La Justicia da un nuevo respiro a los violadores que conmocionaron a la India

FECHA:

Los cuatro condenados a muerte por la violación en grupo y tortura a una joven en Nueva Delhi en 2012 ganaron este viernes más tiempo tras la suspensión hasta nueva orden de su ejecución, prevista para este sábado.

«El ahorcamiento ha sido suspendido indefinidamente, no se ha dado nueva fecha para la ejecución. La orden ha sido recibida por las autoridades de la cárcel (donde iban a ser ahorcados)», anunció a los medios el abogado de los convictos, A.P. Singh, tras la vista en la que un tribunal delhí resolvió posponer la ejecución, prevista para este sábado a las 6 de la mañana hora local (00.30 GMT).

LA HORCA APLAZADA PARA RESOLVER RECURSOS

El aplazamiento fue acordado debido a que los reos aún disponen de vías judiciales para evadir la pena capital, entre ellos la petición del perdón presidencial para tres de ellos, Akshay Singh, Pawan Gupta y Vinay Sharma. La de este último, ya solicitada, está pendiente de resolución.

El otro condenado, Mukesh Singh, ya solicitó la clemencia anteriormente, lo que permitió posponer la ejecución del 22 de enero a este sábado.

Tanto la defensa como la madre de la víctima lamentaron este nuevo retraso y aseguraron que continuarán luchando ya que «la orden ha sido pospuesta, no desestimada», explicó la abogada familiar de la víctima, Seema Kushwaha.

LA PENA CAPITAL NO DISUADE

El delito por el que esperan la horca lo cometieron en diciembre de 2012, cuando violaron y torturaron en un autobús en marcha a una joven, conocida como «Nirbhaya» («Sin miedo», en hindi), que murió días después en un hospital de Singapur.

Fue seguido de movilizaciones multitudinarias, el endurecimiento de la legislación contra los abusos sexuales y una mayor concienciación social, pero pese a la ejecución pendiente la problemática de las violaciones en la India está lejos de resolverse.

«Se asume que las personas serán disuadidas de cometer crímenes porque supuestamente conocen el castigo, que hacen un análisis de costo-beneficio antes de cometer el delito, y todos sabemos que no es así», afirma a Efe Neetika Vishwanath, miembro de Project 39A, una clínica legal que sigue de cerca los casos de pena de muerte.

Para la experta, esto solo «disuadirá la denuncia en lugar del delito» y la solución pasa por «acabar con las raíces de la cultura de la violación», evitando normalizar conductas diarias de acoso.

SIEMPRE CON MIEDO

En la parada de Munirka, donde tomó su último autobús «Nirbhaya», hay varias mujeres que esperan al transporte público, pero aunque es todavía temprano por la mañana, aseguran que no se sienten «tranquilas» ni «a salvo».

«No creo que haya ni una sola chica que no se haya tenido que enfrentar al acoso o abuso sexual. Especialmente viajando en autobús o incluso en metro (…) Es muy peligroso, es una experiencia que nos da miedo. El miedo sigue ahí desde 2012», dice a Efe Rubina Chodri, estudiante de un máster en Literatura inglesa.

Desde entonces «las chicas están más limitadas y hay una enorme presión social», añade a Efe la universitaria Ritika Negi.

«Tienes que perderte eventos como fiestas de la universidad que se alargan y tienes que volver a casa pronto, no hay seguridad ahí fuera», lamenta la joven de 20 años.

Para la también estudiante Sanjupta Deika, «no es una cuestión de si es de día o de noche».

«Haga lo que haga la mujer, no está segura. Incluso si lleva ropa que le cubre todo el cuerpo le harán comentarios. No tenemos que cambiar la manera en que vestimos sino la manera en que pensamos», subraya esta estudiante de Sociología.

90 DENUNCIAS DIARIAS DE VIOLACIÓN

Según los datos del último informe de criminalidad del Ministerio del Interior, durante 2018 se registraron 33.356 denuncias por violación en la India, más de 90 diarias, y en un 93,9 % de los casos el acusado era conocido de la víctima.

De los casos llevados a juicio, solo un 27,3 % resultó en condena.

La abogada Tara Narula, miembro de la Asociación de Mujeres en Derecho Criminal, asegura a Efe que además estos datos no reflejan la realidad, ya que por un lado las familias de las víctimas muchas veces no denuncian los abusos por el estigma social y, por otro, a menudo la policía ni siquiera accede a registrar las denuncias.

Pero algunas voces son más optimistas.

«La violencia sexual ha sido una larga lucha. Pero no estamos en el mismo lugar que estaban nuestras abuelas que no hablaban de ello en la familia o en la comunidad. Tenemos que seguir empujando, porque cuanto más presionemos más podemos esperar que cambien las cosas», remarca a Efe la directora de cine y activista por los derechos de la mujer Vani Subramanian.

EFE.

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