Chicago, 19 ago – Más de 50 años después de que las imágenes de la brutal represión policial a los manifestantes en contra de la guerra de Vietnam en los márgenes de la Convención Nacional Demócrata dieran la vuelta al mundo, Chicago será de nuevo la sede del gran evento electoral del partido.
La oposición a la guerra en Gaza, que se espera atraiga miles de manifestantes a la ciudad, dibuja ciertos paralelismos entre ahora y el verano de 1968.
Sin embargo, el momento político actual, con una candidatura demócrata ya definida en Kamala Harris,y una alcaldía en Chicago encabezada por un líder progresista, marcan fuertes diferencias.
A su vez, el movimiento estudiantil en apoyo a Palestina, que se extendió por todo el país a inicios de año, ha ido perdiendo impulso, con las universidades en receso por verano.
Malestar social e inestabilidad
El contexto de las protestas en Chicago en el 1968 es clave para entender el gran apoyo que tuvieron y la dura respuesta policial.
EE.UU. estaba atravesando un convulso periodo histórico, marcado por los magnicidios del presidente John F. Kennedy en 1963, de su hermano y sucesor político Robert F. Kennedy y el activista por los derechos civiles de los afroamericanos Martin Luther King Jr., ambos en el 1968.
Precisamente, la muerte de King, cuatro meses antes de la convención, provocó una oleada de manifestaciones y revueltas en las principales ciudades del país.
La oposición contra de la guerra de Vietnam, que tuvo como caldo de cultivo los campus universitarios, ya se había ido fortaleciendo durante varios años, creando lo que es considerado ahora como el mayor movimiento antibélico en la historia del país.
A diferencia de las protestas y la movilización en oposición a la guerra en Gaza «el movimiento en contra de la guerra en Vietnam era mucho más grande, estaba más desarrollado y ya había estado construyéndose por varios años» para el momento de la convención, señaló a EFE Marsha Barret, historiadora de la Universidad de Illinois.
Sin embargo, ambos movimientos antibélicos, el actual y el del 68, se enfrentan a una clase política que ha ignorado o desestimado sus demandas.
El presidente estadounidense, Joe Biden, condenó las protestas en los campus en mayo de este año, asegurando que no eran «pacíficas».
Harris, por su parte, no ha dado declaraciones concretas sobre el movimiento propalestina, pero acalló recientemente a manifestantes en un mitin Detroit (Míchigan) diciéndoles: «Si quieren que Donald Trump gane, díganlo y ya».
Un partido demócrata distinto
Después de que Biden dejara la candidatura demócrata, presionado por miembros de su propio partido y preocupaciones sobre su edad y su salud, el partido demócrata ha cerrado filas en torno a Harris.
La líder demócrata ya se posicionó oficialmente como la candidata y la convención servirá como un evento para celebrarla y para que presente su apuesta política.
Esta es una gran diferencia respecto a 1968, cuando el partido llegó a la convención sin un candidato definido, tras la decisión del entonces presidente Lyndon B. Johnson de no aspirar a un segundo mandato.
El político Hubert Humphrey terminó haciéndose con la nominación, pero los reclamos de la juventud antibélica se hicieron notar dentro de la propia convención a través del precandidato Eugene McCarthy.
A su vez, la fuerza de las protestas y la dura represión policial hizo que las críticas de los diferentes movimientos sociales se sintiera «en la convención», lo que llevó a que se cambiaran las reglas para la elección de los delegados y se incluyeran más a las «mujeres, los jóvenes y las personas negras», explicó Barret.
La respuesta policial del 68 estuvo liderada por el entonces alcalde de Chicago, Richard J. Daley, que movilizó previo a la convención a más de 12.000 policías locales junto a fuerzas federales.
El actual alcalde de la ciudad, el demócrata progresista Brandon Johnson, ha prometido proteger el «derecho fundamental» a la protesta y hacer que las voces de los activistas «sean escuchadas».
El superintendente de la policía, Larry Snelling, ha ido un paso más allá, aludiendo directamente al fantasma del pasado: «Esto no es 1968 (…) la respuesta policial va a ser mucho más deliberada y mucho más controlada, porque nuestros oficiales han sido entrenado de la mejor manera para responder al desorden público».
Alejandra Arredondo
EFE