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Como si no estuviéramos cansados de discordias, y esperando que el proceso de La Habana dé comienzo a la verdadera construcción de la convivencia y a la normalidad de la vida, tenemos que soportar que una campaña electoral que debería estar proponiendo soluciones para diez mil problemas se eternice en gritos y descalificaciones, insultos y acusaciones, donde cada quien trata de demostrar que el otro es el demonio. El deber de la esperanza http://tinyurl.com/ovabq2q vía @elespectador