Roma, 9 de febrero de 2022.- «La Iglesia debe aclarar todo que ha sucedido sobre los abusos» sin que importe «el daño a su imagen», dice a EFE el jesuita alemán Hans Zollner, miembro de la comisión para la Protección de menores instituida por el papa Francisco y uno de los mayores expertos mundiales sobre los abusos por parte del clero.
Este psicólogo, director del Instituto de Antropología para Estudios Interdisciplinares sobre la Dignidad Humana y el Cuidado de las personas vulnerables de la Universidad Gregoriana, es partidario de las investigaciones independientes que esclarezcan los casos y las responsabilidades porque, subraya, «es evidente» que las víctimas han perdido la confianza en la Iglesia.
«Debemos aclarar todo lo que ha sucedido con estos crímenes de abuso a menores, de encubrimiento, de ofuscamiento, porque como Iglesia tenemos que mirar a la realidad de cara», afirma ante el rechazo de algunas conferencias episcopales, como la española o la italiana, a abrir investigaciones.
UNA COMISION SIN LA IGLESIA NO FUNCIONARÁ
Respecto a la iniciativa impulsada por el Partido Socialista (PSOE) en España de crear una comisión de investigación independiente formada por expertos y dirigida por el Defensor del Pueblo, Zollner advierte de la necesidad de que no haya «ninguna instrumentalización política» y “se lleve a cabo por una persona con autoridad moral impecable e imparcialidad junto a un equipo de expertos independiente”.
«La politización no ayuda a las víctimas, porque son instrumentalizadas de nuevo», añade, al tiempo que destaca también que la comisión deberá contar con la «colaboración de la Iglesia católica porque si no, no funcionará».
«A veces en la discusión pública nos creemos que la magistratura tiene poderes ilimitados, pero no es así. No pueden hacer cosas fuera de la ley, como cuando entraron en los archivos de la Iglesia belga para confiscar documentos y luego no pudieron utilizarlos porque no habían sido obtenidos legalmente», señala el jesuita alemán.
Pero además, explica, a veces el recorrido jurídico no es favorable a las víctimas, porque se necesitan pruebas irrefutables que son muy difíciles de encontrar en los casos de abusos y muchas víctimas sólo hablan 25 años después de los hechos, por lo que es imposible -dice- corroborar que ocurrió un 28 de febrero de 1965.
«Lo que se necesita es un verdadero cambio por parte de la Iglesia, no sólo de acoger sino también de dialogar con las víctimas», asegura.
UN CAMBIO DE MENTALIDAD EN LOS OBISPOS
Sobre las denuncias, Zollner explica que las leyes y los pasos dados se deben a Francisco, que ha trabajado en el cuadro normativo y endurecido las leyes – incluso se puede procesar a un obispo que no ha hecho nada si hay una denuncia- pero que lo que necesitan la Iglesia y sus obispos «es admitir lo que ha sucedido en el pasado, no solo los abusos, sino la negligencia: asumir la responsabilidad y decir que por una razón u otra no se hizo lo que se debía».
¿Por qué estas reticencias por parte de los obispos españoles o italianos a abrir investigaciones? «Porque hay casos que no se conocen y ellos mismos o sus predecesores saben que no han hecho lo que tenían que hacer y admitirlo es difícil», explica.
Además, luego está el tema de los resarcimientos económicos que frenan las investigaciones, según Zollner, que añade: «La realidad es que tenemos que ofrecer una reparación justa, aunque la Justicia nunca será completa».
El experto reafirma que lo que falta, sobre todo, es un cambio de mentalidad en la Iglesia «que tiene que olvidar que tipo de repercusión tendrán estas investigaciones. Se tiene que pensar en el daño que se ha hecho a estas personas. A la Iglesia no le tendría que interesar si estas investigaciones dañan su fachada, su imagen».
«Como decía san Juan Pablo II en 2002 es tiempo de purificación para la Iglesia y de admitir que la Iglesia no es una institución inmaculada como algunos piensan. Es el momento del arrepentimiento, de la confesión y de la reparación cuando es posible, es como lo que la Iglesia propone a las personas en la confesión. Es el momento en el que es necesaria una confesión institucional», explica.
Sin embargo, admite que «por desgracia en la jerarquía , los obispos, no entienden que es mejor afrontar la cosas, admitir los crímenes, los pecados, pedir perdón, y luego incluir a las víctimas en este recorrido» y que para muchos en la Iglesia «las víctimas aún se ven como personas incómodas, que molestan».
Cristina Cabrejas
EFE