Boudai (Líbano), 5 de diciembre de 2024.- Un hombre trata de rescatar pertenencias de entre los escombros de su casa destruida por un bombardeo israelí en Boudai, en el este del Líbano. Para él, el retorno a la aldea tras el alto el fuego de la semana pasada difícilmente supone un regreso a su vida anterior.
En el bajo del inmueble, totalmente derrumbado, tenían un bazar ‘todo a un dólar’ y una pequeña tienda de juguetes de las que dependía toda la familia, pues es un policía retirado con una pensión equivalente a 150 dólares, en un país con precios aún más desorbitados tras la guerra.
Mirando al suelo, lamenta cómo después de haber sido sargento primero en las Fuerzas de Seguridad Interna del Líbano (ISF), ahora su casa ha quedado reducida a escombros. Es un hombre parco en palabras, confirma su hermano Suleiman Assaf, arrancándose a desgranar los detalles de su historia.
«Era su único medio de vida, desde la catástrofe de los bancos aquí en el Líbano, el finiquito por jubilación que debes tener, se quedaron con la mayor parte», explica Assaf a EFE, refiriéndose al corralito que surgió en el marco de la crisis económica iniciada en el país hace ya cinco años.
El bombardeo, ocurrido a finales del mes pasado, les ha costado además «no menos de 100.000 dólares» en daños, estima.
Un hogar temporal
De vuelta tras permanecer desplazados durante la intensa campaña de bombardeos israelíes lanzada contra el Líbano entre el 23 de septiembre y el 27 de noviembre, se han ido a vivir temporalmente con su anciana madre a una casa familiar, a pocos metros de donde un día se erigió la suya.
En las escaleras de la entrada, se acumulan los escasos enseres que los hermanos han podido rescatar de entre las ruinas del ataque. «Sobre todo algunas mantas», comenta Assaf, mientras un frío que cala los huesos envuelve ya Boudai, adonde la nieve no tardará en llegar.
«No queda nada, solo están bien para usar las cosas que tenían con ellos en el albergue, nada más», sentencia el vecino, de 42 años.
Según explica, su mujer le está prestando ropa a la hija del hermano, que también vivía en la casa destruida y que tiene un bebé de apenas un par de meses. Para los niños, han comprado algunas prendas nuevas.
Casi toda la población de Boudai huyó durante la ofensiva aérea, que se ensañó con localidades como esta del Valle de la Bekaa, a excepción de algunos agricultores y ganaderos que no quisieron abandonar sus cultivos o animales.
«En esta zona, no recibimos notificaciones (del Ejército israelí) para saber si nos van a bombardear o no, así que todos dejamos nuestras casas aquí y nos fuimos a lugares más o menos seguros», apunta Assaf.
«Alrededor del 90 % han vuelto, pero como puedes ver no todas las casas están habitables. Esa es una casa que por fuera parece aceptable, pero por dentro está completamente destruida», agrega, señalando a una vivienda con daños en la parte superior.
Tras una semana de cese de hostilidades, muchas casas aún tienen las ventanas rotas, tapiadas con paneles temporales, pese a que por las noches los termómetros ya rondan los cero grados en Boudai.
Cultivos abandonados
Assaf destaca que están entre «las comunidades más pobres del Líbano» y que la mayoría de la gente aquí depende de la agricultura. El Valle de la Bekaa es la principal región agrícola del país, concentrando alrededor del 40 % de sus terrenos cultivados, según datos de la FAO.
El sector, que solía generar entre 2.000 y 3.000 millones de dólares anuales en el Líbano, desapareció casi por completo durante el conflicto debido a los constantes ataques israelíes, tal y como reconoció recientemente a EFE el ministro de Economía libanés, Amin Salam.
Así, a su regreso a Boudai, muchos se han encontrado no solo casas dañadas, sino también cosechas perdidas.
«La temporada de plantar pasó durante la guerra y los bombardeos, no nos atrevimos a ir al terreno agrícola y cultivar. No nos atrevimos, había aviones en el cielo atacando incansables sin perdonar a nadie», relata a EFE un agricultor de la zona que prefiere mantener el anonimato.
En esos dos meses largos, tenía que haber recogido una cosecha y plantado una nueva, pero perdió la temporada para ambas cosas.
Estima que la ofensiva israelí le ha robado el equivalente a al menos 5.000 dólares y, aunque ha corrido a plantar algunas cosas nada más regresar a la aldea, sabe que la tardanza se traducirá en un beneficio bastante más reducido de lo normal cuando llegue la hora de la recogida.
«Perdimos mucho durante la guerra (…) Toda mi familia depende de la granja, un hijo, una hija y mi mujer», concluye el agricultor.
Noemí Jabois
EFE