La Oficina no ha desaparecido y la guerra en Medellín no parará

FECHA:

Redacción Análisis Urbano

La reciente violencia  que subrepticiamente crece en el centro de Medellín, y que ya ha tenido repercusión en otras comunas de la ciudad, obedece a la disputa que se presenta adentro de la estructura criminal, paramilitar y mafiosa conocida como La Oficina.

En una serie de informes de mediados de 2014, Análisis Urbano reseñó la guerra que ocurrió en la zona céntrica de Medellín precisamente porque La Oficina y los Urabeños se estaban disputando, básicamente, el control de Las Convivir y con ello el control del centro de la ciudad.

La guerra  -anunciada y denunciada con anterioridad por este medio- no se tomó en serio por parte de las autoridades locales. José Ángel Mendoza, comandante entonces de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá (Meval) y Luis Fernando Suárez, vicealcalde de Gobernabilidad en el momento del conflicto, desestimaron las denuncias, las atribuyeron a una simple disputa entre combos y a un ajustes de cuenta de los mismos, y el enfrentamiento, lejos de ser simple, duró más de dos meses y dejó como resultado tres granadas estalladas en el centro de Medellín–dos de ellas en el mismo lugar de Barrio Triste, en diferentes días, y a una cuadra de un cuartel de la Policía-, más de 30 heridos y 4 víctimas mortales.

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Imagen del homicidio presentado en julio del año 2014, en Barrio Triste, en la guerra de las Convivir.

El conflicto armado de entonces lo llevaron a cabo Diadema, representando los intereses de La Oficina, y Monín o Monopicacho, respaldado por los Urabeños. A diadema también lo acompañaban Carnero y Barrigas, pero estos se ausentaron de la guerra y permanecieron gerenciando el crimen y apoyando a Diadema pero desde la clandestinidad. El enfrentamiento se resolvió, en parte gracias al pacto del fusil que ya habían acordado las dos estructuras criminales y que era aplicado en el resto de la ciudad, y La Oficina continuó con el control de esta zona, que en otras palabras significó que el dinero obtenido de la extorsión, el tráfico de drogas y la prostitución, entre otros delitos, seguiría llegando a sus arcas.

Diadema quedó al mando pero fue capturado en marzo de 2015, aunque ya se venía conociendo de esta captura, o tal vez entrega, pues se venía denunciando que para entonces el delincuente ya no estaba al mando de las 35 Convivir, sino que estaba operando supuestamente como informante de la Sijín.

Después de su captura, y como siempre ocurre con las organizaciones criminales, surgió pronto su remplazo.

En realidad, Las Convivir están bajo las órdenes de un triunvirato que aún opera, gestiona y manda desde la cárcel: Barny, Douglas y Pichi. Cuando diadema es capturado y, posteriormente, Barrigas también los es, alias Cejas, por orden de Douglas, asume el mando del grupo criminal.

Pero Carnero seguía en el negoció.

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Imagen del homicidio presentado a finales de julio del año 2014, en Barrio Triste, en la guerra de las Convivir.

En junio de 2015, la policía registró que había logrado su captura, sin embargo, el sujeto capturado no era Carnero. Poco se sabe de este operativo policial que no logró neutralizar el accionar de este criminal y la guerra que hoy avanza en el centro de la ciudad lleva su nombre.

El enfrentamiento actual en el centro de Medellín

Con el afán de controlar las rentas de las extorsiones, del tráfico de drogas y de otros ilícitos en el sector, Carnero fue amentando su visibilidad en el territorio. Así que junto a dos de sus subalternos, Pana o Panadero y Aretes, Carnero reclamó la plaza y el control del sector de San Benito asesinando a alias Julio quien estaba al mando del mismo. El problema fue porque todo el dinero que dejaba esta zona Julio se lo hacía llegar directamente a El Chivo, un sobrino de Douglas que representa los intereses de su tío en el sector.

