Columna de opinión tomada del periódico El Colombiano
Por: Carlos Alberto Giraldo Monsalve
El término “desechable” es duro. Deshumanizante. Despectivo. Asesino. Impropio. Denigrante. Pero lo usan los indigentes, “los habitantes de calle”, para hablar sobre sí mismos en esta villa que los mira por encima del hombro y que quisiera limpiarlos.
Lo emplean para narrar sus vidas de itinerarios inciertos. Para describir su desgracia o su dicha, según se vean los callos que les saca el cemento de las calles, de los puentes, de las aceras. Dormitorios al aire libre que ellos arriendan en el inquilinato sin dueño que es la ciudad de noche. La Medellín enemiga, la puñalera.
Hace unos años, uno de ellos, que había sido de los mejores artesanos de cuero del país, me relataba: “en estos días me vio un perro policía y salió corriendo. Con eso entiendo todo sobre mi aspecto, sobre lo mal que me veo”. Sus dientes se desgajaron de unas encías marchitas por las infecciones. De relamer vasos y botellas. De repelar las bolsas de basura. Su sonrisa era una mueca oscura en la que se hundía el pasado. Un agujero del que salía la vida de un aletazo, perfumada con bazuco y tragos de alcohol Alelí. (Continuar leyendo aquí)