Madrid, 18 de diciembre de 2023.- La misión europea Gaia cumple diez años desde que fuera lanzada al espacio para crear el mayor y más preciso mapa multidimensional de la Vía Láctea. Un periodo en el que ha superado todas las expectativas mientras sigue cartografiando nuestra galaxia de una forma mucho más detallada de lo previsto.
Gaia fue lanzada el 19 de diciembre de 2013 desde el puerto espacial europeo de Kurú (Guayana Francesa) hasta el punto Lagrange 2, a 1,5 millones de kilómetros, un lugar que proporciona una visión más clara del cosmos que si orbitara nuestro planeta.
El proyecto de la Agencia Espacial Europea (ESA) comenzó sus operaciones científicas al año siguiente para cumplir con su misión de describir y determinar la posición de casi 2.000 millones de objetos, creando el mapa multidimensional mayor y más preciso de la Vía Láctea.
Su enorme censo estelar facilita datos para abordar gran variedad de cuestiones relacionadas con el origen, estructura e historia evolutiva de nuestra galaxia, así como de la física fundamental que sustenta el universo.
Durante sus diez años de servicio, Gaia, que cuenta con participación española industrial y científica, ha proporcionado, según la ESA, «una mina de oro de conocimientos científicos», revelado medio millón de estrellas nuevas y débiles en un cúmulo masivo, y precisado la posición de más de 150.000 asteroides dentro del Sistema Solar.
La ESA hizo el pasado octubre un balance de la década de trabajo de su sonda, que está dibujando una imagen detallada del lugar que ocupa la Tierra en el universo y permitiendo comprender mejor los objetos que lo componen.
Superando las expectativas
Gaia ha superado todas las expectativas científicas que se habían depositado en ella y está permitiendo cartografiar la galaxia de una forma mucho más detallada de lo que se había previsto.
La última entrega de datos contenía información sobre más de 1.800 millones de estrellas, que permiten construir una visión bastante completa de la Vía Láctea, aunque hay lagunas en esa cartografía, ya que aún no ha explorado por completo algunas zonas del cielo especialmente repletas de estrellas.
Además aportaron nueva información sobre más de 150.000 asteroides identificados durante esta misión.
Más allá de lo que se esperaba de ella, pues no fue diseñada para la cosmología, sus nuevos descubrimientos se están adentrando en las profundidades del universo a la caza de fenómenos como las lentes gravitacionales, que tienen un inmenso valor científico, ya que revelan pistas únicas sobre los primeros días del universo, según la página web de la ESA.
Catalogar 2.000 millones de objetos puede parecer una cantidad enorme, pero en realidad supone aproximadamente el 1 % de las estrellas que pueblan la Vía Láctea.
Del 99,9 % de los objetos que observa Gaia nunca se habían medido sus distancias con precisión, además de determinar su movimiento y propiedades, como la luminosidad.
Medir el pulgar de una persona en la Luna
Para su labor, esta sonda con forma de sombrero cuenta con dos telescopios ópticos y tres instrumentos científicos capaces de medir la distancia de las estrellas cercanas al centro galáctico, a unos 30.000 años luz de distancia, con una precisión del 20%.
Son unos instrumentos tan precisos que si Gaia estuviese en la Tierra sería capaz de medir el pulgar de una persona situada en la superficie de la Luna.
Para trazar con precisión las características de las estrellas, la sonda monitoriza cada una de ellas unas 14 veces al año, una labor de vigía que se traduce también en descubrimientos de nuevos exoplanetas, enanas marrones y que observe cientos de miles de asteroides dentro de nuestro Sistema Solar.
Además, está identificando qué estrellas son reliquias de galaxias más pequeñas hace mucho tiempo “tragadas” por la Vía Láctea e investiga la distribución de la materia oscura, la sustancia invisible que se cree mantiene unida a nuestra galaxia.
Diez años bien aprovechados dan para mucha ciencia, y entre los éxitos de Gaia se cuenta establecer que la Vía Láctea, en lugar de formarse sola, se fusionó con otra gran galaxia al principio de su vida, hace unos 10 mil millones de años.
Además, ha revelado que las enanas blancas, los restos muertos de estrellas como nuestro Sol, se convierten en esferas sólidas a medida que el gas caliente de su interior se enfría, o la existencia de terremotos de estrellas, pequeños movimientos en la superficie de estos objetos que cambian su forma.
La próxima publicación de datos no se espera antes de finales de 2025. Gracias a ellos se quiere mejorar aún más nuestra comprensión de la Vía Láctea, perfeccionar el conocimiento de los colores, posiciones y movimientos de las estrellas; caracterizar cuásares y galaxias, además de listar candidatos a exoplanetas.
EFE