Redacción AnalisisUrbano.com
En la semana que cerró, el grupo insurgente Ejército de Liberación Nacional (ELN) hizo evidente ante la opinión pública dos actos de su autoría: el primero la actividad de propaganda armada que hicieron en el barrio Altos de Niquia, del municipio Bello; y el segundo, la incineración de una volqueta ubicada en una cantera en la vereda El Granizal, del municipio Copacabana, ambos municipios del Valle de Aburrá.
Estas acciones, además de los testimonios de la población que ante los periódicos confirman las incursiones subversivas, son señales claras de la presencia del ELN en el Valle de Aburrá.
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Ahora bien, la respuesta militar ante los hechos ha sido, como indica el refrán, intentar tapar el sol pero en este caso no con un dedo sino con latas de pintura. En el caso de Granizal, aún no se secaba el aerosol de los grafitis sobre la casa del vigilante de la cantera cuando los miembros de la fuerza pública, en este caso de la Policía, mandaron a maquillar las paredes con unos parches de pintura gris, mal distribuida, que ocultaba la propaganda guerrillera; en el caso de Altos de Niquia, simplemente se desmintió la información: el comandante de la IV Brigada, general Néstor Robinson Vallejo, declaró “el video es materia de análisis para esclarecer su veracidad porque hasta ahora no hay una evidencia física de presencia del ELN en Bello ni el área metropolitana. Cualquiera pone a personas a caminar con unas armas. Tampoco tenemos denuncias de la comunidad ni de las autoridades de ese municipio” y la Policía Metropolitana realizó un ‘contravideo’ que pretendía demostrar la falsedad de la cita del ELN. Además, Aanalisisurbano.com.co pudo conocer que los grafitis de Bello, en su momento, también fueron borrados bajo una orden clandestina.
La orden clandestina fue desvelada días después ya que según fuentes allegadas a AnalisisUrbano.com afirman que a la semana siguiente del patrullaje subieron miembros de las bandas de «Camacol» y «Pachelly», y con pintura negra en aerosol tacharon las letras que habían dejado los insurgentes. Así mismo, según testimonios recogidos, le dijeron a la comunidad, que los que mandaban eran ellos, es decir, «Pachelly» y «Camacol» además también informan que al otro día de la presencia de miembros de la organización guerrillera, la policía subió y retiro las banderas elenas.
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Las acciones de la fuerza pública, en todos los casos fueron poco más que risibles, especialmente en el caso de Bello, en donde la fuerza pública ni siquiera sabe la fecha concreta de realización del video y con aspaviento parece gritar “no es nuevo, no es nuevo”, como si eso fuera lo realmente importante. La policía compara dos videos: uno nocturno con fallas enormes de calidad con uno a plena luz del día y con una cámara de alta resolución, dando como pruebas una construcción que según sus habitantes no tiene más de dos meses de realizada, y cuyos adobes aún se observan sobre el suelo en el video oficial, y dos detalles más que ni se notan y hasta resulta tonto mencionarlos.
Lo anterior evidencia las enormes falencias que tiene en inteligencia la MEVAL y el afán por ocultar la verdad que muestra el BG José Ángel Mendoza, no es posible que los periodistas conozcan cuando fue realizado el vídeo de la propaganda armada realizada por el ELN (14 de julio de 2014) y la policía no sepa aparentemente cuando se hizo.
El ejército, por su lado, de manera autómata y mecánica, pareciera decir “no es cierto, no hay evidencia física, no hay denuncia de la comunidad”. Si el vídeo no es evidencia física y si los testimonios recogidos por el periódico El Colombiano no son denuncias, entonces ¿qué lo es?
La discusión acá no es el ELN ni mucho menos si está o no, el debate que se plantea es el actuar de la fuerza pública, que de un tiempo para acá pareciera estar en campaña de ocultar información al país, ya sea presentando falsos positivos, práctica que ha sido recurrente en la policía Metropolitana del Valle de Aburrá (MEVAL), o con acciones ridículas, que más parecen defender un ego militar herido, como las que se llevaron a cabo frente a las salidas del ELN en el área metropolitana de la ciudad.
Frente al tema que convoca, sólo se concluye que tapando con pintura los grafitis que deja el ELN en sus incursiones militares, no se pinta la realidad. Y de ser así, en la misma línea de la bufonada oficial que se viene practicando, sería conveniente que a la fuerza pública se le cambiaran las armas y los fusiles por pistolas de paintball.