Moscú, 12 de marzo de 2025.- La batalla por el control del Donbás vuelve a centrar todas las miradas tras la acelerada retirada ucraniana de la región fronteriza de Kursk, botín que Kiev pensaba utilizar como moneda de cambio en las futuras negociaciones de paz con Rusia.
«La historia de la cabeza de playa de Kursk llega a su final. Los soldados ucranianos se van», dijo Ruslán Levíev, experto militar del Conflict Intelligence Team, al canal ruso Dozhd.
La incursión fronteriza ucraniana en Kursk en agosto de 2024, la primera invasión de territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial, fue el único éxito de Kiev en los últimos 18 meses de combates.
Donbás, una cuestión de orgullo
El Kremlin no ha respondido aún a la propuesta de tregua de 30 días de Kiev, pero en todo caso el presidente ruso, Vladímir Putin, tendrá muy difícil explicar un cese de las hostilidades a los ‘halcones’.
Y es que estos no olvidan que el ejército ucraniano aún controla entre una tercera y una quinta parte de las regiones ucranianas de Donetsk, Jersón y Zaporiyia, cuya anexión está plasmada en la Constitución rusa.
Los rusos lograron grandes avances en 2024 en el sur y el centro del Donbás, pero este año las ganancias territoriales han sido más bien escasas.
El gran objetivo de la ofensiva rusa, la conquista de la ciudad de Pokrovsk -60.000 habitantes antes de la guerra- y sus yacimientos de coque, se retrasa.
Los defensores ucranianos han perdido numerosas localidades al sur y este de la ciudad, pero se han aliado con el general invierno para frenar el empuje enemigo. Sólo Dios sabe qué ocurrirá cuando los caminos se sequen tras el deshielo y las brigadas mecanizadas puedan volver a circular con libertad.
Además del estratégico, la toma del Donbás tiene un claro componente económico, ya que alberga grandes riquezas en litio, titanio, uranio y, según Kiev, un 5 % de las tierras raras más importantes del mundo.
La cuna de la sublevación prorrusa
Según los expertos, de no mediar un colapso del frente, Rusia necesitaría muchos meses más de guerra para conquistar todo el noroeste de Donetsk, es decir, varios miles de kilómetros cuadrados.
Los rusos hicieron los deberes con la toma del bastión de Toretsk, pero los ucranianos han contraatacado con éxito y frustrado los planes de Moscú de avanzar hacia Kostiantínivka.
Esa localidad es un importante nudo de comunicaciones, cuya carretera conduce a Kramatorsk, la principal plaza fuerte ucraniana en toda la región.
Aunque hoy el Ministerio de Defensa ruso admitió la toma de un pueblo 15 kilómetros al este de este bastión, el hecho de que los ucranianos no cedan posiciones en Chasiv Yar -a las afueras de Bajmut- es un grave problema para el ejército ruso.
Los rusos intentaron también avanzar desde el norte -región de Járkov- hacia Kramatorsk y Sloviansk, la cuna de la sublevación prorrusa de 2014, pero no han podido doblegar la resistencia local.
Kursk, más de siete meses de combates
La baraja negociadora de Ucrania tenía un as en la manga, la carta de Kursk. Pero esa partida, en la que debería entrar el territorio conquistado por Rusia en la región de Járkov, parece que nunca llegará a la mesa de juego, en gran medida debido a Estados Unidos.
Y es que la inusitada pérdida ucraniana de unos 200 kilómetros cuadrados de la región fronteriza rusa en los últimos días coincidió con la decisión de Washington de suspender los suministros de armamento y dejar de compartir datos de inteligencia con Kiev.
Según informaron hoy los medios rusos, unidades de la agrupación Séver (norte) han tomado el centro de Sudzha, la base de operaciones ucraniana en Kursk e incluso izaron la bandera tricolor.
El Ministerio de Defensa de Rusia informó el martes y el miércoles sobre la liberación diecisiete localidades en esa región, tras lo que los rusos comenzaron a hablar abiertamente de que los ucranianos se estaban retirando.
De hecho, el general Dmitró Krasílnikov, jefe del mando norte del Ejército ucraniano, el encargado de la operación en Kursk, ha sido cesado de manera fulminante, lo que él mismo confirmó por televisión.
Los ucranianos, que llegaron a controlar unos 1.500 kilómetros cuadrados de territorio ruso, combatieron durante los últimos meses en Kursk no sólo contra los soldados rusos sino también contra los refuerzos norcoreanos.
EFE