Redacción Análisis Urbano
Días previos al paro armado que se atemorizó a algunas comunas de Medellín, Wilson Antonio López Tamayo, quien fue integrante político de las FARC y recibió el indulto el pasado 22 de enero de 2016 por parte del Gobierno Nacional -debido a su precaria condición de salud y como gesto unilateral de Paz-, nuevamente es amenazado por las estructuras paramilitares y mafiosas que tienen presencia y control territorial en el Valle de Aburrá.
Dos meses atrás, Wilson ya había sido amenazado por integrantes de la estructura criminal La Oficina, quienes el 1 de febrero lo abordaron cuando se dirigía a una tienda en Envigado, cerca de donde vivía con su familia, y luego de identificarse, le dijeron: “Nosotros a usted no lo conocíamos, lo teníamos por trabajador, pero a usted los mostraron en las noticias como un comandante guerrillero del frente 18 de las Farc, así que mire de una vez para dónde se va ir o, si no, ya sabe”.
La amenaza, que pudo ser un aviso, dos días después se confirmó: el 3 de febrero Wilson recibió una llamada al teléfono de la vivienda que, junto a su familia, cuida en Envigado y en ella le dijeron: “Usted es Wilson López y ya sabemos que es guerrillero”, luego vino la advertencia y la amenaza, motivos por los que Wilson se vio obligado a separarse de su esposa y de sus hijos, y a esconderse enfermo –porque aún lo está- en algún lugar del Valle de Aburrá.
Ahora la amenaza viene en forma de panfleto y está firmada por los “Comandos Urbanos” de Los Rastrojos. En el texto los criminales señalaron a Wilson de estar reclutando a menores y adultos en Envigado, pese a que no estuvo ni una semana en ese municipio desde que salió de la cárcel debido a la primera amenaza y porque desde entonces permanece escondido, y lo declararon objetivo militar.
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Este hecho vuelve a encender las alarmas sobre los efectos que tendrá el posacuerdo en las ciudades si en las negociaciones no se empieza a hacer énfasis sobre el problema mafioso y paramilitar que afronta el territorio urbano del país.
La criminalidad del Valle de Aburrá, hasta el momento, está representando un problema para el proceso de Paz que se lleva en La Habana y si no se atiende a tiempo, este problema puede extrapolarse a otras ciudades como Cali, Bogotá, Cúcuta, Santa Marta, Montería que, al igual que Medellín, se han convertido en laboratorios de violencia urbana.
En palabras de Wilson, “el proceso de paz no se está pensando para la ciudad, se está descuidando ese tema. Va a generar un problema en Medellín porque acá no tenemos cabida. Si no se hace algo, van a exterminar a las personas que lleguen y a sus familias. Esta ciudad no es territorio de paz”.
La amenaza fue recibida días antes del paro armado y Wilson no pudo denunciarla porque donde se está refugiando las cosas empezaron a tensionarse desde entonces y el día del paro de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) ni siquiera pudo salir de su vivienda.
Sigue enfermo y está asustado, teme que atenten contra su familia. La situación de inseguridad que afronta no pudo ser controlada por las autoridades, por lo cual será trasladado fuera del Valle de Aburrá hacia otra ciudad. Sin entender cómo es que lo ubican y por qué lo siguen amenazando, Wilson dijo: “Esto no puede seguir así, yo sólo quiero vivir tranquilo con mi familia, y ojalá en el campo. No quiero estar en esta ciudad, acá sólo me están invitando a volver a la guerra”.
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