El Independiente del Valle (IDV) llegó este domingo a Quito tras su histórica victoria por 3-1 sobre el Colón argentino en la final de la Copa Sudamericana y fue recibido en la pista del aeropuerto con un arco de agua en señal de celebración.
El vuelo chárter de Independiente llegó al aeropuerto Mariscal Sucre a las 11.08 local (16.08 GMT) procedente de Asunción, donde los jugadores estuvieron de fiesta hasta altas horas tras la victoria.
Allí, en la terminal de llegadas, fueron recibidos por varios cientos de aficionados y familiares que se dieron cita, dentro y fuera del edificio, para celebrar este triunfo.
Su capitán, Luis Fernando León, ha vivido en propia carne, desde su fichaje a los quince años (hoy tiene 26), el proceso de transformación del IDV, casi desde la segunda división hasta alzarse con la segunda copa continental en importancia.
«Nos encontramos 35.000 argentinos contra 150 ecuatorianos. Nos sentimos una locura allá», dijo León poco antes de alzar la copa ante los aficionados en la terminal.
Tras su salida del recinto del aeropuerto en un autobús sin techo, al que precedía otro vehículo con periodistas, el equipo inició una ronda hacia la capital por una victoria que ha sido vista como un éxito nacional.
Así lo expresaba la noche del sábado el presidente ecuatoriano Lenín Moreno al felicitar a los jugadores y al cuerpo técnico.
También otros equipos nacionales, entre ellos Liga de Quito, se sumaron a la alegría.
«¡Felicitaciones Independiente por conseguir un nuevo título internacional para el país! ¡Que todo el país se llene de orgullo! ¡Objetivo cumplido!», indicó por redes sociales el Liga de Quito, el otro equipo ecuatoriano que llegó a tocar un trofeo internacional: la Libertadores en 2008, la Sudamericana en 2009 y la Recopa en 2009 y 2010.
«¡Ya somos dos!», le respondía el Independiente en otro mensaje en alusión a estos exclusivos logros del fútbol ecuatoriano.
«Un sueño cumplido y una alegría para todo el Ecuador», dijo también, este domingo, el jugador Efrén Mera al salir a los medios en la terminal.
A lo largo del recorrido desde el aeropuerto hacia Quito, unos 25 kilómetros, eran pocos los ecuatorianos que se habían concentrado en las carreteras, quizás porque la nueva versión del Independiente es demasiado joven y no ha acumulado aún una afición multitudinaria.
La caravana, que en la zona de Cumbayá se vio obligado a esquivar algunos cables bajos, iba rodeado de una veintena de motociclistas y otra de coches en su entrada triunfal, aunque en el recorrido se les sumaban intermitentemente decenas de conductores curiosos que no dejaron de hacer sonar sus bocinas mientras los jugadores y aficionados cantaban y gritaban en la parte superior del bus.
En la misma Quito, debía pasar por una de las principales avenidas, la 6 de Diciembre, camino del casco histórico y su estadio en la localidad de Sangolquí, unos 30 kilómetros al suroeste de la capital.
Camino de los Valles, donde se encuentra esa localidad, la caravana ya fue sumando fuerzas, con los tres carriles de bajada completamente saturados.
También se hizo más densa la presencia de aficionados con banderas de Ecuador y del Independiente, tanto a los lados de la carretera como en puentes.
En el pequeño estadio de Sangolquí, con un aforo de menos de 8.000 personas, se concentraron el sábado miles de seguidores, y no seguidores, durante una final proyectada en pantalla grande.
Allí está prevista a primera hora de la tarde una fiesta convocada por el equipo para celebrar el triunfo.
EFE.