Entre 2015 y mediados de 2019 en Venezuela, 19 productos que se encontraban bajo un férreo control de precios, solo estaban disponibles en el mercado negro que comercializaba los rubros hasta por tres veces el valor del precio controlado por el Estado venezolano.
Hoy en día esta escasez prácticamente ha desaparecido, lo que se debe principalmente a la unificación cambiaria – consecuencia de las mesas de cambio- que ha permitido de alguna manera la dolarización del sector económico, y la desaplicación informal de la Ley de Precios Justos por parte del Estado venezolano, que han hecho que los rubros vuelvan a tener presencia en los anaqueles.
La reactivación comercial y empresarial de Venezuela se percibe entre la población como una mejora económica, por lo que el diario La Opinión consultó la visión de tres expertos en el área, para abordar este fenómeno.
Para Isidro Pérez, profesor de postgrado en comercio exterior, la aparente bonanza producto de la dolarización no es más que una burbuja consecuencia de la inversión interna de los capitales en dólares que el gobierno venezolano no ha podido sacar del país por culpa del bloqueo norteamericano. “Es una dolarización no transparente, porque no proviene de los organismos multilaterales de financiamiento, ni de la venta formal de petróleo u otros minerales; son fondos que no provienen de fuentes formales de generación de divisas”, afirmó.
En este punto, Wladimir Tovar, consultor de comercio exterior y directivo de la Asociación de Comerciantes del Estado Táchira (Aceta), agrega que lo que se percibe como una dolarización de la economía no es tal, pues no existe una política pública que apunte a ello, “lo que existe es un fenómeno donde, debido a la fuerte distorsión económica que hay, la circulación del cono monetario nacional es casi nula, y los billetes de menor denominación son sacados de circulación por comerciantes y prestadores de servicios, quienes prefieren recibir sus pagos en divisas”, siendo las más usadas el peso colombiano para las transacciones cotidianas y el dólar para los negocios de mayor cuantía.
El economista Aldo Contreras explica que la dolarización de facto (resultado de la desvalorización del bolívar y la escasez de efectivo circulante) en el estado Táchira, representa que más del 93% de las transacciones se hagan en esta divisa, y a nivel nacional la cifra ronde el 60%; ello sumado a la exoneración del Impuesto al Valor Agregado (IVA) en las importaciones hasta junio de 2020 y el levantamiento no formal del control de cambio y el control de precios, que ha permitido que algunas unidades de negocios se vayan configurando.
Apunta Contreras que estas unidades de negocios pertenecen principalmente al sector servicios (restaurantes, comidas rápidas, franquicias). Así mismo se ha visto el surgimiento de algunos bodegones, fenómeno que cobra una presencia muy relevante no solo en Táchira, sino también en Caracas y otras ciudades de Venezuela. Estos bodegones se dedican principalmente a la venta de exquisiteces y productos importados y a la entrega puerta a puerta de mercancías que importan principalmente vía marítima, dado que la frontera aérea está cerrada con Estados Unidos.
Importar vs. Producir
Según Contreras, en Venezuela actualmente resulta más barato importar que producir localmente, porque los productos manufacturados aún están bajo los efectos de la hiperinflación, que en 2019 – según datos oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV)- cerró en más de 9.538%, mientras las proyecciones para el 2020 apuntan a entre 3.000 y 4.000% de inflación.
“Los productos locales están sujetos a estos desmanes económicos, hay en la actualidad una apreciación del tipo de cambio real y esto se traduce en que, por ejemplo, en el mes de enero, que la inflación fue del 65%, la variación del tipo de cambio fue de aproximadamente 33,20%, lo que representa la mitad de la inflación; y en febrero, aunque la inflación fue una de las más bajas de los últimos 3 años, al ubicarse en 19,20%, el tipo de cambio se mantuvo fijo con una variación de apenas el 1%. En términos de inversión resultaba mejor tener productos que tener dólares, con lo cual importar resulta más rentable que producir en Venezuela”, dijo.
“En los primeros dos meses del año la inflación ha sido cercana al 85% y la variación en el precio del dólar se mantuvo por debajo del 35%, esto hace que en algunos bodegones en el centro y el oriente venezolano -que tienen productos importados de fuerte presencia europea, pero más norteamericana-, ofrezcan mercancías a precios más baratos que los de producción nacional”, apunta el experto.
Lo mismo sucede en el caso del Táchira, donde más del 70% de los productos que se exhiben en los anaqueles son de origen colombiano, dentro de los que destacan diversas marcas de harina de maíz precocida, pastas, aceites, granos, leche e incluso verduras, legumbres, frutas y hortalizas que también resultan mucho más baratos si provienen de Colombia. Todos estos productos entran por las trochas, obviando el pago de aranceles de importación. Aquí el uso del peso colombiano sobrepasa el volumen de transacciones en otras divisas.
Recuperación económica
Según Contreras, para hablar de recuperación económica hace falta mucho más y hacerlo en este momento resulta arriesgado, pese a que se observa una cierta bonanza en el sector servicios. “Hemos visto cómo han abierto gran cantidad de panaderías, bodegones, ventas de hamburguesas y perros calientes, pizzerías, heladerías, restaurantes, franquicias de comida rápida, aunque aún está lejos la recuperación económica”, apuntó.
Fedecámaras afirma que en los últimos 20 años cerraron más de 350 mil empresas y se estima que en 2020 han abierto unas 7 mil, todas ubicadas en el sector servicio. “Para hablar de una verdadera recuperación económica tendría que dinamizarse la economía y crecer el Producto Interno Bruto (PIB) que en 2019, según cifras oficiales del BCV, cayó en un 74%. El sector construcción, que lleva ya siete años en caída libre, registra un descenso superior al 93%, mientras el de manufacturas ha caído en 60%. Por otra parte, las reservas internacionales de Venezuela están en los mínimos históricos de los últimos 46 años, en menos de 6.999 millones de dólares”, lo que según Contreras, es la mejor evidencia del fracaso del modelo económico.
Afirma que Venezuela aún está lejos de una recuperación económica, porque persisten flagelos como la caída sostenida del PIB y la hiperinflación, lo que en economía se conoce como estanflación; fenómeno que viene afectando a Venezuela en los últimos 8 años. A ello se suma la falla de servicios fundamentales como la energía eléctrica. “Si se llegara a encender una ciudad industrial como Valencia, seguramente se apagaría Venezuela”, dijo Contreras para ilustrar que los grandes sectores industriales de Venezuela hoy se encuentran paralizados.
Los especialistas coinciden en señalar que no es posible hablar hoy de una reactivación empresarial y comercial en Venezuela, pese a que la percepción es que muchas empresas abrieron sus puertas en los últimos días, pues las importaciones de productos terminados no dinamizan la balanza de pagos ni generan la cantidad de empleos necesarios para dinamizar la economía venezolana.
Tomado de La Opinión