La Oficina decide quién vive o quién muere en el Valle de Aburrá (Segunda Parte)

FECHA:

En esta segunda parte se evidencia la forma en que la Fiscalía General de la Nación, según lo narrado por nuestra fuente, utiliza a los testigos, los instrumentaliza, les saca verdades, se inventa confesiones para conseguir capturas de cabecillas, crea líderes de combos que no existen y cuando ya el testigo no le es de utilidad, lo desechan, lo abandonan a su suerte.

Alias Marcos, como hemos nombrado a nuestro relator, cuenta que después de estar un par de años en la vida criminal del Valle de Aburrá, se retiró y se fue a otra ciudad para iniciar una nueva vida. “Me voy con mi familia para otra parte, empiezo a buscar empleo, pero no encontré trabajo por falta de experiencia. Empiezo a deambular y deambular, y así pasaron los días hasta que en una cierta ocasión me contactaron miembros de la Fuerza Pública para ver si yo quería colaborar en ciertos procesos para entregar a medianos y altos cabecillas de la organización, de la Oficina del Valle de Aburrá”.

Este testigo de la Fiscalía confiesa que entregó a mucha gente, “colaboré bastante, hice muchas cosas. Pero esa experiencia no me dio frutos, porque me dejaron tirado”. En sus declaraciones delató a medianos y altos jefes, personas con mucho poder criminal en la ciudad.

En su afán por obtener información, el ente investigador se ocupa de las declaraciones, pero se olvida de la integridad física de quienes hablan, según el mismo relato. “No recibí nada. Me prometieron que ellos me ayudaban, porque mi deseo es cambiar mi estilo de vida, yo ya me cansé de esta vida y yo pienso ser una persona diferente y por eso fue que tomé la decisión y ellos me prometieron que me daban dizque un semilla capital (Capital Semilla), que un proyecto de vida y eso no fue cierto. Ellos me dieron fue una chichigua ahí y me tiraron fue a la deriva y eso que esa plata me la tuve que gastar en lo que ellos querían”.

El dinero que le entregó el Estado, alias Marcos lo gastó en enseres para el inmueble que habitaba, no por su voluntad, sino porque así se lo impuso la Fiscalía. “Solo quedé con prácticamente 300.000 pesos en el bolsillo para mercar y ya. Eso es todo lo que ofrece la Fiscalía. No te dan para tu proyecto de vida, para no volver a delinquir, para empezar una nueva vida. Llega la carta de reubicación, tome este dinero, firme aquí y ya, eso es todo, chao”.

El Capital Semilla y la ayuda para iniciar un proyecto de vida solo queda plasmado en un papel, es letra muerta, un canto a la bandera. “No hay Capital Semilla. Al principio le dicen a usted que al final estará su capital semilla y su proyecto de vida. Se lo hacen escribir en unos papeles, en un formulario, y al final del proceso dicen que no hay recursos del Estado”.

Alias Marcos salió del programa de protección de testigos, no porque quisiera, sino porque parece ser la estrategia de la Fiscalía. “Salí, pero me contactaron otra vez, miembros también del Estado. Me dijeron que si yo quería seguir colaborando, entonces desde el principio yo les advertí, yo les dije, que si yo volvía a colaborar me debían de volver a brindar la protección, porque no tenía más nada qué hacer y otra vez quedaba en riesgo. Ellos aceptaron y dijeron que sí, que volviera a la ciudad, a Medellín, que ellos me colaboraban. Regresé y desde ese momento he hecho demasiadas cosas, otra vez nuevos procesos, nuevas capturas, nueva información y la Fiscalía dice que yo no tengo riesgo”.

A pesar de lo ocurrido y de lo visto en diferentes procesos, alias Marcos asegura que los fiscales que lo han acompañado en esta etapa son muy serios, profesionales y dedicados al trabajo con ética. “He estado en juicios, he estado en reconocimientos fotográficos, he reconocido aproximadamente a 8 cabecillas de la cúpula grande de la Oficina y he hecho demasiadas cosas. No me han obligado a hablar de gente. En este momento estoy en un proceso con dos fiscales. Los dos fiscales hasta el momento muy serios, pero uno de ellos me dijo que después de este último juicio en el que estuve hace poquito me iban a sacar rapidito y esta es la hora que no me han sacado. Sin embargo, no es culpa de él, es que el programa de protección en Bogotá no actúa. Ellos, los de Bogotá, enviaron una carta donde dicen que yo no estoy en riesgo: intentaron matarme, he estado en juicios, he entregado bienes para extinción de dominio, he entregado demasiadas cosas, y en la Fiscalía de Bogotá dicen que yo no tengo riesgo”.

En el desarrollo de las actividades como testigo, alias Marcos ha tenido la oportunidad de hablar con otros testigos. Es ahí donde se han enterado de entuertos, trampas y otras mentiras, según estas mismas personas le han narrado. “He convivido con testigos y supuestos testigos. Supuestos testigos porque son gente que la Fiscalía contacta para que hagan denuncias que no son, que se hagan pasar por miembros de organizaciones y entreguen gente que no es así. Me ha tocado dialogar con muchas personas, que uno sabe que no saben nada, están es diciendo lo que no es”.

