Bruselas, 4 de febrero de 2022.- Ante un nuevo Día Mundial contra el Cáncer, la Unión Europea sigue inmersa en la puesta en marcha de su gran estrategia contra esta enfermedad, que prometía ser una de las iniciativas bandera de la legislatura en materia de Sanidad antes de que el coronavirus arrasara con todo, pero cuyas primeras propuestas han empezado a ver la luz.
Mientras la pandemia de coronavirus ha dejado en los últimos dos años algo más de 1,7 millones de muertos en Europa, la silenciosa lacra del cáncer acaba con la vida de 1,3 millones de europeos al año pese a que dos de cada cinco casos podrían prevenirse.
La pandemia ha supuesto un duro golpe para los pacientes de cáncer, que han visto cómo el colapso de los servicios sanitarios provocaba que uno de cada cinco enfermos no recibiera a tiempo la cirugía o quimioterapia que necesitaba en estos últimos dos años, así como la acumulación de hasta 100 millones de retrasos en pruebas de detección.
Con el impulso de la comisaria europea de Sanidad, Stella Kyriakides, que superó un cáncer de mama, Bruselas quiere evitar que una posible nueva emergencia sanitaria desplace otra vez al cáncer y esta semana ha puesto en negro sobre blanco algunas de las promesas del gran plan europeo contra esta enfermedad, como una actualización de la recomendación comunitaria sobre cribado, un registro de desigualdades o una red europea de «jóvenes supervivientes».
El presidente de la Organización Europea del Cáncer, Andreas Charalambous, señaló a Efe que espera que estas medidas «sean efectivas para reducir las desigualdades y ampliar el acceso a cuidados efectivos y de alta calidad».
«El Plan Europeo para Combatir el Cáncer se está desarrollando a buen ritmo. Entre las partes más admirables figuran la atención prestada a las desigualdades y el establecimiento de objetivos claros, como la eliminación de los cánceres asociados al VPH como problema de salud pública y la creación de una generación sin tabaco», afirmó.
LA EUROCÁMARA ULTIMA SU INFORME SOBRE EL CÁNCER
La Comisión Especial de Lucha Contra el Cáncer del Parlamento Europeo ha pasado los últimos cuatro meses escuchando a expertos, asociaciones y otros actores clave de la lucha contra el cáncer para complementar las ideas que ya ha puesto Bruselas sobre la mesa.
Los diputados piden, por ejemplo, heredar la idea de comprar vacunas de forma conjunta también para tratamientos oncológicos, asegurar financiación «adecuada y a largo plazo» en todas las etapas de la enfermedad y extender los programas de cribado o facilitar el acceso a los tratamientos y los ensayos clínicos en otros países de la Unión.
«Hay una mentalidad en Europa de que cuando tienes un cáncer difícil de curar te vas a Estados Unidos», señala Dolors Montserrat (PP), que insta a aprovechar el «gran espacio de ‘big data’ europeo» para los centros de investigación de referencia.
De la idea de dedicar más esfuerzos a prevención se hacen eco tanto Nicolás González Casares (PSOE) como Margarita de la Pisa (Vox), que recuerda que el gran aumento de la esperanza de vida tras la detección precoz del cáncer de mama es susceptible de llegar también a otros, como de pulmón o de próstata.
González Casares, por su parte, echa de menos en el texto final una referencia más incisiva sobre la directiva europea del tabaco, que aún no tiene en cuenta factores recientes como la llegada de los cigarrillos electrónicos.
El informe sí insta a atacar a nivel los factores de riesgo del cáncer con el objetivo final de crear «una generación libre de tabaco» y también pone en la diana el consumo de alcohol, producto para el que propone «etiquetas de advertencias sanitarias».
Esta posibilidad ha puesto en pie de guerra a los productores de vino, que, pese a que no se menciona en ningún punto del informe no vinculante, argumentan que estas recomendaciones pueden causarles daño reputacional y critican que no se distinga entre bebidas de diferentes graduaciones.
Vox y PP trabajan para buscar apoyo a una enmienda que mencione un consumo «dañino» de alcohol como factor de riesgo del cáncer, porque, según Montserrat, «no hay evidencia científica de que el consumo responsable de alcohol tenga los mismos efectos dañinos que el consumo dañino».
«Creemos que, en nuestra cultura mediterránea y española, esos puntos pueden chocar contra un estilo de vida saludable», argumenta De la Pisa.
González Casares incide en que la redacción debe hacerse «guiada por la ciencia» y advirtió que son las asociaciones de pacientes las que les ruegan ahora «que no se cambie una coma» de las referencias al alcohol. El objetivo, subraya, «es que se provea al consumidor de la mejor información disponible».
Desde la Organización Europea del Cáncer, la advertencia es clara: la principal amenaza para la consecución del plan en la actualidad, señala su presidente, «es que sus componentes de prevención podrían verse debilitados por los diputados del Parlamento Europeo que tratan de diluir estos aspectos en nombre de los intereses de los productores».
En su informe de Límites de Consumo de Bajo Riesgo de Alcohol, el Ministerio de Sanidad español recalca que no existe un nivel de consumo seguro de alcohol y que, en base a la evidencia científica, ningún profesional de la salud o institución debe recomendar su consumo para mejorar la salud.
Laura Zozorna
EFE