La Oficina se alertó con esta situación. Douglas, Barny y Pichi, desde la cárcel, dan orden de quitarle todas las zonas a Carnero, pero antes lo citan a un sector que es conocido como La Mina en Envigado. El criminal no asiste a la cita y en lugar suyo acude su hermano, alias Carlos Duque, flaco o amigo.

Una vez llega al encuentro, Carlos es asesinado por Lucas, a quien también se le conoce como Tatuajes, y que era trabajador de Carnero pero con este crimen declara su traición poniéndose bajo las órdenes de Douglas y Barny, y entregando las zonas que su anterior jefe controlaba.

Carnero decide emprender una guerra y por ello se acerca a Los Pachelly para obtener apoyo. No obstante, su jefe, quien aún manda desde la cárcel, ordena que su grupo no se inmiscuya en esta guerra.

Ante la negativa, el criminal viajó a Cali para contactarse con alias Bala, narcotraficante poderoso de esta ciudad que siempre ha puesto sus ojos en Medellín con el fin de controlarla y expandirse, y posteriormente partió a Cúcuta y la frontera con Venezuela para conectarse con las estructuras paramilitares y mafiosas de esa región. Todas estas gestiones con el fin de obtener apoyo para la nueva guerra que pretende iniciar en la ciudad.

Durante su viaje, al frente de su negocio y las zonas que aún posee, dejó a David, conocido también como Aretes y a La Viuda, una señora de más de 60 años que tiene poder y control sobre el sector de Prado en el que se ubican las funerarias. Estos están sirviendo de contingente mientras Carnero regresa con lo que fue a buscar: hombres, armas, guerra.

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Imagen del centro de la ciudad de Medellín.

El panorama de Las Convivir

Actualmente, esta organización criminal no tiene patrón único, sus mandos son Cejas y El Chivo, pero ambos responden a Douglas y a Barny. Tampoco son una suerte de confederaciones criminales, todas responden a La Oficina a quien la institucionalidad quiere reportar como desaparecida.

Su operar, como ya lo había denunciado Análisis Urbano, es distinto. Las Convivir bajaron su visibilidad en el centro de Medellín porque tecnificaron el modo de cobro de la extorsión: por un lado unificaron el cobro de la misma; por el otro, la tecnificaron y ahora no se paga diaria ni semanalmente sino que se consigna mensualmente en diferentes cuentas por sector, y en algunas ocasiones se hace como aporte a una cooperativa privada de vigilancia. Este último operar no es nuevo y fue reconocido por la Meval, por lo tanto, no es extraño que la presencia de los criminales también bajara en el sector.

De acuerdo a su nuevo modo de operar, los jefes de las convivir y sus hombres se movilizan en motos y no se muestran sino dos o tres veces por semana en el centro de la ciudad. Como ya lo había contado Análisis Urbano, Las Convivir tienen a los comerciantes extorsionados con un teléfono Avantel en cada negocio, por medio del cual los contactan o dan aviso a cualquier irregularidad en el tema de seguridad.

La distribución de zonas habría quedado así:

-Jefes máximos Cejas y El Chivo, este último con control específico desde Maracaibo hasta el sector de Los Puentes y también Barrio Triste.

-Alias Rolo con control desde Carabobo hasta Colombia.

-Lucas o Tatuajes, luego de su traición, quedó con control de las zonas El Hueco, Bayadera, San Benito y los parques del centro.

-Alias Negro Ángel, que también traicionó a Carnero, controla Parque Berrío hasta  Tenerife con Colombia y se moviliza con alias Costeño.

– Y los de siempre: Alias Yeyo con control desde Bolívar hasta Cúcuta; alias Damian desde Veracruz hasta Bolívar; alias Muerto Pipe maneja todo el sector de Cisneros; y alias Pollo, mando de las zonas La Bastilla, Junín y Palacé.

-Prado sigue siendo de Carnero, a través de Aretes y La Viuda.

