas mediterráneas de Baleares, con al menos 5.576 inmigrantes llegados desde el norte de África, según el recuento de EFE desde enero, es decir, un 145 % más que en todo el año anterior. Solo entre el lunes y hoy fueron auxiliadas 187 personas, según los servicios de socorro.
A esto se añaden los que acceden por las costas del territorio peninsular español y las ciudades norteafricanas de Ceuta y Melilla, fronterizas con Marruecos, en este caso por vía terrestre, principalmente.
En conjunto, llegaron de manera irregular 56.976 inmigrantes a España entre enero y noviembre pasados, 6.425 más que en 2023, y la mayoría de ellos por vía marítima (54.541), según el Ministerio del Interior.
Crisis asistencial
La crisis migratoria ha generado otra de tipo asistencial, tanto de adultos como de acogida de niños y adolescentes migrantes (más de 5.000 en Canarias) en centros sobresaturados, mientras que el Ejecutivo español trata de contener la llegada irregular de miles de personas con acuerdos de colaboración con países africanos.
La necesidad de disponer de recursos adecuados y suficientes ha causado tensiones políticas entre el Ejecutivo y el gobierno regional canario.
Entretanto, y de fondo, se hace esperar un acuerdo entre los partidos del Parlamento para una reforma legislativa que obligue a todas las regiones españolas a asumir obligatoriamente (ahora es voluntario) parte de esos menores migrantes cuando alguna de ellas esté sobrepasada.
Colaboración con Mauritania, Gambia y Senegal
La presión migratoria repuntó fuertemente en Canarias en 2020, cuando estalló la pandemia y sus graves consecuencias sanitarias y socioeconómicas.
La pobreza, la sequía, las guerras y otros conflictos empujan a miles de personas a jugarse la vida en barcazas abarrotadas y travesías de varias jornadas en condiciones infrahumanas después de pagar a las mafias, con el riesgo cierto de perecer de sed o por ahogamiento.
No en vano, la ruta migratoria atlántica entre África y las Canarias está considerada una de las más mortíferas del mundo.
Son principalmente inmigrantes subsaharianos y magrebíes, pero últimamente se ha detectado un aumento de procedentes de países asiáticos.
La emergencia migratoria se ha desplazado a las Canarias desde Lampedusa (sur de Italia), donde las llegadas se han ralentizado gracias a la colaboración con varios países del norte de África, según aseguró el Gobierno italiano hace unos meses.
En estas circunstancias, el jefe del Ejecutivo español, Pedro Sánchez, viajó a últimos de agosto pasado a Mauritania, Gambia y Senegal para profundizar los acuerdos contra los movimientos irregulares de personas.
Sánchez defendió su política, que pasa, según dijo, por fomentar la migración ordenada (por ejemplo con contratos laborales en origen), porque eso «vacuna» contra las mafias y contra quienes usan la migración irregular para extender la xenofobia.
EFE