Yofran Humberto Gil y Michel Yulisa Lasso desaparecieron misteriosamente en Bogotá a mediados de mayo. Autoridades establecieron que, antes de esfumarse, la pareja había sido vista en el barrio Eduardo Santos, en el centro de Bogotá, con el hermano menor de Gil y una cuarta persona a la que nadie pudo identificar, de quienes también se perdió el rastro.
Su desaparición coincidió con el rumor, en el bajo mundo, de que un alijo de coca había sido robado a uno de los poderosos ‘sayayines’ del viejo Bronx, que sigue controlando parte del negocio en el centro de la ciudad y ha extendido sus tentáculos al vecino municipio de Soacha.
El domingo 26 de mayo, a eso de las 6:30 a. m., vecinos de la vereda La Rápida, cerca del salto del Tequendama, reportaron dos cadáveres, en bolsas plásticas, abandonados en un paraje a 15 kilómetros de Soacha, en el tramo de la vía El Pin que conduce a La Victoria. La versión que circuló es que habían sido ultimados con arma de fuego con silenciador.
“Los encontraron agentes del cuadrante de la Policía de Santandercito. Uno era de sexo masculino y el otro, femenino y aparentaban entre 20 y 24 años. Se podía inferir que fueron ultimados ahí en el sector”, les dijo un investigador a reporteros del periódico capitalino El Tiempo.
Los cuerpos resultaron ser de Gil y de Lasso, quienes tendrían una relación sentimental. Y a las 48 horas, un reciclador encontró a los otros dos desaparecidos.
Sus cuerpos también habían sido metidos en bolsas plásticas, pero estaban descuartizados. Alguien los abandonó en la esquina de la transversal 19 con calle 4B (barrio Eduardo Santos), a unos cuantos metros de la sede en la que se centralizan los Escuadrones Móviles Antidisturbios de la Policía Nacional (Esmad).
“Tenían signos de tortura”, le aseguró a este diario un investigador. Y agregó que el caso ha tomado tanta relevancia que la seccional de Cundinamarca de la Fiscalía se unió a la de Bogotá para seguirle el rastro a esta estela de crímenes, propios de la mafia.
Desde hace dos semanas, el periódico El Tiempo solicitó a la Fiscalía información oficial al respecto, pero allí hicieron saber que no pueden dar reportes porque en 20 días se van a producir varias capturas, vinculadas a este proceso.
A pesar del hermetismo, este diario confirmó con fuentes judiciales que habría más desaparecidos vinculados a esta ‘vendetta’ mafiosa, en plena capital del país.
“La Fiscalía tiene una investigación más grande. Aún faltaría establecer el paradero de otras personas posiblemente relacionadas con el robo de dinero y drogas de lo que quedó del Bronx”, aseguró otra fuente que incluso habló de más de una decena de desaparecidos.
Por ahora, la principal pista sobre estos asesinatos fue encontrada en una casa en el barrio La Estanzuela, centro de Bogotá, en cuyo baño se habrían realizado los descuartizamientos.
Hasta esa vivienda llegaron las autoridades para realizar un allanamiento durante el cual se logró la incautación de 3 kilos de droga y la captura de una persona que estaría colaborando con las autoridades.
También se han encontrado descuartizados en el barrio El Porvenir, de la localidad de Bosa, y en el República de Canadá, de Ciudad Bolívar. En este último sector, los muertos fueron los hermanos Luis Carlos Barragán, de 26 años, y Máicol Martínez Barragán, de 24, hallados el 25 de noviembre de 2018.
Según las autoridades, eran oriundos de Quipile, Cundinamarca, y estarían dedicados al microtráfico en el barrio San Joaquín, en Ciudad Bolívar.
Y a comienzos del año, la víctima de estas prácticas mafiosas fue un ciudadano venezolano identificado como Yanniel José Salero, de 24 años y con tan solo 9 meses en Colombia. Su cuerpo fue encontrado en El Porvenir, donde ya se había reportado otro caso de desmembramiento.
