La ayuda internacional llega a Líbano tras la devastadora explosión en Beirut

FECHA:

Beirut, 15 agosto.- Once días después de la explosión que el 4 de agostó devastó el puerto de Beirut, dejando al menos 178 muertos, miles de heridos y casi 300.000 personas sin hogar, el Líbano se enfrenta a una crisis humanitaria, pero organismos e iniciativas locales e internacionales han acudido al rescate, como la liderada por el español José Andrés.

El chef ha preparado este sábado 300 platos para los empleados del hospital Saint George, que continúan arreglando los destrozos de la deflagración, que arrasó varios barrios de la capital libanesa, donde ha montado diez carpas para ofrecer comida a los damnificados.

En el exterior del hospital, que ha quedado destruido y por primera vez en su historia no acoge a pacientes, llega el coche con la comida de una de las «cocinas» de José Andrés, que se mostró preocupado por la situación del Líbano.

«Entre la crisis económica, la falta de reservas de trigo, podríamos tener, si la comunidad internacional no hace algo al respecto, un problema humanitario», afirmó hoy a Efe el chef, cuya ONG World Central Kitchen ha dado de comer a millones de personas afectadas por desastres.

José Andrés afirmó que la crisis no se debe sólo a la explosión del puerto, «sino que es mucho mayor» porque se suman otros factores, como la pandemia de la COVID-19, «que complican todo exponencialmente».

EL MOMENTO DE AYUDAR

La ONU también ha solicitado ayuda, sobre todo a largo plazo, para evitar que la situación humanitaria en el país de los cedros se agrave.

«El apoyo internacional ha sido muy generoso pero las necesidades inmediatas, comida, salud, refugio y educación, siguen siendo enormes, al igual que las necesidades de rehabilitación y recuperación a más largo plazo. Este es el momento de ayudar al pueblo libanés», afirmó este sábado en un tuit el coordinador de la ONU en el Líbano, Jan Kubis.

Naciones Unidas y sus socios pidieron ayer 565 millones de dólares para ayudar al Líbano, una cifra que cubriría las necesidades más urgentes de ayuda humanitaria, en la primera fase de la respuesta a esta emergencia.

Ese monto incluiría también los costes de la segunda fase, que conlleva la reconstrucción y restablecimiento de la infraestructura, servicios públicos y viviendas, según la ONU.

UNA CRISIS MÚLTIPLE

El Líbano vive su peor crisis económica desde el final de la guerra civil (1975-1990) y la moneda local, la libra libanesa, ha perdido más del 80 % de su valor en el mercado negro desde principios de año, mientras el tipo de cambio oficial sigue fijado en 1.507,5 libras por un dólar.

El Banco Mundial (BM) advirtió antes de la explosión que la mitad de la población libanesa se encuentra bajo el umbral de la pobreza.

Tras la catástrofe, el suministro de alimentos se ha visto afectado ya que el 85 % de los productos llegaba al país mediterráneo a través del puerto, que está volviendo a operar poco a poco después de la devastación.

Además, las reservas de trigo del país prácticamente desaparecieron en la deflagración que destruyó los silos donde estaba almacenado el cereal, aunque la comunidad internacional ha enviado harina y grano, y prometido donaciones para cubrir las necesidades de la población en los siguientes meses.

Una fuente del Ministerio de Economía aseguró a Efe que el Líbano necesita 35.000 toneladas de trigo cada mes. De aquí al 20 de agosto, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) entregará 17.500 toneladas de trigo al país, según informó la agencia de la ONU.

INICIATIVAS CIUDADANAS

Por su parte, Jose Andrés alabó la «rapidez» con que los libaneses y residentes se han movilizado para ayudar a los afectados por la explosión, que dejó más de 6.000 heridos.

Destacó que hay restaurantes en la ciudad que están funcionado y dando de comer a los más necesitados, así como las jaimas de las ONG repartidas por la ciudad.

Una de las voluntarias que participa en la iniciativa «Kelna Aayle» (todos somos una familia), Tracy Chartouni, dijo a Efe que están intentando ayudar a los residentes de los barrios más afectados por la deflagración, los de Gemmayze y Mar Mikhail.

«No hay nadie del Gobierno trabajando aquí, es la gente que ayuda, limpia (los escombros) y da comida», aseguró.

Isaac J. Martín

EFE

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