Bogotá, 11 diciembre.- Libertad, color, diversidad y abundancia. Esas son las características principales del arte urbano de Colombia que, por primera vez, ha dejado las paredes de la ciudades y se ha reunido en el libro «Que no falte la calle», una publicación que recoge obras de más de 150 artistas y que muestra el efervescente momento que vive el grafiti en este país suramericano.
«Hay una gran cantidad de artistas de gran calidad. Hemos recopilado 150 en esta enciclopedia pero hay muchos más. Todos ellos consideran que el grafiti es una forma de expresión y de vida», declara Andrés Quintero, creador del proyecto Bogotart, colectivo que está detrás de esta iniciativa.
Según sus promotores, el voluminoso libro rescata lo mejor del arte urbano realizado por grafiteros colombianos en los últimos 15 años en las calles del país y del mundo y cuenta, además, con reflexiones de exponentes de la escena como son DjLu, Zokos, Guache. Wosnan y Yurika, entre otros.
MECA EMERGENTE DEL GRAFITI
Con diferentes técnicas, las obras seleccionadas abordan variadas temáticas que van desde lo ancestral y lo mágico hasta la situación social de los indígenas o líderes sociales del país, sin olvidar homenajes a la cultura popular, la naturaleza, la protesta campesina y los retratos de calle.
«Colombia tiene un arte urbano muy especial. Ha sido un boom en toda Latinoamérica. Desde 2016, el país ha empezado a exportar grafiteros a todo el mundo. Digamos que ahora es -y especialmente, Bogotá- la meca del grafiti en toda la región», destaca Mar Rodríguez, productora del colectivo cultural.
Antonio Merino, otro de los creadores del proyecto, también defiende el momento dulce de «Street Art» colombiano.
«Decidí empezar por Colombia porque, como dice Stinkfish -reconocido grafitero suramericano-, una imagen es grafiti solo si cumple con tres reglas: independencia, ilegalidad y anonimato. Si esto se combina con el color y el alegre ritmo de la cumbia, no había duda de que era el país por el que debía empezar», afirma.
Para el lanzamiento del libro, Bogotart y empresas asociadas han montado una exposición temporal en una planta en obras dentro de Torre Barcelona, un edificio del centro de Bogotá, donde se muestran obras de artistas que aparecen en el libro, así como una selección fotográfica producto de la convocatoria #QueNoLeFalteCalle, donde más de 4.000 personas mostraron sus imágenes durante dos semanas.
«Torre Barcelona es un edificio que funciona como un hostel y residencias estudiantiles», explica Rodríguez, «allí encontramos una planta sin utilizar y en obras y la transformamos en una exposición. Conseguimos intervenciones de artistas en las paredes, fotografías… es una experiencia muy urbana y muy de la calle».
ARTE CONTRA COVID
Según Quintero, para los grafiteros la muestra también ha supuesto un poco de aire fresco después de las cuarentenas y la clausura del circuito de galerías de arte alternativas cerradas durante la pandemia.
«Los artistas tuvieron que parar al inicio y ellos no pueden reciclarse. Ahora han vuelto a la acción de la calle», añade.
Tanto es el entusiasmo que algunos artistas han creado una obra nueva en esta exposición pese a que tiene fecha de caducidad: el 19 de diciembre. Ese día, la planta en obras que acoge la muestra cerrará las puertas y los grafitis recuperarán ese carácter efímero que les caracteriza.
Para mantener en la retina las obras callejeras, sin embargo, el libro «Que no falte la calle» puede servir de memoria sobre papel de lo que pasa -y dicen- las paredes y los muros, una forma de mostrar «esos nuevos patrimonios» que, según sus promotores, muestran los grafitis.
Esta publicación no es la primera iniciativa de Bogotart en el mundo de la edición. «Hace tres años publicamos ‘Más que muros’, donde aparecían los artistas de Bogotá. Ahora, decidimos expandirnos y nos hemos dado cuenta que hay un movimiento grafitero en toda Colombia y valía la pena resaltarlo. Este libro recoge esa memoria urbana del grafiti», concluye Mar Rodríguez.
Juan Carlos Gomi