La mutación del mapa del narcotráfico en Perú

FECHA:

Lima, 26 jun – El segundo productor de cocaína del mundo ha registrado un aumento del precio de la hoja de coca. La presión de la demanda de esta droga en mercados internacionales provoca que en Perú se estén expandiendo los cultivos ilegales en zonas naturales protegidas y territorios de comunidades indígenas, según diversas fuentes contactadas por EFE.

Esa demanda está dando lugar a una mutación del mapa del narcotráfico en Perú, donde, al contrario de lo que sucede en Colombia, ha aumentado el precio de la coca en los últimos meses.

«El precio de la cocaína tanto en Colombia como Perú, y como en cualquier país productor, determina y define el precio de la hoja coca y de los otros insumos de la larga cadena de suministro y producción de droga. El precio de la hoja coca está en estricta relación con el precio de la cocaína y esta presión de la demanda que nace de los mercados internacionales de consumo», explicó a EFE el exministro del Interior Rubén Vargas.

Mientras que la cocaína colombiana representa el 95 % del total en el mercado estadounidense, donde ha bajado su demanda por diversas razones, Perú proporciona esta droga a otros destinos en la que está creciendo, según Vargas, que se ha dedicado al estudio de este fenómeno.

Según Naciones Unidas, el aumento del consumo de cocaína ha crecido en nuevos mercados, como Sudáfrica, Asia, el este de Europa y Brasil y otros países de Suramérica, zonas donde la cocaína que llega es de origen peruano.

«Hay una presión de la demanda de cocaína muy fuerte hacia Perú, lo que está ocasionando la expansión de los cultivos de hojas de coca en nuevas zonas, especialmente en áreas naturales protegidas, en zonas de territorios de comunidades indígenas y principalmente en áreas de frontera común con Brasil», señaló Vargas.

El presidente de la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (Devida), Carlos Antonio Figueroa, explicó a EFE que en Perú, el mayor volumen de producción se encuentra en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), pero esta zona cocalera está registrando una menor tasa de crecimiento «gracias al efecto de las intervenciones estatales».

«El modelo de negocio ahora está virando. El narcotráfico con su modelo de negocio también es dinámico y comienza a mirar cuáles son las mejores opciones de negocio dentro de este marco ilícito», sostuvo al coincidir en que se están detectando otras zonas de crecimiento de cultivos ilegales como en áreas naturales protegidas, de comunidades nativas y concesiones forestales.

Esta expansión deja lugar a espacios naturales deforestados y degradados, a la vez que los líderes de comunidades indígenas que se atreven a denunciar si estos grupos entran en su territorio son amenazados y en última instancia asesinados.

«No somos pobres, nos está empobreciendo este sistema económico discriminador y nosotros no tenemos defensa, el pueblo indígena sin territorio no es un pueblo», demandó a EFE el presidente de la Federación Nativa de Comunidades Kakataibo (Fenakoca), Herlin Odicio, en una visita a Lima, tras haber relatado las amenazas que sufre por estas mafias del narcotráfico.

NUEVO MAPA

«La mayor cantidad de droga sale de los puertos de Perú, principalmente por los puertos principales. Es un problema muy grande. También vemos que sale por las caletas (calas) que no tienen mucho control a lo largo del litoral», comentó Figueroa.

Pero hay un ruta que está creciendo en su actividad, la droga que sale por rutas fluviales y terrestres en la gran y porosa frontera amazónica con Brasil, país consumidor y distribuidor.

«En este momento, diría que en Perú hay una especie de reconfiguración del mapa de la coca ilegal y del narcotráfico que se está acercando cada vez más a rutas y a puntos estratégicos de conexión rápida con Brasil», dijo Vargas.

Explicó que la lógica del narcotráfico en Perú ha variado significativamente respecto a las décadas de los 80 y 90 donde organizaciones colombianas eran «las fijaban las reglas del juego», pero que aún así es preocupante el poder de mafias colombianas que están transportando droga en puertos en el norte de Perú.

Para hacer frente ante esta lacra, que advierte Figueroa que «penetra todo tejido social», además de luchar contra las cabezas de estos grupos, el lavado de activos y operaciones policiales antidrogas, hay que sacar de la vulnerabilidad a las familias que cultivan coca.

«Pese a haber estado años cultivando coca no salen de la pobreza. Justamente el modelo perverso de este negocio es mantener estas familias vulnerables para que sigan manteniéndose en esa condición», por lo que el presidente de Devida incide en la importancia de ofrecerles otras opciones de desarrollo alternativo.

Paula Bayarte

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