París, 26 octubre.- El avance imparable de la pandemia de COVID-19 en Francia ha puesto firme al Gobierno, que evalúa si las medidas adoptadas hasta el momento, sobre todo el toque de queda, están dando resultados, mientras las autoridades sanitarias amagan con restricciones que pueden llevar incluso a otro confinamiento.
El presidente, Emmanuel Macron, reacio hasta ahora restringir más las libertades y a dañar aún más la economía, vació su agenda ante el agravamiento de la situación y convocó dos comités ministeriales de crisis, martes y miércoles, según indicó hoy el Elíseo.
Además, el primer ministro, Jean Castex, reunirá el martes a los representantes de los principales partidos, a los presidentes de las dos cámaras parlamentarias, a las asociaciones de cargos municipales y a los agentes sociales.
Sobre la mesa está un endurecimiento de las medidas, que según algunos medios puede pasar por avanzar dos horas el toque de queda, hasta las 19.00 horas, e imponer un confinamiento domiciliario los fines de semana en las zonas más afectadas.
Es el caso de la región de París, donde se superan ya los 400 casos por cada 100.000 habitantes y uno de cada cinco análisis que se efectúan son positivos, según los datos divulgados hoy por la Agencia Regional de Sanidad.
La multiplicación de reuniones políticas se produce en medio de una agitación creciente ligada a una curva que no deja de aumentar, cuando se cumplen diez días desde que se decretaron los primeros toques de queda en París y otras ocho zonas urbanas, a los que posteriormente se unieron otros 38 departamentos.
EVALUACIÓN DEL TOQUE DE QUEDA
El Ejecutivo aseguró que a mediados de esta semana podría tener una primera evaluación de la eficacia de estas medidas, que impiden a 46 millones de franceses, dos tercios de la población nacional, salir de casa entre las 21.00 horas y las 6.00 horas del día siguiente, salvo por motivos justificados.
Las autoridades temen que la pandemia retome aun más fuerza cuando a partir del próximo lunes se reabran los centros educativos tras dos semanas de vacaciones escolares.
Francia encadena récords de contagios consecutivos en los últimos días y los hospitales de algunas zonas comienzan a sentir como su margen de maniobra disminuye, a medida que la afluencia de pacientes de COVID-19 empiezan a saturar los servicios.
Las autoridades trasladaron este lunes por vez primera a pacientes de las regiones más afectadas a otras menos apuradas, un recurso que se utilizó de forma profusa ya en la primera oleada de marzo y abril.
Dos pacientes fueron enviados desde Saint-Etienne, en el este del país –cuyos hospitales comienzan a estar saturados– a Burdeos, en el oeste, donde el avance de la pandemia parece más lento.
Cada día son más los responsables hospitalarios que alertan de la degradación de la situación y piden más contundencia a las autoridades.
«BRUTALIDAD» DE LA SEGUNDA OLEADA
El presidente del comité científico que asesora al Gobierno, Jean-François Delfraissy, estimó hoy que la situación de positivos no refleja la realidad y evaluó en 100.000 el número de contagios diarios en el país.
En ese panorama, Delfraissy reconoció que se han visto sorprendidos por la «brutalidad» de esta segunda oleada, que ya consideran más dura que la primera, al tiempo que aseguró que «muchos ciudadanos no son conscientes de lo que nos espera».
El científico pidió un endurecimiento de las medidas y, en caso de no dar resultado, no excluyó un nuevo confinamiento domiciliario de toda la población, aunque menos restrictivo que el de la pasada primavera.
Su voz se suma a la de numerosos responsables médicos que ven inevitable un nuevo confinamiento masivo y que creen que, cuanto más tarde en aplicarse, más duro y largo tendrá que ser.
A la tormenta sanitaria suma Macron las duras críticas políticas de la oposición, que le acusa de no haber tomado las medidas necesarias para preparar al país ante la anunciada segunda oleada.
Luis Miguel Pascual