Buenos Aires, 23 de agosto del 2023 – Las escenas de asaltos a comercios que se han sucedido en Argentina en las últimas 72 horas y cuyas imágenes rápidamente corrieron como reguero de pólvora por las redes sociales han generado un cierto ambiente de caos y una inevitable mirada a 2001, la última gran crisis económica, social y política del país.
La grave coyuntura económica, con más de un 113 % de inflación interanual, fuerte brecha cambiaria y un 40 % de la población en situación de pobreza, y el incierto panorama político, tras el triunfo del libertario Javier Milei en las elecciones primarias y sin un panorama claro con vistas a las presidenciales del 22 de octubre, son un perfecto caldo de cultivo para la agitación social.
Consciente del momento por el que atraviesa Argentina, y antes de que haya un estallido en las calles, el presidente del país, el peronista Alberto Fernández, aprovechó un acto público este miércoles en Neuquén (suroeste), una de las jurisdicciones afectadas por los saqueos el fin de semana, y pidió a la población que cuide «la tranquilidad y la paz social».
«Por favor, que no nos rompan la tranquilidad, la paz social, la convivencia democrática», insistió el mandatario, quien recordó que el país ha vivido «muchos momentos ingratos» como para repetir un pasado doloroso.
¿OLA DE SAQUEOS?
Entre el fin de semana y el lunes se registraron intentos de saqueo a supermercados y otros comercios, no sólo en Neuquén sino también en Mendoza (oeste) y Córdoba (centro), que vivieron su réplica en la madrugada del martes al miércoles en varias localidades de la provincia de Buenos Aires.
El Gobierno de esta última denunció 150 intentos de saqueos a comercios en su territorio, por los que 94 personas fueron detenidas y pasaron a disposición judicial, después del «intento de instalar» una supuesta ola de saqueos.
«Se restableció anoche la paz» y se «llevó detenido a quien se encontró cometiendo delitos graves», afirmó a la prensa su gobernador, el también peronista Axel Kicillof.
Durante la jornada, al tiempo que muchos comerciantes que ayer sufrieron asaltos hoy cerraban sus negocios para evitar contratiempos, el ministro nacional de Seguridad, Aníbal Fernández, anunciaba la creación de un comando unificado integrado por las cuatro fuerzas federales (Policía, Prefectura, Gendarmería y Policía de Seguridad Aeropuertuaria) para coordinar una estrategia común.
El funcionario destacó que los ataques «no son espontáneos», aunque destacó que el Ejecutivo no tiene «datos fidedignos» sobre la autoría intelectual.
De esta manera se apartó de las acusaciones vertidas por la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, quien señaló como instigadores a los candidatos opositores a la Casa Rosada Javier Milei, líder de la Libertad Avanza (ultraderecha), y Patricia Bullrich, aspirante de la coalición de centroderecha Juntos por el Cambio.
Ambos se caracterizaron en su campaña electoral por defender la mano dura a la hora de atacar los problemas de inseguridad e, incluso, abogaron por la libre tenencia de armas.
2001 EN EL RETROVISOR
El incierto panorama político con vistas a las elecciones del 22 de octubre, especialmente tras el sorpresivo triunfo de Milei en las primarias del 13 de agosto, impide prever un resultado a dos meses vista.
En 2001, los problemas de Argentina, que estaba en recesión desde 1998 y tenía un sistema de convertibilidad cambiaria en crisis, se agudizaron cuando retiraron su apoyo al país los mercados internacionales de deuda y el FMI, que, dos décadas después, es el mayor acreedor de Argentina y condiciona las políticas económicas del actual Ejecutivo y, en particular, del ministro de Economía, Sergio Massa, también candidato a la Presidencia.
El Gobierno de Fernando De la Rúa, de la Unión Cívica Radical (centro), dispuso el llamado «corralito», que restringió el retiro del dinero depositado en los bancos, lo que abrió paso a una ola de protestas, «cacerolazos» y saqueos a comercios que culminarían con las violentas jornadas del 19 y 20 de diciembre.
En esas dos jornadas, miles de personas desafiaron el estado de sitio decretado por el Gobierno y ocuparon las principales plazas y avenidas de las ciudades al grito de «que se vayan todos». El resultado de la represión de las fuerzas de seguridad a la movilización: 39 muertos en todo el país.
Ese 20 de diciembre, dos años antes de que concluyera su mandato, De la Rúa renunció y abandonó en helicóptero la Casa Rosada. Después, hubo una serie de sucesiones, juras y asambleas legislativas con cinco presidentes en once días.
Demasiadas semejanzas entre aquella Argentina y la actual como para que los últimos acontecimientos, aunque tomándolos con la debida cautela, no hagan mirar a lo ocurrido en 2001.
Concepción M. Moreno
EFE