La Amazonía brasileña revive el drama de la sequía: cauces vacíos y comunidades aisladas

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Fotografía con un dron muestra lo que quedó del río Paraná do Manaquiri este domingo, en la ciudad de Manaquiri en el estado de Amazonas (Brasil). EFE/ Raphael Alves

Manaos (Brasil), 8 sep – La Amazonía brasileña sufre de nuevo una sequía extrema que amenaza con agravarse en los próximos meses. En Manaquiri, cerca de Manaos, ya hay lechos de río secos, peces acorralados y una veintena de comunidades rurales aisladas.

Después de un 2023 dramático, Brasil enfrenta este año la peor sequía desde 1950 y una de las partes del país más golpeadas es la región amazónica, según los datos Centro Nacional de Vigilancia y Alerta de Desastres Naturales.

En el estado de Amazonas, el Gobierno ha decretado «situación de emergencia» en sus 62 municipios por la sequía y los incendios forestales. Los especialistas meteorológicos ya lo habían anticipado y se ha confirmado.

«Todo indica que tendremos una sequía muy grave. Los ríos van a bajar como nunca antes han bajado», alertó el gobernador de Amazonas, Wilson Lima.

El río Negro, uno de los principales afluentes del Amazonas, tiene hoy un nivel cuatro metros inferior al del mismo periodo del año pasado. En todo Amazonas, el estado brasileño con mayor número de población indígena, la sequía ya afecta directamente a cerca de 80.000 familias, según la Defensa Civil.

Varios cientos de ellas están en Manaquiri, donde desde finales de agosto se puede caminar por el lecho seco del río que baña esta localidad (Paraná Manaquiri).

Las huellas se quedan marcadas en los bancos de arena, antes recubiertos de agua dulce y hoy desnudos a la luz del Sol. Por donde antes navegaban embarcaciones cargadas con mercancías y hoy se puede cabalgar a caballo.

Cientos de garzas aprovechan la sequía para alimentarse de los peces que se restringen a lo poco que queda de río.

Mientras, Ednaldo Freitas, de 35 años, se afana para conectar todas las mangueras que tenía por casa y así poder llegar a la parte donde aún queda agua, según presenció EFE.

Ese no es su único problema. Sus hijos tienen que caminar estos días varios kilómetros para llegar a la escuela, pues la lancha que les transportaba ya no llega porque no hay río.

Para ir a Manaos, la capital regional, aún es posible ir por otro afluente, aunque se tarda una hora más de lo habitual, lo que dificulta el transporte de medicamentos, alimentos, etc, y perjudica la economía local.

Los incendios: otro desafío

Y con la grave sequía se han multiplicado los incendios. Este domingo había 3.640 focos activos en todo Brasil, la mitad de ellos en la Amazonía, el mayor bosque tropical del planeta. Solo en el estado de Amazonas eran 237.

En otras zonas del país, las llamas también avanzan. Un incendio ha calcinado en cuatro días alrededor de 10.000 hectáreas del parque nacional Chapada dos Veadeiros, cerca del Distrito Federal de Brasilia, que este domingo volvió estar envuelta en humo.

São Paulo y Minas Gerais, los dos estados más poblados de Brasil, han movilizado además a un gran número de efectivos para combatir los incendios forestales en sus territorios, sobre los cuales hay sospechas de que muchos de ellos han sido provocados.

Raphael Alves

EFE