Al parecer, muchos de aquellos que son colaboradores de la Fiscalía resultan ser una suerte de vividores, que saben el programa y se unen solo para vivir del Estado. “No son nada. Hay personas que se van a que el Estado los mantenga y les dé comida, hasta para el vicio les dan. Pero no saben nada, la policía judicial los contacta y en una audiencia llegan y muestran tres fotos y les dicen: en las tres fotos, en el casillero tres, va estar alias el Perro. El día de la audiencia ya saben que alias el Perro está en el tercer casillero y eso es lo que hacen. Así el testigo no lo conozca, antes de la audiencia se lo muestran”.

El abandono en el que se siente alias Marcos lo explica así: “Yo he hecho demasiado. He entregado a mucha gente. Estaba en otra parte, fuera de la ciudad, y estaba bien. Ellos, la Fiscalía, fueron los que me contactaron, me dijeron que si yo quería o conocía a ciertas personas. Yo les dije que sí, entonces me dijeron que si me podía acercar a la ciudad para hacer los reconocimientos y todo eso. Yo accedí, pero antes de venirme les dije a ellos que si me venía me tenían que volver a proteger, porque ya quedaba otra vez en riesgo y ellos aceptaron. Saben que soy de la Oficina, quién era, tienen mis carpetas, saben todo lo que he entregado. Pero no tengo riesgo para ellos”.

Sin embargo, agentes de la Policía Nacional lo protegen, saben que es un hombre perseguido, objetivo de sus antiguos socios, compañeros, jefes. “Para la Policía sí tengo riesgo. La Policía en la parte que estoy me están pasando ronda cada tres horas y tengo que estar presente en el lugar que estoy. Cumplen bien su papel. De la Policía me mandaron el informe en el que se advierte que mi vida está en riesgo, que por eso me van a proteger, saben que hice parte de la Oficina de Envigado y estoy en demasiado riesgo”.

Uno de los momentos más difíciles para alias Marcos es cuando está en las audiencias, donde tiene que dar la cara, decir su nombre, su dirección, su teléfono, entregar todos sus datos. “Las mujeres de la gente que yo denuncio, como mamás, hermanas, primas, novias, esposas o también amigos, familiares, cualquier persona, está presente en las audiencias y uno no sabe quiénes son. Ellos han sacado sus celulares y me han tomado fotos. Hasta con tablets me han tomado imágenes en plena audiencia. Salen, vuelven a entrar. Quieren hacer el daño, se nota, me quieren callar. En esas audiencias nadie le garantiza a uno la seguridad”.

La solicitud concreta de alias Marcos es que la Fiscalía en Bogotá por fin reconozca el alto riesgo que corre por su condición de colaborador, pero no cualquier colaborador, si no uno que ha ayudado a capturar cabecillas y líderes de la Oficina. Y, en consecuencia, le brinden la protección debida a él y a su familia. “Que me saquen de aquí, en Medellín saben que estoy en alto riesgo, han mandado la solicitud a Bogotá muchas veces. Pero la respuesta allá es que no, que no estoy en alto riesgo. Lo menos que me hacen donde me encuentren es que me desaparecen o me desmiembran. Quiero cambiar. Que me ayuden”.

Alias Marcos explicó cómo es que la Oficina desaparece a sus enemigos. “En Medellín y en los alrededores hay casos donde alquilan casas para desaparecer personas. A esas casas llevan a una persona muerta, la pican, la forran en plásticos y sacan el muerto. Buscan un indigente y le pagan dos o tres mil pesos para que lo pongan por ahí. Y ya. Luego limpian bien la casa y la entregan otra vez. Otro método es desaparecer todo con ácido. La gente no puede recuperar los restos de sus familiares. Llenan canecas y por ejemplo los huesos y las cabezas se echan en ácido para que se disuelva ahí. No queda nada. La familia no lo encontrará nunca”.

Sobre el riesgo que corren los fiscales que llevan casos de organizaciones criminales, esto dijo: “La mayoría de fiscales, y más de bacrim, tienen su riesgo. He escuchado a gente pesada decir: ‘No, a ese man hay que matarlo. Hay que acabarle con la familia y ojalá la encontremos y qué rico saber dónde vive la familia de este man’, y cosas así, pero gente de poder”.

Para cumplir con ese macabro objetivo, según Marcos, la Oficina tiene un grupo élite que se encarga de los objetivos de alto valor. “Hay comandos especiales de sicariato. Son grupos especiales como decir un grupo de Goes, en la Oficina existen grupos especiales de sicariato, donde son gente especial para matar gente así, por ejemplo, de alto valor, como un fiscal. Y tienen también el armamento para eso. De última tecnología, que no tiene ni la Policía”.

Análisis Urbano busca, con este testimonio, que se corrijan errores, situaciones que se vienen presentando con los testigos de la Fiscalía. Nuestra intención no es atacar a la institucionalidad. Por el contrario, queremos que haya un revulsivo en Policía y en Fiscalía para que terminen los falsos positivos y se rectifiquen los procedimientos erróneos, mal planificados o permeados por la corrupción.

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