La guerra con Soacha
Algunos datos recaudados por las autoridades y reporteros de este diario indican que ‘sayayines’ de Bogotá están en guerra con bandas de Soacha por el control del negocio del tráfico de droga, que está ingresando por los Llanos.
Según el líder comunitario Heiner Gaitán, varias comunas de ese municipio han sido escenarios de este tipo de vendettas, especialmente con fichas del llamado ‘clan del Golfo’. Eso explica varias muertes y la explosión de al menos 8 artefactos, entre granadas de mano y petardos, en los últimos dos años.
“Redes de microtráfico, fronteras invisibles, captación de jóvenes. (…) En Soacha, el número de asesinatos por cada 100.000 habitantes es mayor que el departamental y el nacional. Hace dos meses, en una de esas explosiones murieron dos personas en el sector de Los Olivos de la comuna 3, que es la parte baja de la frontera entre Bogotá y Soacha, al lado del humedal Sibarica”, explicó Gaitán.
Y otras voces del municipio señalaron que estructuras locales se fortalecieron por el golpe al Bronx, hace tres años. Además, que se han sellado pactos entre bandas, para repartirse la distribución de drogas en parques y colegios.
Sin embargo, el secretario de Gobierno de Soacha, William Mayorga, le dijo a este diario que allí no hay bandas criminales y solo se trata de delincuencia común.
“La explosión más reciente fue por un accidente en la manipulación de una granada”, señaló Mayorga.
Y la Policía aseguró que los que murieron en ese caso eran expendedores de drogas.
Estos episodios coinciden con el diagnóstico que entrego la Defensoría del Pueblo la primera semana de junio. Para la entidad es claro que los descuartizamientos son dinámicas propias de la violencia que ejercen diferentes grupos armados ilegales presentes en estas localidades.
Y agrega que algunos de estos casos se estarían dando en el llamado Cartuchito del barrio María Paz, en Kennedy, pero que los restos estarían siendo llevados a otros sectores, incluidos los ríos Bogotá, Fucha y Tunjuelo, y Soacha, para borrar el rastro de los crímenes.
Sin embargo, el secretario de Seguridad de Bogotá, Jairo García, asegura que los señalamientos de la Defensoría son infundados y que, por el contrario, las cifras de crímenes en las localidades que se señalan han bajado. Pero los muertos siguen apareciendo.
Voces encontradas por la alerta de la Defensoría del Pueblo
La Defensoría advierte que es posible que en 50 barrios de Ciudad Bolívar, 27 de Bosa y 66 de Kennedy haya presencia de grupos armados al margen de la ley. Organizaciones locales han denunciado el aumento de amenazas y asesinatos de jóvenes. Incluso, se menciona el hallazgo de cuerpos descuartizados. Esto, según la Defensoría, podría interpretarse como una estrategia para tener control territorial.
Pero el secretario de Seguridad de Bogotá, Jairo García, señaló que las afirmaciones de la Defensoría son infundadas, pues en las localidades señaladas han bajado los homicidios. Según sus cifras, entre enero y mayo del 2019, en Kennedy hubo una reducción del 11,7 % en el número de homicidios; en Ciudad Bolívar, del 23 % y en Bosa, del 21,3 %.
Sin embargo, el delito que no cede es el hurto a personas, pues en las tres localidades ha aumentado por encima del 20 % en los primeros cinco meses de este año. Para líderes sociales de estos territorios, este es el gran problema. “Hay un crecimiento inseguridad, y sin respuesta institucional. Cuando la Policía no llega empiezan las amenazas a los jóvenes porque se percibe que ellos son los delincuentes”, dijo el edil de la localidad de Kennedy, Francisco Castañeda.
Este fenómeno de la inseguridad, según un consultor de la Fundación Ideas Para la Paz (FIP), está relacionado con tres problemas tradicionales: tierreros, venta al menudeo de drogas y cobros gota a gota.
Tomado de El Tiempo