Imagen tomada de InSight Crime/ Una fosa común en Jalisco, en noviembre
Las horribles masacres que salpicaron los primeros años de la guerra contra las drogas de México, han disminuido en el último año más o menos, al menos en público. Los cuerpos de las víctimas ahora son arrojados en masa con mucha menos frecuencia a lo largo de las carreteras o colgados de los puentes. Están apareciendo menos cabezas decapitadas en las plazas públicas o en las esquinas de las calles. La masacre ahora es más sigilosa, encubierta más allá de la vista de las cámaras, enterrada bajo tierra.
Eso beneficia a funcionarios y criminales por igual. No sería por su diseño, ¿no? Descubrimiento de fosa común sugiere que poco ha cambiado en México http://bit.ly/JbdDIO vía @insightcrime_es
Un Analisis necesario frente a la realidad de la ciudad innovadora de Medellín, que se asemeja a la realidad de México
En Medellín, la ciudad innovadora, pacificada y actualmente cuna del Pacto del Fusil, se argumenta falsamente desde la institucionalidad que la reducción de homicidios es todo un triunfo de la “Estrategia de seguridad” implementada por la actual Administración Municipal, la Policía Nacional y la Fiscalía General de la Nación. Se habla de más de 30 días del año 2013, sin homicidios, incluso de una reducción mayor al 20%, de los homicidios.
A primera vista esto es una buena noticia, pero desafortunadamente la Institucionalidad miente descaradamente, ya que al igual que viene ocurriendo en varios estados de México, los asesinatos individuales y colectivos se hacen de forma más sigilosa, “Si no hay cuerpo a la vista, no hay problema”“Si no hay muertos en las calles, menos calenturas se presentan”.
La desaparición forzada, es uno de los instrumentos más utilizados por los paramilitares y la mafia, aquí en la Medellín, de las luces, la innovación, el despilfarro del dinero público, el cemento como emblema de desarrollo y progreso, el turismo sexual, aunque ustedes no lo crean, los cuerpos de las víctimas son desmembrados en las casas de la tortura, para luego ser enterrados en fosas comunes, muchas de las cuales serán cubiertas por el Cinturón verde, o en su defecto, los restos humanos son lanzados al río Medellín o incinerados en hornos crematorios, como el que viene funcionando desde hace más de 15 años en el Municipio de Caldas Antioquia.
Desde el 01 de julio, trece días antes del Pacto del Fusil (acordado el 14 de julio) al 27 de octubre se habían presentado 210 desaparecidos, según informa la Personería de Medellín, la ciudad registra en lo que va del 2013, la aterradora cifra de 514 denuncias por desaparición. Cabe recordar que en el año 2012, se registraron 380 desapariciones.
La Administración Municipal, ni la Policía Nacional, han sabido explicar, si la reducción de homicidios, es producto o no de la aplicación de la desaparición de los cuerpos de las víctimas, muchas de las cuales han caído bajo el terror paramafioso, de los mal llamados “Urabeños” y la “Oficina del Valle de Aburrá” quienes le han ordenado a más de 350 bandas de la ciudad que ante todo “Eviten calentar el parche”.
Directa o indirectamente, pareciera que la desaparición de los cadáveres, le está sirviendo a la institucionalidad y a las estructuras paramafiosas a la vez.
¿Qué responde la institucionalidad ante la posibilidad de este beneficio mutuo?
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