Oviedo (España), 20 de octubre de 2021.- El biólogo canadiense Derrick Rossi, fundador de la empresa Moderna, no ve un problema en el precio de las vacunas anticovid porque se trata de uno de los productos más baratos del mundo farmacéutico
Con unos precios que rondan los 30 o 40 dólares, no cree que puedan bajar mucho más de coste para frenar a un virus con el que, en su opinión, la humanidad se verá obligada a convivir durante décadas y se volverá endémico.
Lo que impide que muchas personas no tengan acceso a las vacunas no es su precio sino el «cuello de botella que supone la producción y distribución» de miles de millones de dosis por todo el mundo, añadió tras recordar que una medicina genética puede costar entre 50.000 y 100.000 dólares y que, aunque haya países que no disponen de dinero para comprarlas, es necesario que los que sí pueden permitírselo compren de más para donárselas a los más pobres.
Este biólogo e investigador, que trabajó en la Universidad de Harvard y en su Instituto de Células Madre, fundó en 2010 Moderna, una empresa desde la que explotar sus descubrimientos sobre la capacidad de transformar y reprogramar células madre gracias a tecnologías basadas en el ARN mensajero y que se convirtió en una de las primeras del mundo en desarrollar una vacuna para frenar la covid-19.
Tan solo precisó de 42 días para desarrollar su vacuna y poder iniciar los ensayos clínicos, un hito «sin precedentes en la historia» que, según aseguró hoy en un encuentro telemático con medios de comunicación, permitió poner en el mercado en unos meses un producto que se ha demostrado «enormemente eficaz».
Rossi se encuentra en Oviedo (norte de España) para recibir el viernes de manos del rey Felipe el Premio de Investigación Científica y Técnica 2021, galardón que comparte con el inmunólogo Drew Weissman, la bióloga Katalin Karikó, el bioquímico Philip Felgner, los doctores Ugur Sahin y Özlem Türeci, y la vacunóloga Sarah Gilbert, por su contribución al desarrollo en tiempo récord de varias vacunas que han permitido hacer frente a la pandemia provocada por la covid.
Loas siete científicos hicieron aportaciones para el descubrimiento de tres vacunas basadas en distintas estrategias, pero que tienen como blanco común la proteína «S», presente en la superficie del virus que facilita su unión y entrada a las células.
Entre ellas, la de Pfizer, la primera vacuna que se puso el fundador de Moderna, porque era la que tocaba esa semana en el hospital de Boston en el que trabajaba, y lo hizo «sin ninguna duda» porque sabía que era una vacuna probada y segura.
Canadiense residente en Estados Unidos, Rossi reconoce que allí «hay mucha mala información sobre la vacunación», pero también alerta de la mucha información errónea y peligrosa que corre por internet y que le llevó a considerar que lo más sorprendente que le hizo ver esta pandemia es que los humanos, «como especie, somos muy inteligentes, pero también bastante estúpidos» porque, a pesar de contar con vacunas que han sido capaces de sacarnos de una crisis mundial, mucha gente sigue envenenada con información errónea y no quiere vacunarse.
Más sorprendente que la manera en la que esta crisis ha unido a la humanidad y a la comunidad científica es que, en cierta medida, parte de la clase política «ha conseguido que la ciencia parezca su enemiga y ha lanzado información errónea, anticientíficos y antivacunas, cuando son algo extraordinario, y hay gente que se lo ha llegado a creer».
Aunque reconoce que tiene una opinión ambivalente sobre la obligatoriedad de vacunarse que pretenden algunos países y empresas -«hay que pensar en la salud de los que nos rodean, pero me cuesta pensar que se les pueda obligar»-, el fundador de Moderna ha señalado que lo ideal sería que más del 90 de la población quisiera vacunarse lo antes posible y contribuyese así a evitar que el virus siga mutando.
Rossi coincide con la mayoría de los epidemiólogos en que es posible que la covid se convierta en algo endémico y que nos veamos obligados a convivir con ella durante años dada la facilidad y rapidez con la que se transmite un patógeno que además, con cada infección nueva que provoca, abre la oportunidad de que surja una nueva mutación y variante.
«Hemos visto la variante alfa, beta, gamma…y me temo que seguiremos con todo el alfabeto griego», añadió Rossi, que mantiene que la efectividad de su vacuna se ha demostrado que sigue siendo muy alta al cabo de seis meses, pero también que es lógico que con el tiempo vaya decayendo.
Lo que no está tan claro es cuándo deberá darse esa dosis de refuerzo porque aún no hay «evidencias científicas clarísimas» y porque dependerá también de las distintas edades, reacciones y respuestas inmumes.
Aunque mantiene que desde el punto de vista científico «no se sabe, y puede que no se llegue a saber nunca» si el virus fue fruto de un laboratorio de Wuhan o producto de la zoonosis, Rossi prefirió callar su opinión sobre lo sucedido -«no es este el momento ni el lugar»- y tan solo señaló que se le interpretó mal cuando se publicó en una entrevista que creía que el virus era producto de un accidente en el laboratorio chino.
EFE