Redacción Medioambiente, 23 sep- Un grupo de investigadores internacionales ha propuesto «once reglas de oro» para lograr una pesca sostenible e instan a los responsables políticos y actores del sector a adoptar estas medidas para minimizar los daños ambientales y afrontar los desafíos climáticos y del hambre en el mundo.
Los investigadores de Francia, Estados Unidos, México, Uruguay, Cuba, Reino Unido, Suiza, Alemania, Australia, Noruega, Canadá y Portugal explican que en cincuenta años el estado de los recursos pesqueros se ha deteriorado considerablemente, con una «proporción de poblaciones de peces explotadas de manera sostenible que ha disminuido en una tercera parte».
La propuesta para cambiar «de forma radical la gestión deficiente» de la pesca se recoge en el artículo titulado ‘Replantear la sostenibilidad de las pesquerías marinas en un planeta en rápido cambio’ («Rethinking sustainability of marine fisheries for a fast-changing planet»), publicado en la revista Nature.
El análisis elaborado con una visión interdisciplicar por expertos en biología, oceanografía, ciencias sociales y economía sobre la pesca sostenible, insta a los responsables políticos, distribuidores, pescadores y actores del sector pesquero a adoptar estas reglas de oro, basadas en dos principios y once acciones clave y llaman a movilizarse para implementarlas.
Unas reglas, dicen, basadas, por un lado, en minimizar los impactos sobre las especies y los ecosistemas marinos, adaptarse al cambio climático y asegurar la regeneración y recuperación de las poblaciones de peces y de los hábitats marinos agotados.
Por otro lado, en que la pesca debe mejorar la salud, el bienestar y la resiliencia de los seres humanos y de las comunidades, especialmente de las más vulnerables, y «dejar de servir a los intereses económicos de las empresas que concentran los beneficios mientras los ciudadanos soportan los costes».
Sostienen que la iniciativa pretende sentar las bases de una reforma destinada a transformar radicalmente la gestión del mayor bien común del planeta, el océano, y de una actividad como la pesca que es la «principal causa de destrucción» de su biodiversidad.
Tras un estudio de varios años, los investigadores han consensuado de «forma unánime» que la definición actual de pesca sostenible es «deficiente y peligrosa» y está llevando al agotamiento continuo de las especies marinas, a la destrucción de hábitats y sumideros de carbono y a la desaparición de pescadores artesanales en todo el mundo.
Según el estudio, el enfoque «anticuado de la supuesta sostenibilidad», ignora factores cruciales tanto humanos como ambientales, y señala que las normas actuales de «sostenibilidad» no logran responder a los desafíos urgentes que plantean la crisis climática y el colapso de la biodiversidad.
Por el contrario, sostienen, «respalda prácticas industriales altamente capitalizadas que benefician a los países del Norte», pero perjudican los ecosistemas y las finanzas públicas, y ponen en peligro la pesca artesanal, la seguridad alimentaria y amenazan el empleo.
Este modelo, inciden, «pone en riesgo» el derecho universal de los seres humanos a un océano limpio, saludable y sostenible, e instan a establecer de forma urgente una nueva gestión de la pesca a nivel mundial.
«Este trabajo defiende prácticas pesqueras que preserven las funciones vitales de los ecosistemas marinos, mitiguen el cambio climático, garanticen la seguridad alimentaria y respeten los derechos humanos», sostiene el profesor y biólogo marino de la Universidad British Columbia, Daniel Pauly.
Por su parte, Callum Roberts, profesor de la Universidad de York, subraya que «debemos considerar la pesca como un privilegio y no como un derecho. La vida marina es un bien público que debe beneficiar tanto a la sociedad como a la naturaleza, y no debe ser objeto de una carrera de recursos motivada por el lucro privado».
Apuntan los investigadores que los supermercados desempeñan un papel crucial en esta transformación, al representar «casi dos tercios de las ventas de productos del mar en Europa» y pueden transformar las prácticas pesqueras al modificar el abastecimiento y responder a la creciente preocupación de los consumidores sobre los «impactos ocultos de la alimentación».
Se observa «una desconexión creciente entre la disponibilidad de productos del mar supuestamente sostenibles a gran escala, el colapso de los ecosistemas oceánicos y la frecuencia de las violaciones de derechos humanos reportadas. Los supermercados deben dejar de engañar a los consumidores», alerta Pauline Bricault, responsable de la campaña de BLOOM sobre los mercados.
La propuesta se presenta coincidiendo la Semana del Clima en la Asamblea General de Naciones Unidas; la celebración en Bruselas de la Semana del Océano (31 de septiembre-5 de octubre); de la Cumbre de Naciones Unidas de Biodiversidad en Cali, Colombia, (21 octubre-1 de noviembre) y de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Océano, en Niza en 2025.
EFE
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