La tragedia de Liliana Ricardo Iregui parece que no terminó con la muerte de su hermano, el taxista que falleció este lunes en Cartagena bajo sospecha de ser la primera víctima fatal del coronavirus en Colombia. Ella no solo fue diagnosticada positivo con el covid-19, sino que ahora teme por su vida debido a las amenazas recibidas por algunos miembros de la comunidad.
La mujer le relató a Revista Semana que en las últimas horas diferentes personas llamaron por teléfono a la propietaria del apartamento donde reside para advertirle que si no la desaloja pronto iban a atacar al lugar con piedras o se iban a meter a sacarla a la fuerza. Por eso, Liliana está solicitando a las autoridades de Cartagena que le brinden la protección necesaria o que la trasladen a un centro asistencial donde pueda pasar su periodo de cuarentena.
Su hermano era Arnold de Jesús Ricardo Iregui, un taxista de 58 años que murió en la Clínica del Mar de Cartagena bajo la duda de tener la enfermedad, pero las pruebas aplicadas por el Departamento Administrativo Distrital de Salud (Dadis) dieron negativo. Sin embargo, Liliana, quien estuvo a cargo del cuidado del hombre, fue diagnosticada este miércoles como positivo para covid-19.
Según el parte médico entregado por el centro asistencial, el taxista falleció “como consecuencia de una neumonía adquirida en la comunidad”, pero fue la misma clínica la que sugirió realizar los exámenes correspondientes para determinar si la causa real había sido el coronavirus.
Durante los diez días que duró enfermo, Arnold alcanzó a comunicarles a los médicos que el día 4 de marzo transportó en su taxi a un grupo de turistas italianos y uno de ellos estornudó varias veces en el interior del vehículo. Pero, el hecho, dice Liliana, siempre fue tomado como algo menor por el personal de la clínica.
“Sí antes tuve dudas del resultado de la prueba y las causas de la muerte de mi hermano, ahora se duplicaron después de recibir mi diagnostico positivo. Así que prueba de mi hermano deja dudas. ¿Dónde podía contagiarme si no he tenido contacto con más nadie?’”, pregunta Liliana. Frente a esto, el Ministerio de Salud manifestó que solo cuando concluya la investigación del caso será posible atribuir o descartar que la causa del deceso fue el covid-19.
Tres días después del contacto con los turistas, el 7 de marzo, Arnold fue al médico porque presentaba fiebre alta y mucha tos. En la EPS lo incapacitaron por un día, le dijeron que se trataba de un resfriado común y le recetaron antibióticos. Pasó el fin de semana en casa y trabajando, pero el martes 10 recayó y desde el jueves 12 no salió de la clínica porque empeoró notablemente.
Liliana considera que la atención en la Clínica del Mar no fue la adecuada y se violaron todas las medidas sanitarias. En una ocasión tuvo que bloquear una de las calles cercanas al centro médico para que llegara la Policía y así poder exponer su caso.
“En la clínica estaban aterrorizados, no nos atendían, le daban las medicinas a deshoras (hasta 10 horas sin monitoreo), todo lo dejaron a cargo de una fisioterapeuta. Y a mí me tuvieron varios días confinada junto a él en una habitación. No me dieron ni un vaso de agua, tenía que salir a comprar yo misma alimentos en la calle”, señala.
Contrario a lo que se ha especulado, la mujer niega que su hermano tuviese antecedentes de una enfermedad cardiaca o respiratoria, aunque reconoce que era hipertenso. Debido a esto le parece sospechoso que su estado de salud se haya deteriorado tan rápido por un simple resfriado.
En el momento del fallecimiento de Arnold, a Liliana le estaban realizando chequeos médicos y solo se enteró varias horas después, porque en la clínica nadie le daba razón. Luego le dijeron que lo habían cremado, junto a todas sus pertenencias. Esta versión fue desmentida por una funcionaria, quien le aclaró que el cuerpo había sido retirado del centro médico para ser enterrado en el cementerio de Albornoz.
Desde el lunes, Liliana fue trasladada a su casa y su estado de salud es bueno. A pesar del diagnóstico positivo de covid-19, no tiene fiebre alta ni complicaciones pulmonares hasta ahora. Sin embargo, presenta problemas nerviosos debido a la situación de inseguridad en la que se siente por las amenazas de la comunidad. “Estoy encerrada con llave. No he salido de mi casa en aras de la protección de todos”, dice.
Tomado de Revista Semana