A este mapa criminal pertenecen más sujetos como Chavarría, que es un expolicía, y los Rentería, entre otros. Pero el operar criminal está en constante cambio debido al enfrentamiento con la gente de Carnero y a que estos sujetos no saben a quién ofrecer sus lealtades. A esto se suma que Douglas puede recuperar pronto su libertad y se dará una reorganización en Las Convivir. Por tal razón, Análisis Urbano no da esta estructura criminal como definitiva y por el contrario previene sobre posibles hechos violentos venideros a raíz de este contexto.

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Imagen del sitio donde fue lanzada una granada en Barrio Triste, en la guerra de las Convivir.

El papel de la institucionalidad

Recientemente se ha escuchado, o se está haciendo resonancia, al fin de La Oficina. Eso no es cierto. Una estructura de este tipo, con más de 20 años de existencia,  difícilmente desaparece en menos de un mes. La organización criminal conocida como La Oficina no ha dejado de existir simplemente porque es una junta directiva sin rostro visible, los “grandes capos que capturan” no son sino personajes remplazables, como en cualquier empresa, que sólo gerencian la actividad criminal hasta que le llega el turno a otro. Además, esta mafia existe debido a la connivencia con un sector corrupto del Estado y de su fuerza pública.

La Oficina, históricamente, se ha fortalecido y se ha extendido debido a que siempre ha contado con una nómina paralela al interior de la fuerza pública, de no ser así, Mwpicio Santoyo, general de la Policía y jefe de seguridad en la presidencia de Álvaro Uribe, no estaría procesado en Estados Unidos por vínculos con el narcotráfico, especialmente con este grupo mafioso y paramilitar.

Hasta el momento, no se ha presentado una depuración al interior de la fuerza pública de Medellín y ni qué hablar de otros entes de la institucionalidad antioqueña. Los verdaderos jefes de La Oficina nunca han salido a la luz y sólo se ha dado captura a los combatientes que ejecutan las órdenes de esta junta directiva criminal; sólo se han capturado los que son remplazables, y estos pueden ir desde Diego Fernando Murillo Bejarano, Don Berna, hasta Douglas, Barny, Pichi y alias Cejas.

De acuerdo a este contexto, es necesario no cometer los errores de la anterior Administración, y especialmente de José Ángel Mendoza, anterior comandante de la Meval, quienes optaron por negar una problemática y desconocerla hasta que esta tomo vuelo inalcanzable.

La nueva administración ha empezado por reconocer el problema, lo cual aporta a la solución, pero debe estudiar el pasado de la ciudad y entender que la militarización de algunos sectores no ha resuelto nada. Aumentar el pie de fuerza y las cámaras de vigilancia sólo ha obtenido como resultado un gasto mayor del erario público.

Es entendible que la solución de esta problemática, con más de dos décadas de existencia, no se da en pocos días, y el que así lo pretenda solo se está engañando. Pero la salida de este conflicto si puede ser concertada y estudiada, especialmente contando con la sociedad civil, y apuntándole a resolver el foco real del problema y no sólo el lugar visible.

Desde la ong Corpades y su medio, Análisis Urbano, se planteó una propuesta para finalizar la guerra, la cual establecía aprovechar la coyuntura del pacto del fusil para llevar a cabo unos diálogos con las estructuras pactantes (Oficina-Urabeños) e iniciar un proceso cuyo fin era la sujeción a la justicia con dignidad pero sin impunidad.

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Imagen de la ciudad de Medellín.

Antes de permitir una nueva guerra, desde ya anunciada, sería bueno que la administración aplicara salidas reales y concretas del conflicto. Entendiendo que la desaparición inmediata del crimen es imposible debido a su poder, a su ejército criminal y las condiciones desiguales e inequitativas de esta ciudad que siempre ofrecen gente para seguir nutriendo esta guerra urbana.

La salida debe tener un enorme componente de recuperación social y debe ser concertada, entre las partes y también con la sociedad civil que siempre ha sido su víctima. De lo contrario, sólo será más de lo mismo… y después de 25 años, debería saberse, eso no ha funcionado.

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