Imagen tomada del www.eltiempo.com
Una radiografía dura, real y contundente muestra el periódico el Tiempo sobre lo que viene ocurriendo en los centros penitenciarios colombianos, EL PAÍS DETRÁS DE LAS REJAS en ella se evidencia una grave situación la cual pareciera no importar, ya que hay «cosas» más importantes que están haciendo los gobernantes de turno, para fijarse en un tema aparentemente minúsculo .
Un país que se jacta de ser prospero y que se encamina a cerrar las puertas del conflicto armado social y político, a través de los diálogos en la Habana Cuba con las Farc, en el Ecuador con el Eln e incluso busca diseñar una política de sometimiento a la justicia para las estructuras paramafiosas de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) la Oficina del Valle de Aburrá, los Rastrojos, entre otros, eufemísticamente llamadas Bacrim, no ha tenido en cuenta que a la mesa le faltan elementos para ser firme, por ejemplo:
- ¿Qué se va hacer con la problemática carcelaria frente a los nuevos retos que surgirán al inicio del post-conflicto?
- ¿Cómo se va atender el conflicto urbano que hoy afecta buena parte de las ciudades colombianas?
En lo que concierne a la situación de las cárceles muchos son sus problemas, uno de ellos se ha desbordado, el hacinamiento se ha convertido en una bomba de tiempo a punto de estallar, «Si Colombia decidiera meter a todos sus presos en un escenario de fútbol tendría que copar dos estadios como el Metropolitano de Barranquilla, cuya capacidad es de 49.600 espectadores. Aún así, 17.900 reclusos, de los 117.018 que hay en las 138 cárceles del país, quedarían por fuera».
Otro igualmente importante y solo se encuentra plasmado en el papel de la Ley colombiana con el rimbombante nombre de «Reinserción social positiva» no se aplica a la vida carcelaria y post-carcelaria, no existe en la practica una política de resocialización que permita al ser humano tener una segunda oportunidad al recobrar su libertad, con razón reza el dicho «La cárcel es una universidad del crimen» este se aplica a la realidad colombiana.
«Según el Inpec, la población reincidente tanto en cárceles, prisión domiciliaria y vigilancia electrónica crece en promedio 1% al mes, lo que equivale a 148 personas.
Hasta agosto de este año el 13% de la población carcelaria es reincidente (15.719). Es decir, que 13 de cada 100 presos vuelven a la cárcel».
Cuando el ser humano ingresa a los antros carcelarios es un neófito, cuando sale de allí se ha especializado o mínimo vuelve a la rutina criminal que traía; sin embargo, también hay personas que no regresan a delinquir pero esto no es un logro de la política de resocialización, lo han logrado gracias a los puntos de apoyo que les permite mirar más allá de la vida criminal: La familia, los amigos, entre otros.
Es hora que el presidente Juan Manuel Santos, pase de la retorica del discurso de las locomotoras de la prosperidad a uno más real que tenga en cuenta lo que podría ser un país en relativa paz, para eso debería poner también sus ojos en las cárceles y por ende en las ciudades colombianas,
¿Cuándo se activará la locomotora de la transformación en todo el sistema carcelario?
¿Cuándo iniciará el proyecto urbano de transformación de las ciudades que incluya la Paz Urbana?
Presidente, usted tiene la palabra.