Durante la segunda plenaria del encuentro internacional Respuestas Emergentes a Atrocidades Contemporáneas, convocado por la Jurisdicción Especial para la Paz, se plantearon, a través de la voz y la experiencia de tres mujeres reconocidas, elementos claves que se deben tener en cuenta en el contexto de sociedades en etapa de posconflicto.
Leonor Arteaga, de El Salvador; Fionnuala D. Ní Anoláin, de Irlanda del Norte, y Elizabeth Lira Kornfeld, de Chile, plantearon los retos que cada una de ellas observó en el proceso posconflicto que se surtió en cada uno de sus países. Como elemento común en sus intervenciones se puede destacar el particular énfasis que todas ellas hicieron en la importancia de las voz de las víctimas y en la indispensable necesidad que representa atender efectivamente sus necesidades.
La señora Arteaga, directora de la Fundación para el Debido Proceso, una organización dedicada a promover el Estado de Derecho en América Latina, señaló que los procesos de posconflicto son largos y con consecuencias diversas, advirtió que en su país aún se enfrentan las consecuencias que dejó el posconflicto, que tuvo una diferencia con el caso colombiano y es que la negociación de la paz no se enfocó en los asuntos de la justicia, sino en una reforma política.
Un aparte de la intervención de la señora Arteaga que cobra relevancia en la coyuntura colombiana es que la transición en El Salvador demuestra que no existe una sola fuerza o institución que pueda generar un cambio generalizado de la sociedad. Y en esa misma línea, afirmó que no se podrá llegar a medidas efectivas de reparación sin involucrar al Estado y a los ciudadanos.
Como conclusión, además de aprendizajes como la importancia de la participación ciudadana, particularmente de los grupos de víctimas y de la relevancia de una visión de mujer y de género, que no hubo en El Salvador, Arteaga señaló que su país aún lidia con el reconocimiento público del legado de sus atrocidades.
Por su parte, Fionnuala D. Ní Aoláin, relatora especial de las Naciones Unidas sobre la promoción y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo, enfatizó en que si bien el acuerdo de paz es un paso muy importante para la superación del conflicto, no significa en sí mismo la superación de la violencia. Dijo que la superación de la violencia en sociedades en donde ha sido protagonista de muchos años resulta ser un asunto más difícil porque es un fenómeno que muta, por ejemplo, a fenómenos como la violencia doméstica.
Ní Aoláin señaló un asunto familiar en Colombia: los detractores de un acuerdo de paz invertirán recursos y tiempo en destruirlos e incluso esperan hasta después de su firma para atacarlo e incluso tratar de destruirlo. Señaló además que en las instituciones del Estado hay funcionarios que se resisten al cambio necesario que implica una etapa de posconflicto.
Dijo también que las necesidades de las víctimas son difíciles de satisfacer por su heterogeneidad. Por lo mismo, no existen fórmulas mágicas para atenderlas a todas con éxito. Finalmente manifestó: “hay daños que sencillamente no se pueden arreglar. Hay que reconocer esto lo más pronto posible».
Finalmente, Elizabeth Lira planteó el panorama de la transición a la democracia en Chile que tiene la particularidad de haberse dado tras una dictadura militar de 17 años y sin que existiera un conflicto armado interno. Para Lira, en Chile fueron clave las organizaciones que muy rápidamente se crearon días después del Golpe de Estado para asistir primero a los perseguidos políticos en los tribunales y luego a otras víctimas en diversos asuntos. Esas organizaciones, aseguró, fueron muy importantes al enviar propuestas para el gobierno de transición en aspectos trascendentales como el reconocimiento de las víctimas, el reconocimiento de los hechos victimizantes y el reconocimiento de la impunidad como base política en el mantenimiento de la paz social en el país.
Asimismo, Lira destaca el impacto que tuvo en la sociedad chilena una Comisión de la Verdad que identificara a las víctimas de desaparición forzada, ejecuciones extrajudiciales y violencia política. Para terminar, aseguró que en Chile la reconciliación política siempre fue un hecho cercano a que la ley fuera igual para todos y de que nadie está por encima de la ley.
