París, 11 may – La OCDE apuesta por subir el impuesto de sucesiones ya que lo considera un buen instrumento en términos de equidad y de eficacia fiscal para luchar contra las desigualdades de patrimonio, que no solo son ya muy grandes, sino que probablemente seguirán agravándose.
«Los impuestos de sucesiones permitirían aumentar los ingresos públicos y mejorar la equidad, con menos costos de eficacia y menos costos administrativos que otros impuestos», destaca la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en un informe publicado este martes.
Su responsable de fiscalidad, Pascal Saint-Amans, hace notar que en los países de la organización en los que se aplica representan de media únicamente en torno al 0,53 % de los ingresos fiscales totales, de forma que «hay márgenes de maniobra» para incrementarlos.
UN IMPUESTO CON UN PESO RESIDUAL
Las diferencias del peso de esta tasa entre los Estados de la organización es bastante grande, pero aun así, en todos ellos representa una parte mínima de la recaudación: solo se supera el 1 % en Japón (1,33 %), Francia (1,38 %), Bélgica (1,46 %) y Corea del Sur (1,59 %).
Supone menos del 0,2 % en países de Europa central y oriental, así como en Italia (0,1 %), Turquía (0,11 %), Chile (0,15 %) y Grecia (0,19 %). En España representa el 0,58 % de toda la recaudación fiscal.
«Esta cuestión está encima de la mesa y lo estará en los próximos años», afirma Saint-Amans, que justifica un aumento del impuesto por «la intolerancia a las desigualdades», pero también por razones de orden económico ya que «la concentración de riquezas es ineficaz» y «mina la confianza» de la población.
De media en la OCDE, el 10 % de la población más rico concentra la mitad del patrimonio y el 1 % más privilegiado tiene el 18 %. El país con mayores fracturas es Estados Unidos, donde el 10 % más rico acumula el 79 % del patrimonio y el 1 % controla el 42 %.
Esas desigualdades, que habían disminuido a mediados del siglo XX, se han acrecentado en los últimos tiempos y podrían agravarse de continuar las tendencias de incremento del precio de los activos y con el envejecimiento de las generaciones del «baby boom».
Eso tiene una traducción directa en las herencias que en el conjunto de los países de la organización son de un monto 50 veces superior entre la franja del 20 % más rico que entre el 20 % más pobre.
CALCULAR EL IMPUESTO SOBRE TODA LA VIDA
Una de las características del impuesto de sucesiones que aplican 24 de los Estados miembros de la OCDE es el amplio espectro de las deducciones, que varían considerablemente de uno a otro y que en algunos casos son totales para ciertos herederos, por lo general los esposos sobrevivientes y/o los hijos.
Cuando no es total, la parte exenta de impuestos para los hijos puede ir desde los 17.000 dólares en Bélgica a 11,6 millones en Estados Unidos.
La OCDE estima que un impuesto justo y eficaz sobre las herencias y las donaciones consistiría en calcular lo que se recibe a lo largo de toda la vida, de forma que la carga impositiva en cada momento dependería de lo que ya se ha recibido anteriormente.
También preconiza reducir las exoneraciones «que no tienen justificación» y que acaban teniendo un efecto regresivo (benefician más a los más ricos), como las de los sistemas de ahorro privado.
Para los autores del informe, un impuesto de sucesiones sería particularmente pertinente en los países en los que la imposición efectiva de los ingresos del capital y del patrimonio de las personas físicas es generalmente bajo.
A su parecer, genera menos distorsiones en la tasación de los más afortunados y puede tener efectos positivos como incitar a los herederos a trabajar y a ahorrar más. Además, desde el punto de vista administrativo es más simple que otros impuestos que se cobran anualmente.
Los autores del informe no se pronuncian sobre si es mejor un sistema único en el cálculo y la recaudación del impuesto de sucesiones o regionalizado, como ocurre en España, pero constatan que en este segundo caso se da el fenómeno de las «migraciones fiscales» que «tienen tendencia a ser menos importantes de lo que se podría pensar inicialmente» salvo para los más ricos.
Su receta en esos casos es «un mínimo de coordinación entre regiones para evitar disparidades demasiado grandes».