Bogotá, 15 jun – La situación de los indígenas embera que residen en el campamento improvisado del Parque Nacional de Bogotá tras ser desplazados de sus territorios por el conflicto armado continúa igual que hace nueve meses, cuando llegaron para instalarse por segunda vez en la capital: de forma precaria y con un aumento de tensión tras la muerte de una bebé de tres meses el domingo pasado.
La situación de los casi 600 indígenas embera que están asentados desde el año pasado en este parque ha captado la atención esta semana después de que el pasado domingo, una niña de tres meses muriese, sin poder recibir asistencia a tiempo y bajo circunstancias que están en investigación, lo cual ha vuelto a llamar la atención pública hacia la situación de los indígenas, que llevan nueve meses sometidos al abandono.
Los niños corretean semidesnudos entre los ‘cambuches’, las casetas de plástico en las que viven, mientras las mujeres -muchas embarazadas- cocinan al raso o lavan la ropa en el río que atraviesa el parque y la tienden en cuerdas amarradas de árbol a árbol y el humo de los ‘asados’ inunda todo el campamento.
En el campamento hay unos 130 niños y algunos de ellos nunca han tenido una educación.
Condiciones «muy duras»
Las condiciones en las que viven el día a día son «muy duras», ya que en las noches pasan «mucho frío» y cuando llueve se inunda el campamento y se mojan todas sus pertenencias.
«Cocinamos con la leña que tenemos que cortar con machetes, pero no tenemos alimentos, solo el arroz, que se acaba muy rápido», explica Demetrio Arias, uno de los líderes embera, a EFE, quien añade que pasan mucha hambre y que el Gobierno no les proporciona comida.
Desde que están asentados en Bogotá, han nacido unos 120 niños, informa el líder, lo que genera una situación cada vez menos sostenible y de los cuales muchos enferman, contando dos fallecidos desde el comienzo de este segundo periodo de asentamiento (el primero fue en 2021).
Ante el llamado de atención, las autoridades nacionales y locales se han reunido con representantes de esta comunidad para intentar trazar un plan para que vuelvan de forma segura a sus territorios o para garantizar condiciones a los que quieran quedarse.
«Celebramos el proceso que arranca hoy para lograr que una buena parte de las personas que están acá regresen a su territorio y quien se quiera quedar de manera individual lo puedan hacer en manera de dignidad», aseguró el viernes el secretario de Gobierno en Bogotá, Gustavo Quintero.
«No venimos a amañarnos a Bogotá»
Muchos de los asentados son embera katio procedentes del Chocó, departamento al noroeste de Colombia, que han sido desplazados porque los grupos armados hacen presencia en sus territorios y llegaron a Bogotá en busca de asilo y de soluciones.
«No venimos a amañarnos (quedarnos) a Bogotá, venimos por los problemas, aguantando mientras el Gobierno los resuelve, pasando frío, enfermedades, con niños muriendo y con mucha gente que no puede alimentarse», lamenta Demetrio.
Las entidades de salud «no quieren trabajar con los indígenas»; vienen una o dos horas por la mañana, hacen una revisión y se van y «al día siguiente han muerto niños», por lo que sienten que estas entidades «no están respondiendo».
El Gobierno, afirma Demetrio, está comprometido con la comunidad indígena para que puedan retornar a sus territorios «de manera legal y con justicia», pero necesitan que les apoyen también las entidades de salud, que exista una «igualdad social».
Con su asentamiento en Bogotá reclaman una vivienda y condiciones de vida dignas, y afirman que no quieren estar en la ciudad, pero que se han desplazado hasta aquí «por las mujeres, los niños, los pueblos y el territorio».
Demetrio explica que si los niños siguen muriendo no podrán continuar viviendo así, por lo que si para agosto el Gobierno no hubiera podido hacer nada, se plantearán retornar a su territorio.
Los indígenas perdieron sus territorios, sus viviendas y sus cultivos, en muchas ocasiones bombardeados, por lo que se vieron obligados a salir. «Si no nos pueden ayudar, tendremos que buscar otro lugar para ubicarnos», dice el líder embera.
EFE
Eva García González