Santiago de Chile, 2 septiembre.– «Vi el paso», le dijo Roldán de Argote a su capitán, Fernando de Magallanes. El lombardero, tras subir a un monte cercano, había divisado la salida al laberinto de fiordos y pequeñas islas en el que navegaba la expedición y confirmaba la existencia de un paso interoceánico en el extremo sur de América que acabaría por cambiar el mundo: el estrecho de Magallanes.
Sin cartas de navegación, sin conocimientos de batimetría ni de las corrientes que acechaban, la campaña que lideró el marino portugués Magallanes demoró 38 días en cruzar el estrecho que hoy lleva su nombre, entre el 21 de octubre y el 28 de noviembre de 1520, originando hace 500 años la primera globalización del planeta.
La gesta de estos hombres configuró el mundo hasta el presente y proyecta ahora el desafío a futuro de conservar un lugar de naturaleza única y de vital importancia para las relaciones comerciales, culturales y científicas.
Así lo expresaron este miércoles los expertos que participaron en el foro virtual «Estrecho de Magallanes, un puente sobre el abismo Travesía y Exploración. 500 años», organizado por la Agencia EFE y el Gobierno Regional de Magallanes y de la Antártica Chilena para abordar la importancia de este hito en su quinto centenario.
El evento fue visto por más de 300 personas en directo y contó con la colaboración de la Fundación Prima Austral y la productora Nuevo Espacio.
EL PASO DEL ESTRECHO, EL PUNTO CULMINANTE
La travesía había comenzado un año antes, el 20 de septiembre de 1519, en la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, en busca de una ruta comercial que a través del Atlántico sur los llevara a las Islas Molucas, algo que sólo fue posible con el punto culminante de la aventura: el paso del estrecho de Magallanes.
«La hazaña de este cruce es un tema sobre el que hay que detenerse. El cruce no fue fácil para Magallanes, los 38 días que demoró consistieron en una lucha constante contra la deserción, el frío, los vientos y las fuertes corrientes de un laberinto de canales», dijo el intendente de la región de Magallanes y de la Antártica Chilena, José Fernández Dübrock, en un video de presentación al comienzo del foro.
La autoridad regional agregó que revisitar la historia de esas 38 jornadas ayuda a considerar el futuro de la zona a partir del presente, para proteger un lugar que ya hace 500 años el cronista de la expedición, Antonio Pigafetta, calificó como el «más bello» estrecho del mundo.
UNA GESTA TENAZ Y CON GOLPES DE SUERTE
La navegación a través del estrecho tenía más opciones de fracasar que de encontrar la desembocadura y fueron varios los momentos en los que la fortuna acompañó las decisiones que se tomaron, dado lo inhóspito del lugar, expresó el contraalmirante de la Armada de Chile Víctor Zanelli, uno de los ponentes del foro.
«La suerte les acompañó pero fueron personas con mucha experiencia y una tenacidad y un coraje tremendo que les daba la fuerza para seguir explorando», dijo Zanalli, que detalló los pormenores de esos 38 días de navegación y expresó su admiración por la manera en que lograron salvar los escollos que encontraron.
La falta de mapas reales de la zona y la instrumentación básica que llevaban en los barcos la compensaron guiándose por el Sol, a través del cual supieron siempre en qué latitud se encontraban, no así la longitud, apuntó otro de los ponentes, el astrofísico y astrónomo de la Universidad de Chile José Maza, ganador del Premio Nacional de Ciencias Exactas de Chile en 1999.
UN HITO PLANETARIO QUE AÚN RESUENA EN EL PRESENTE
Maza destacó también que si bien la expedición tenía un interés comercial, resultó en «una epopeya que abrió la Tierra, certificó por primera vez que el mundo era redondo y que se podía circunnavegar».
En este aspecto incidió otra de las ponentes, la escritora, periodista y académica chilena Patricia Stambuk, quien dijo que «fue un episodio conmovedor y determinante para el planeta» cuyas consecuencias aún resuenan en la actualidad.
«Esta gesta no tiene parangón en la historia de la humanidad. Todos los movimientos geopolíticos y el colonialismo, todo esto tuvo un punto de partida que fue el viaje de Magallanes», expresó Stambuk.
LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, LOS GRANDES OLVIDADOS
La escritora, dedicada al conocimiento de los pueblos originarios de la región de Magallanes, indicó que hace 11.000 años el estrecho ya lo surcaban comunidades autóctonas como los Selk’nam, los Aónikenk y los Kawesar, y lamentó que en la historia de esta expedición está ausente la voz de estas pueblos.
«Quedo reflejado con un sólo punta de vista, el del que pudo escribirlo. Sólo podemos imaginar el parecer de los pueblos originarios», comentó Stambuk, quien afirmó que en el estreno «no hubo encuentro de dos mundos» e hizo una visión crítica del concepto de «descubrimiento» que se suele usar en la actualidad.
«No tiene nada que ver con un descubrimiento. No es un descubrimiento porque el mundo ya estaba aquí», aseveró.
UNA MIRADA AL FUTURO
Stambuk, además, abogó porque ahora, en el quinto centenario de este hecho, se mire hacia el futuro y a la responsabilidad que tiene Chile y la región de Magallanes para cuidar el «ecosistema único» que es este estrecho.
En ese sentido se expresó también otra de las panelistas, Céline Cousteau, documentalista y embajadora de la ONU para la limpieza de los mares, quien subrayó la importancia de conocer el pasado para entender la importancia presente del lugar y asumir una responsabilidad sobre su futuro.
«Espero que el mundo escuche que los estos 500 años son sólo el inicio. Somos la voz del futuro y la pregunta es ¿qué vamos a hacer para proteger esta zona?», dijo Cousteau.
La documentalista, quien es nieta del legendario explorador y cineasta Jacques-Ives Cousteau, dijo que su trabajo consiste en llevar a todo el mundo imágenes de ese lugar, que consideró «bellísimo y único», para tratar así de inspirar a la gente y que tomen acciones para protegerlo.
Rubén Figueroa
EFE